¿Eres tú?...

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Un portazo me hizo despertar de golpe.
Me senté sobre la cama y me asusté al pensar que el ruido venía de abajo... ¿Él estará aquí?
Pero me relajé al sentir otro portazo más cerca... porque era el de su habitación. Siempre que entra a su habitación, no sale hasta el otro día. ¿Cuánto tiempo dormí?, ¿Qué hora es?

Me levanté y me quedé estática en medio de la habitación. Él estaba durmiendo... yo tenía hambre y quería saber la hora. ¿Qué pasa si salgo? ¿Si me descubre? Respiré hondo. Y cuando estaba por tratar de abrir la puerta un sonido vino de mi baño...
Sonó como si algo se hubiera caído.
Fruncí el ceño y caminé hasta allí, abrí la puerta y noté la luz encendida... y el cesto de ropa sucia estaba tirado hacia un costado.
Con pocas ganas caminé hasta el cesto y lo volví a levantar. Largué un suspiro y volví a la habitación.

Me tiré boca bajo en la cama, ni siquiera apagué la luz del baño y no cerré la puerta, solo me quede ahí, en mi cama, cuando la luz del baño se apago.
Me senté de golpe... no se veía nada. Quizás se vería algo con la luz de la ventana. Sin embargo. ¡Oh, esperen!... está tapada con ladrillos.

—¿Quién está ahí? —pregunté asustada.

¿Era un fantasma? Al pensar eso me asusté más.

—Soy yo —dijeron y mi respiración se aceleró más.

—¿Q-quién?

Yo reconocía esa voz, pero esto me asustaba.

—Elsa...

Hasta que entendí todo.

—¿Jack? —largué un sollozo—. ¡Jack!

—¡Shh! —sentí unos dedos sobre mis labios y luego la luz de un celular le ilumino la cara.

¡Oh dios!, ¡ERA JACK, AHÍ ESTABA ÉL ENFRENTE MÍO! ¿Estoy soñando? ¿Esto es en serio?

Sentí como se alejaba y segundos después la luz del baño iluminó un poco la habitación. Allí estaba él, apoyado contra el marco de la puerta.
Con temor me levanté de la cama... creyendo que si me acercaba él desapareciera.
Sentía como las lágrimas se deslizaban por mis mejillas a medida que con cada paso estaba mas cerca.
Cuando estuve frente a él, lentamente llevé una mano hacia su mejilla. Estaba tan suave, tan cálida.

—¿Esto... esto es real?

—Si... —sonrió.

—Parece un sueño... ¡Oh dios! —lo abracé y me sentí nuevamente feliz en sus brazos—. Jack no puedo creerlo ¿Qué haces aquí?

—¿Es broma? —susurró en mi oído—. Vine por ti Elsa, yo no iba a quedarme sin hacer nada —dejó de abrazarme y colocó sus manos en mi rostro—. No puedo creer que te tengo frente a mí nuevamente.

—Yo no puedo creerlo —suspiré—. Jack... —me escondí en su pecho—. Pensé que todo iba a terminar aquí.

—Escúchame... —colocó una de sus manos en mi mentón e hizo que le mirara—. Nada, ni nadie va a hacer que me separarme de ti, y aunque lo hagan, siempre estaré detrás de ti, hallando una manera de solucionar los problemas —me sonrió.

—Jack... —sonreí, ya sentía las lágrimas de felicidad recorrer mi mejilla—. Te...

Otro fuerte portazo se oyó y me espanté.
—¡Jack corre a esconderte! —le empujé hasta meterlo al closet—. ¡Quédate aquí! —asintió pero antes de cerrar la puerta me dio un dulce beso en los labios.

Caminé hasta la puerta y suavemente la abrí... no había nadie en el pasillo, pero se veía una luz que venía desde la planta baja.
Volví a entrar y esta vez me aseguré de cerrar con la llave que había encontrado entre mis cajones.
Jack salio del closet suavemente y caminó hacia mí.

—Es muy peligroso que estés aquí —me oculté en su pecho.

—Correré el peligro que sea necesario. Sólo quiero estar contigo —me miró a los ojos—. Te amo, Elsa.

Esas tres palabras «Te amo Elsa» provocaron que me olvide de cómo respirar.

—¡Oh dios! —llevé una mano hacia mi boca—. Estaba por decírtelo, también —sonreí y lo abracé más fuerte—. También te amo, Jack.

Y me sentí feliz al decírselo.

Luego de unos preciosos abrazos y besos; juntos caminamos hacia mi cama, primero me acosté yo, y luego él.
Me sentía segura, protegida, que nadie me haría daño mientras esté yo en sus brazos.

Me abrazó y suspiré colocando mi cabeza en su pecho en lo que él acariciaba mi cabello.

Cuando acabó, no me había dado cuenta de que estaba hecha un mar de lágrimas. Su voz como me hablaba. Era completamente hermoso.

—Jack —le sonreí—. Gracias... Por todo.

—No tienes que agradecerme nada. Te lo mereces después de todo lo que has pasado. Eres una persona fuerte Elsa, estoy muy orgulloso de ello. A pesar de eso... tú sigues sonriendo —me devolvió la sonrisa—. Pero ahora a dormir.

Asentí, no sin antes darle un pequeño beso en los labios.

—Te amo, Jack.

—También te amo, Elsa.

La dama y el vagabundo (Jelsa) ||Adaptada|| •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora