Sorpresa

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Narra Elsa.

Abrí despacio mis ojos y me levanté de la cama.

¡Hoy era mi cumpleaños!.. Pensé emocionada.

Miré hacia mi lado, nadie había allí ¿y Jack?
Quizás esté abajo. Me levanté y caminé al baño, cepillé mis dientes y luego mi cabello, me lavé las manos y la cara, salí del baño, luego de la habitación de Jack, bajé por las escaleras, ya en la sala encontré a Maura con una gran sonrisa.

—¡Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas, que los cumplas, que los cumplas feliz! —cantó y me abrazó—. ¡Feliz cumpleaños Elsa! —me sonrió—, tengo algo delicioso para ti.

La seguí hasta la cocina, para encontrar un desayuno increíble, waffles, torta, brownies, chocolate... el paraíso.

—¡Oh dios! —le dije—. Esto es un manjar —dije emocionada corriendo a sentarme en la mesa para devorarme el delicioso desayuno frente a mí.

—De parte de Jack —me sonrió y me entregó los cubiertos para que comenzara a comer.

(...)

Luego de devorarme las delicias que estaban en aquél plato —ahora vacío claro— le hablé a Maura.

—¿Tu le ayudaste? —le pregunté y asintió—. Ya me parecía —largué una risa—. ¿Y dónde está él?

Maura no alcanzó a contestarme, porque había comenzado a sonar el teléfono, me levanté sin ninguna molestia y contesté...

—¿Hola? —dije. Pero al instante colgaron.

—Colgaron, qué raro —le grité a Maura—. Iré a cambiarme —escuché un y subí las escaleras.

Narra Maura.

Estaba en la cocina cuando escuché mi celular, lo tomé y contesté

—Mamá —dijeron antes que yo. Era mi hijo—. Cómprale unas flores a Elsa y dile que se las mando yo...

—¿En qué momento quieres que vaya, niño?

Ah claro, me llama sin más para que vaya y compre flores ¡Qué vivo!

—Ahora, por favor —escuché como si me rogara.

—Sabes..  no debería ayudarte en esto... ya estás grandecito y tendrías que solucionarlo solo.

—Pero eres la mejor madre y me ayudas —continuó por mí—. Ahora vé y compra unas flores mamá, sabes que te amo, eres la mejor mami del mundo —escuché unas risas... quizás esté caminando por la calle y lo hayan escuchado.

—Ay Jack —suspiré—. ¿Qué flores le compro? —pregunté.

—Las más hermosas que veas, las que más te gusten, sólo cómprale florcitas y dáselas, dile que no estoy porque ando... con... asuntos de... de... no lo sé —dijo—. Ahhh —exclamó—. ¿Qué puedo regalarle?

—¿Esperas que te solucione todo? —grité en el teléfono.

—Sólo dame ideas, no sé qué comprarle.

—Lo siento Jack, eso lo haces solo —reí perversamente y colgué el teléfono.

Narra Elsa.

—¡Elsa vuelvo en un rato, iré a comprar algunas cosas! —escuché la voz de Maura desde abajo.

—¡Está bien! —le respondí y sentí la puerta principal cerrarse.

Me senté en la cama ¿Dónde estará Jack? ¿Estará preparando un regalo de cumpleaños? ¿Habrá pasado algo?
Me hubiera gustado despertar y encontrarlo frente a mí , para ser el primero en desearme feliz cumpleaños.
Me recosté y suspiré, no era que el desayuno no estuviese rico, pero aún tenía hambre, era increíble que aún no me había llenado, pero había algo que me faltaba... más chocolate.
Me levanté de repente y busqué entre mi maleta, ropa. Cuando conseguí me la puse y bajé por las escaleras. Tiene que haber un lugar por aquí donde vendan chocolates.

Salí por la puerta hacia la calle en donde comencé a caminar buscando una tienda de dulces o algo por el estilo.

(...)

Quince minutos después tenía en manos mi caja de chocolates. No esperaba por llegar a la casa de Jack y comerlos. Quizás podía ponerle crema o algo así. De sólo pensar se me hacía agua a la boca.

De camino cruce por una esquina, donde había un teléfono público. Me paré a pensar.
Quería hablar con mi mejor amiga, quería decirle que estaba bien y la extrañaba. Con un poco de duda me acerqué al teléfono e inserté una moneda, marqué el número de Anna y esperé a que contestara.

—¿Hola? —dijeron del otro lado.

—¿Anna? —dije nerviosa.

—¿Elsa? —escuché—. ¿Eres tú?

—Si —afirmé—. Amiga, te extraño.

—Oh Elsa ¡eres tú! Pero... alto ahí —pausó—. Feliz cumpleaños.

—Gracias Anna —no podía controlar la emoción de hablar con mi mejor amiga, casi me salían lágrimas, porqué en verdad la extrañaba. Y quién sabe si volvería a verla.

—Te extraño demasiado —sentí su voz triste—. ¿Estás bien? ¿Dónde estás?

—Estoy bien —sonreí—, pero no puedo decirte en dónde...

—Lo entiendo ¿Estás con Jack? —me preguntó.

—En este momento no —le respondí—. Estoy con una inmensa caja de chocolates —dije con emoción y ansiedad de poder ya comerlos.

—Te envidio —me dijo—. Tengo tantas cosas para contarte..

—Juro que cuando, pueda te llamaré y hablaremos.

—Esperaré tu llamada Elsa, sabes que estoy si me necesitas.

—Lo sé —suspiré—, te quiero amiga, adiós. Colgué rápido y suspiré, en verdad la extrañaba;  no sólo a Anna, si no a Cristina y a todos los sirvientes.
De pensarlo me sentía mal al no despedirme de mi nana, la que siempre estuvo conmigo para todo. De no darle un último abrazo.

La extrañaba, la necesitaba.

Despacio me alejé del teléfono público, volviendo a mi camino hacia la casa, llegué rápido y abrí la puerta viendo a Jack y a Maura en medio de la sala.

—¡Elsa! —gritó Jack corriendo hacia mí, me tomó en sus brazos y me estrujo.

—Oye, aplastas mis chocolates —le dije riendo. Dejó de abrazarme y salió corriendo para volver con un ramo de rosas gigantes que puso delante mío.

—Feliz cumpleaños mi amor.

—Gracias Jack —lo abracé emocionada—, son hermosas —dije al verlas, en verdad eran preciosas, y fue un lindo detalle de su parte.
Sentí como tomaba mi rostro entre sus manos y juntaba sus dulces labios con los míos.

—¿Dónde estabas? —Me preguntó después de besarme, mientras me tomaba por la cintura.

—Fui cerca de aquí para llamar a Anna por un teléfono público, y luego me compré una caja de chocolates —largue una risa y sentí como besaba mi mejilla.

La dama y el vagabundo (Jelsa) ||Adaptada|| •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora