Conociéndonos

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—Señorita Arrendelle, la están esperando —una de las sirvientas entró a mi habitación.

—Caro, ¿cuántas veces te digo que me llames Elsa? —sonreí y dije dulce.

—Está bien —cerró la puerta—. Elsa te están esperando —dijo entrando otra vez. Reí.

—Mucho mejor...

Había estado esperando media hora para que me llamen, me había colocado un precioso vestido con flores en tono verde, y dejé mi cabello adornado por rulos que recorrían mi espalda.
Delante de todo el mundo, debía sonreír y nunca dejar de sonreír... Todos me conocían como la señorita que siempre sonríe. Sin embargo, nadie sabe que esa sonrisa, en parte, es obligada... Mi nana, quien es la que me crió desde pequeña, ella sólo sabe la razón del vacío que inunda mi corazón.
Suspiré y me dirigí a la puerta, para luego abrirla y dirigirme hacia las escaleras, iba bajando, mientras me tomaba de la barandilla, observando a mi padre, junto con uno de sus empresarios.

—Hasta que por fin bajas —dijo mi padre.

—Lo siento si es que llegué tarde —dije con educación—. Señor Evans, ¿Cómo ha estado?

—Elsa, estoy muy bien y ¿Tú?

—Muy bien, gracias por preguntar —sonreí.

Luego de esas palabras, nos dirigíamos hacia fuera, el chofer nos estaba esperando, lo abordamos y nos dirigímos hacia el restaurante... al llegar mi padre y su amigo se adelantaron, yo quede atrás un poco distraída siempre que acompañaba a mi padre a sus cenas me aburría mucho, no puedo hacer nada más que escuchar y asentir con la cabeza, mirando el suelo, sentí que choqué con alguien y este cayó al suelo.

—Lo siento tanto —me agaché—. ¿Estás bien?

—Si —tosió—. No hay problema... —trató de sonreír.

_¿Seguro? —le pregunté dulce.

—Seguro —sonrió y se levantó—. Muchas gracias —me miró por última vez y siguió con su camino.

Mientras él se iba caminando, lo observé, era uno de esos vagabundos que rondan en la ciudad buscando ayuda, seguí con mi camino, pero de mi mente no salían sus preciosos ojos azules, que si los veías finamente se notaría un copo de nieve en ellos, a pesar de tener el rostro sucio... era muy hermoso.

—Hija —me llamó la atención mi padre—. ¿Qué haces ahí? Entra...

—Lo siento papá —Corrí hacía él—. Me distraje y yo...

—No importa —me interrumpió y fue hacia la mesa.

Narra Jack.

Caminaba sin rumbo, esta vez buscando si podía encontrar algo de comida, hasta que siento que alguien choca conmigo, y yo caí hacia el suelo...

—Lo siento tanto —dijo una voz muy dulce- ¿Estás bien?

—Si —tosí—. No hay problema... —traté de sonreír, viendo sus perfectos ojos.

—¿Seguro? —me preguntó dulce.

—Seguro —sonreí y me levanté—. Muchas gracias —la miré por última vez y seguí caminando.

Una chica verdaderamente hermosa y a pesar de ser una señorita rica, fue muy dulce conmigo, esperó volver a encontrarla otra vez, pero no creo que exista una posibilidad, ella es una chica rica, llena de dinero... y yo soy sólo un vagabundo, que a nadie le importa.

La dama y el vagabundo (Jelsa) ||Adaptada|| •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora