Sirviente

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Se había acabado el fin de semana, hoy ya era lunes, tenía clases, éste era mi último año y por fin terminaría la escuela, me levanté y fui al baño, cuando terminé busqué mi uniforme y me lo coloqué, el uniforme era unos zapatos negros, con una falda gris que llegaba hasta 4 dedos más de la rodilla hacía arriba, una camisa blanca y arriba un suéter gris que a su izquierda tenía el escudo de la escuela. Luego de vestirme llamé a mi nana para que me peinara con una bella trenza cocida, luego de por fin quedar fina y arreglada, bajamos y mi nana me sirvió el desayuno.

—Elsa, tu padre está buscando un nuevo sirviente, ya que hacen falta —dijo colocando el plato de cereal frente a mí.

—¿No es suficiente con las mucamas que ya hay?.

—Pero lo que quiere ahora, es un sirviente, masculino, que no solo sirva para limpiar, sino para arreglar algunas cosas que no funcionan —tocó su frente—. Como por ejemplo: si se llega a romper la canilla del baño... que él la arregle...

—Entiendo —dije sin importancia—. Bueno ya termine —tomé el plato y lo llevé hacia la cocina, luego volví a la sala—. Me voy...

—Sí, el chofer ya te espera afuera —arregló un mechón de mi cabello—. Que te vaya bien —me sonrió.

—Gracias nana, nos vemos luego—. La abracé y luego salí, dirigiéndome hacia el auto donde me esperaba el chofer para poder llevarme a la escuela.

Iba en la limusina mirando hacia la ventana, viendo a la gente caminar hacia sus trabajos, era un día gris, como todos los días de aquí. Cuando veo a alguien caminar, al verlo se me hizo un tanto conocido «¿Qué no era el vagabundo de la otra noche?» Me pregunté confundida. Justo el auto paró en el semáforo, eso dio más tiempo de poder observarlo, caminaba y observaba los negocios y algunas casa ¿Qué estará buscando?

Además lo veo joven, quizás tenga la misma edad que yo.

El auto volvió a ponerse en movimiento y fui mirándolo hasta que se hacía más y más pequeño, cuando lo perdí de vista, suspiré, y volví a mirar hacia delante, ya estaba en la escuela.

Narra Jack.

Caminaba por las calles buscando trabajo, hoy en la mañana lo había decidido, buscaré trabajo hasta encontrarlo, necesito dinero.

Caminaba y caminaba por las calles aburridas de Londres, cuando me detuve en una casa enorme, muy hermosa, fijé mi vista en la puerta de la casa, una señora de mediana edad y otra señor, discutían. Quién sabe de qué podrían haber estado hablando, hasta que escuché: "Necesito un sirviente, no puedo encontrar aún" gritó el hombre enojado. "Busca y encontrarás" dijo esta vez la señora.

Luego de eso, el señor bufó y caminó hasta la calle, subió a su auto y partió.

¿Había escuchado mal? Estaban buscando un sirviente, y yo podría ser perfecto para eso. ¡Esta es mi oportunidad!
Rápido me dirigí hasta le señora que seguía en la puerta.

—Hola —me atreví a decirle.

—Joven —me miró—. ¿Qué necesitas? —dijo dulce

—He oído, que el señor busca sirviente, y yo estoy buscando trabajo —tragué en seco.

—¿De verdad te ofrecerías? Sería mucho mejor, el señor busca hace días y no logra encontrar.

—Desde luego, busco trabajo, necesito dinero y comida —le dije.

—Mira hablaré con él y le diré que ya tiene una opción —me sonrió—. Por cierto, te ves un poco cansado y hambriento, ¿quisieras algo para comer?.

—No gracias —dije—. Sería una molestia.

—No es problema, necesitas comer algo y si quieres puedes bañarte, así cuando el señor vuelva, le gustarás más —pausó—. Ven pasa.

Así fue como acepté y entré a la hermosa casa. Tenía una sala preciosa llena de lujos y muebles hermosos.
La gentil señora me hizo una seña de que la siguiera, y terminé dirigiéndome hacia la cocina, sacó un pollo de el refrigerador y lo calentó.

— Esto es lo mejor que te puedo dar —sonrió—. ¿Lo quieres?

—Por supuesto que sí —miré el pollo hambriento. Rió.

—Disfrutalo.

Llevé un pedazo de pollo a mi boca, y estaba delicioso, hace cuanto no comía algo tan delicioso, se sintió tan bien, que me lo acabé rápido. Ella me pasó una servilleta y con eso limpié mi boca, cuando se escuchó el ruido de la puerta principal.

—El señor está aquí —me susurró.

Me levanté y sacudí lo más que pude mi ropa.
Allí me di vuelta, para encontrarme a un hombre grande, con ropa cara y reluciente, mirándome a través de sus gafas, el pánico llego a mí.

La dama y el vagabundo (Jelsa) ||Adaptada|| •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora