Cap. O6

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Cuando terminé de quitarme el lodo del cuerpo, arroje la ropa al canasto de ropa sucia. Coloqué una toalla en mi cabello y escuché que alguien tocaba la puerta, me terminé de colocar la camisa para poder hablar.

—Adelante.—dije mientras quitaba la toalla de mi cabello y lo secaba con esta, al otro lado apareció Kaila con una bandeja de plata, una jarra de agua y dos vasos de cristal.

—Yo lo siento, hace mucho tiempo que no venía a casa y pensé que aun era el cuarto de huéspedes.—Kaila me mostró una sonrisa de arrepentimiento y dejo sobre el tocador la bandeja de plata.

—Ya no importa, me humille delante de tú hermano poniéndome nerviosa.—me levanté de la cama y deje la toalla húmeda sobre una silla que se encontraba en el cuarto.

— ¿Tú nerviosa?—dirigí la mirada a Kaila y ella solo contenía la risa—Pero si nunca te pones nerviosa. Esa no es la Gina que conozco.

—Tú te pondrías nerviosa si entrarás al cuarto de un chico y lo encontraras sin camisa.—miré por la ventana y vi el paisaje de la parte trasera de la casa, a lo lejos observaba un cobertizo. Miré abajó y ahí estaba Austin cepillando a un caballo.

—Pues deberás acostumbrarte, a Austin le gusta andar sin camisa cuando trabaja.—se posó aun lado de mi y dirigió la vista hacía donde yo miraba—Espiar a alguien es un delito.

—No estoy espiando a nadie, además recuerda somos agentes federales de los Estados Unidos.—me aleje de la ventana y escuché los pasos de Kaila detras de mi, tomé un vaso y serví un poco de limonada.

—Sólo estoy bromeando, no es para que actúes así.—tomó el otro vaso y lo sirvió con la limonada.

—Lo siento, solo que tus bromas no tienen sentido.—tomé un sorbo de limonada y deje el vaso sobre la mesa de noche—Además estoy preocupada por mi trabajo.

—Gina, no hablarás de trabajo éstos dos meses. Te lo digo solo una vez.—Kaila me miró sería.

—Bien. Pero ¿Al menos puedo hablar con mi padre?—Gina me miró un segundo y accedió.

—Solo con tu padre, ahora me voy y te dejo hablar con él.—Kaila recogió ambos vasos junto a la jarra y bandeja de plata y salió de mi cuarto, espere cinco minutos y saque mi teléfono de mi maleta para marcar el número de mi padre.

—Hija.—escuché la voz de mi padre al otro lado de la bocina.

—Hola papá.

— ¿Qué tal Texas?—noté en su voz un tonó de felicidad.

—Todo bien, hacé unas horas llegamos.—dije un poco desanimada ya que extrañaba estar en mi trabajo.

— ¿Estas segura? No te escuchó muy convencida.—reí levemente al escuchar las palabras de mi padre, sabía que a él no le podía mentir.

—En realidad no, quiero estar trabajando contigo en la agencia, es lindo este lugar, pero extrañó todo.—mi tono de voz fue decayendo.

—Se que no es fácil para tí, pero deberías tomar este tiempo para conocer gente y tal vez a alguien a quien amar.—unas voces se escucharon de fondo—Lo siento hija, tengo que trabajar, te quiero.

—Yo también te quiero.—mi padre colgó y solo me acosté sobre mi cama, las palabras de mi padre retumbaban en mi cabeza “alguien a quien amar” ¿Porqué 4 simples palabras retumbaban en mi cabeza? En mis planes de vida el amor no estaba presente en mi futuro, lo único que haría toda mi vida era trabajar y así debía de ser.

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▪Agente 201▪Where stories live. Discover now