Capítulo 10: Mamá, las cosas que cambian

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"Una madre es la amiga más leal de que disponemos. Cuando nos sobrevengan repentinamente duras pruebas; cuando la prosperidad dé paso a la adversidad; cuando nos abandonen amigos que se alegraban con nosotros en las buenas; cuando las tribulaciones se multipliquen a nuestro alrededor, ella se aferrará a nosotros y, valiéndose de consejos y preceptos de ternura, se esforzará por disipar los nubarrones de tempestad y hacer retornar la paz a nuestro corazón." Washington Irving (1783-1859). Novelista estadounidense

Ya era de noche, seguramente Tsuna ya había llegado a la casa, pero Nana estaba muy triste, recordó que ella siendo su madre no pudo ayudarle esa vez, la única cosas que se arrepentiría por toda su vida. Fuuta escuchaba atentamente, aunque ahora Nana estaba en silencio, esas cosas no se podían decir sin sentir dolor.

-Mamá, ¿segura quieres continuar? Si quieres podemos seguir otro día- Nana negó al pequeño

-Fuuta, si no te enteras de esto ahora, no habrá un mañana- la voz de la castaña sonaba triste, más de lo que ya estaba –mejor te sigo contando lo que pasó- y miró al firmamento de esa noche. Ese cielo suyo, su pequeñito, esa noche se había convertido como la noche, sin luz, por fortuna sus amigos estaban ahí con él, no podían hacer que sea de día, pero sí que podían hacer estrellas y una luna para alumbrar todo el firmamento, al menos hasta que llegara el sol.

//////////////////////////////////////////Flash back///////////////////////////////////////////////

Nana estaba llorando, llorando y lamentándose, por ser débil, ser inútil para su hijo, para su único cielo que ella tenía, todo había quedado de lado, todo rastro de su felicidad se había desaparecido, tristeza, era lo único que sentía su corazón.

-Tenga, tome un vaso de agua- Timoteo se la había llevado de la habitación para que descansaran todos, nadie había dormido en tiempo, pero igual el sueño era ya de menos. Timoteo lucía triste y apagado, no se podía decir que Nana estuviera mejor.

De pronto la puerta sonó y Timoteo vio a Nana como pidiendo permiso para abrir y ella aun en lágrimas asintió con su cabeza diciéndole que no se preocupe por ella. El mayor dio permiso y un empleado con un rostro casi blanco y temblando se le acercó para decirle que los heridos estaban bien y que exigían una reunión con él. Nono comprendió que el empleado se asustara, pues ellos habían sido heridos de gravedad, no deberían curarse tan rápido, además conocía la actitud de ellos, cuando se trataba de algo serio tenían la capacidad de convertirse en bestias sin almas. Timoteo le mandó a que prepare una la sala del refugio para todos, y que les dijera que en 15 minutos todos se reunirían en esa sala, sin embargo el empleado tenía un sobre en su mano y se lo extendió y dijo.

–Esta fue la única condición que pidieron.

Él solo le asintió con la cabeza y le dijo que hiciera las cosas mandadas. El empleado ya con color en el rostro salió y dejó a un pensativo Timoteo y a una muy triste Nana.

Timoteo leyó en voz alta la carta para que Nana no se perdiera detalles de esta, mas se dio cuenta de que la carta había sido escrita por su hijo.

"Viejo, queremos esta reunión para hoy, necesitamos que lleves a la madre de la basura Tsunayoshi. Y ni se te ocurra llevar a Tsunayoshi, necesitamos hablar de una cosa que seguro no les dijo, además ninguna de las basuras se siente seguro de verlo, ni tampoco a su madre, pero ella tiene que saberlo.

Espero que no digas que no, que ahí si mando a Squalo a rebanarte

Atte. Xanxus di Vongola"

No todo es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora