Quiero Verla

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Narra Jack.

Me paré a pensar antes de hacer lo que había planeado. ¿Todo esto lo valía? Por supuesto. ¿Qué iba a hacer?

Con sumo cuidado entraría por la puerta trasera, por donde Cristina había entrado hace unos minutos. ¿Y si me veían, y me delataban? Claro que no, con el tiempo se hicieron mis amigos, no los creo capaz de eso.

Suspiré y me preparé, miré hacia un lado y hacia el otro. No hay guardias. Corriendo como un rayo llegué hasta la puerta y la abrí suavemente.
Entré y rápidamente cerré la puerta detrás de mí... murmullos venían desde lo que yo conocía como la cocina. Conocía esas voces, eran de Cristina y Mady.

—¿Cómo está? —escuché a Mady.

Un suspiro pesado salió de la boca de Cristina.

—Se esta tomando un baño, pero ella no está bien Mady.

Cerré los ojos y caminé hacia allí, hasta estar a la vista de las dos, abrí los ojos y allí estaban frente a mí con los ojos abiertos como platos.

—¡Jack! —gritó Mady y Cristina rápidamente le tapó la boca con una mano.

—Jack... —me susurró Cristina—. ¿Cómo llegaste hasta aquí? —me sonrió con emoción. Podía notar su alegría.

—No me iba a quedar de brazos cruzados —sonreí y me encogí de hombros.

Un «ay» provino de la boca de Mady, que todavía estaba tapada por la mano de Cristina, ella la retiró completamente y Mady suspiró.

—Suerte que no está su padre ahora. ¿Qué si te hubiera visto?

Mi expresión cambio completamente ante la mención de su padre.

—No me importa si él me hubiera visto, yo no voy a dejar a mi novia sola —gruñí.

—Mady, ve a ver si no hay nadie en la sala —Mady asintió rápidamente y salió de la cocina.

—¿Dónde está Elsa? —le pregunté.

—En su habitación, tomando un baño.
—¿Está sola? —pregunté abriendo mis ojos con susto—. ¿Cómo vas a dejarla sola allí? ¡Es capaz de cualquier cosa! —como alma que lleva el diablo corrí hacia las escaleras, Cristina venía detrás de mí.

—Ella no va a hacer nada Jack —me tomó del brazo—. Déjala por favor, está tratando de calmarse.

—Ella no se calmará hasta que sepa que estoy aquí... junto a ella —le miré con ojos suplicantes.

—Sólo deja que termine su baño —me miró y no tuve otro remedio que asentir.

Cristina entró a la habitación de Elsa y me dejó solo en el pasillo.
Comencé a mirar hacia ambos lados... tantas cosas habían pasado aquí
Sin saber el por qué... Sonreí.

(...)

Largos minutos habían pasado y Cristina no salía de allí, ya me estaba volviendo completamente impaciente, comencé a mover los pies y a bufar caminando de un lado a otro.
Cuando pensé que nunca saldría, la puerta se abrió y me di vuelta rápidamente, Cristina me hizo una seña de silencio y me dijo que me acercara.
—Está dormida Jack. ¿Qué tal en un rato?

—¡De ninguna manera! —le susurré—. Voy a entrar, necesito verla, Cristina —le rogué.

Asintió con la mirada baja y me dio permiso para entrar, pero antes de que se marchara, la llamé y la abracé como si estuviera abrazando a mi propia madre.

—Gracias —besé su frente—. Gracias, por todo.

—Jack —sentí como me abrazaba más fuerte—. Gracias a ti, por traer fuerzas aquí. Sacar a mi niña del agujero negro donde estaba. Y... Haberle devuelto la sonrisa —me miró con ojos brillosos—. Ahora no pierdas tiempo y ve a verla.

Le sonreí, y me di la vuelta para entrar. Despacio abrí la puerta y entré, luego la cerré detrás de mí y me apoyé contra esta.

Miré la habitación... seguía igual que siempre. Recuerdo tantas cosas que pasaron aquí.

—No te vayas —me suplicó—. Quédate, sólo será un segundo —insistió y no pude negarme.

Pero creo que esos segundos se convirtieron en minutos, horas y una noche entera.

Me acosté junto a ella, atrayéndola en mis brazos, oliendo el dulce aroma de su cabello y oyendo como su respiración completamente pacífica iba en el mismo ritmo que la mía.

Sonreí al recordar eso y lo del día siguiente:

—Te ves tan adorable —sentí como susurraban en mi oído y luego besaban lentamente mi cuello.

Mmh —me moví aún con mis ojos cerrados—. Joder, quién me besa así, me encanta.

Escuché una risa...

—Oh —abrí mis ojos de repente, y sonreí al verla—. Así que eres tú.

—Claro, quién más —dijo largando una carcajada.

—Bueno —golpeé su hombro suavemente y luego froté mis ojos.

—Debo irme a la escuela —dijo y besó mi naríz—. Nos veremos esta noche.

Mmh —me quejé.

—¿Qué pasa? —preguntó mientras se levantaba y caminaba hasta su clóset.

—Yo no quiero un beso en mi naríz —reí pícaramente al ver como se sonrojaba.

—Oh —se acercó un poco—. ¿Entonces aquí? —besó mi mejilla y negué divertido con la cabeza—. Mmh... ¿Aquí? —besó mi frente y volví a negar—. ¿Dónde? —preguntó con su cara de confundida... lucía realmente hermosa.

—Aquí —dije tomando su rostro con mis manos, y junte mis labios con los suyos.

Volví a la realidad y suspiré, sentía como el corazón me latía a mil por hora. Estaba allí, en su habitación, miré a su cama y el corazón se me detuvo por un minuto.
Allí estaba ella, durmiendo tranquilamente. Me acerqué y me agaché quedando a su altura... su rostro tan angelical, tan adorable, pero con un ceño fruncido.
Era tan hermosa, tan frágil.

—Mi princesa... —susurré acariciando su mejilla... disfrutando de tenerle allí, frente a mí.

Narra Elsa.

—¡Jack! —sentí desde abajo, giré mi cabeza en dirección a la puerta. ¿Qué fue eso? ¿Jack? ¿Qué pasa con Jack? ¿Él está aquí?

Me salí de la bañera y enrollé mi cuerpo en una toalla, caminé hasta mi habitación y elegí uno de mis pijamas, con suavidad me lo puse y me senté sobre la cama.
Suspire y me acosté, llevando mis brazos detrás de mi cabeza. Mirando hacia el techo.
¿Dónde estás, Jack?
Intento imaginar cómo habría terminado este día, si todo esto no hubiera pasado ¿Aun me habrían encontrado?
Traté de controlar mis lágrimas... ya no quería llorar más.. así que cerré mis ojos y traté de no pensar en nada, sólo en relajarme. Poder dejar descansar mi mente.

La puerta abriéndose hizo que abriera mis ojos, Nana había entrado allí con una sonrisa.

—¿Cómo estás? —me preguntó y se acercó.

—Bien —suspiré.

—¿Quieres algo? —me acarició el cabello.

—No... estoy bien —traté de sonreírle un poco—. Creo que descansaré un poco.

—Eso te hará mejor —asintió—
Aunque hayas ya dormido hace un rato, no dudo en que sigas cansada.

Me acomodé mejor en mi cama y cerré los ojos... sentía como se levantaba, pero antes de que se fuera, le pregunté.

—¿Dónde está Jack?

—Él...

—Olvídalo... —pronuncié.

No creo que él esté aquí –Quise decir– pero ya había caído en un profundo sueño.

En mi sueño... lo sentí a él, junto a mí... sentí su presencia... acariciándome las mejillas, con sus dulces manos.

La dama y el vagabundo (Jelsa) ||Adaptada|| •TERMINADA•Where stories live. Discover now