Capítulo 31: Una melodía para el juego

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"Esta noche bailaremos un vals de máscaras, la muerte y yo seremos la pareja perfecta de esta danza. Damos un giro o dos, mas nunca nos veremos sin que antes la canción llegue a su fin"


Sus cuerpos estaban con raspaduras por todas partes, el sudor en su frente revelaba el esfuerzo que habían realizado en todo el día, parando solo para las horas de comida. Se hallaban tendidos en el suelo respirando con dificultad, el sol estaba ocultándose y dos personas frente al grupo seguían peleando con una brecha todavía muy grande.

-¿Crees que esta vez Hibari logre sacarle el sombrero a Reborn-san?- se preguntó más para sí mismo que para el resto el experto en bombas.

-El prefecto ha mejorado- el peli café se arrimaba a su espada para poder observar la pelea con mayor detenimiento –pero Reborn es orgulloso y no se va a "rebajar" en nivel para que le derroten o que le quiten su preciada fedora.

-¡Pero su pelea es EXTREMA!- gritó Ryohei acercándoseles mientras hacía su típica pose.

Los chicos asintieron a su comentario. Frente a sus ojos se encontraban el asesino número uno y un prefecto luchando cuerpo contra cuerpo, analizando cada movimiento del contrario. Ese era un entrenamiento de peleas cuerpo a cuerpo en el que no se les permitía usar armamento alguno para contrarrestar alguna posibilidad de quedarse sin armamento frente al ataque enemigo. Ambos contrincantes era hábiles y ágiles, la pierna del menor fue a dar directamente al rostro del mayor quien en un reflejo movió su mano izquierda y empujó su ataque para terminar con un rodillazo en pleno estómago del menor aprovechando la apertura que le proporcionaba la falta de equilibrio en una sola pierna.

-Tienen que evitar aperturas tan obvias, evitar perder el control de su cuerpo y aprender a usar las habilidades de sus enemigos para el beneficio de ustedes- habló mientras se sacudía el polvo de su recién y nuevo terno negro.

Lejos, desde el inmenso vitral los miraba un grupo de chicos que tenía sobre una mesa papeles guardados en una elegante carpeta. Un chico leía y volvía a leer las cosas puestas sobre el papel sin decidirse y una chica que irradiaba alegría en su rostro. El que estaba arrimado al respaldar de su silla veía como Gokudera se levantaba y comenzar a propinar golpes y más golpes al tutor y el otro comenzaba a ver la hora esquivando como si nada las patadas y puñetazos lanzados al azar.

-¿Estás seguro que no hay engaños en esta cosa, Vongola?- el chico de peinado de piña le miraba con una sonrisa nada amigable.

-El experto en engaños aquí eres tú y nadie más- le contestó de igual manera el castaño regresando su vista a sus acompañantes –no hay trampas ni nada que les pueda perjudicar, es un trámite cien por ciento legal, asegurado por las leyes italianas que amparan a los donadores como a los que lo necesitan. Como puedes leer, el donante de los órganos aceptó bajo su propia voluntad y se contactó con nosotros.

-Te hago acuerdo que soy buscado por las leyes italianas además de las leyes mafiosas- le recalcó intentando que su sarcasmo se notase por entre sus sonrisa.

-No eres tú el que va a firmar- giró su cabeza para mostrar una dulce sonrisa a la chica peli parada frente a él –la persona que recibe es la que tiene que firmar, es decir ¿Nagi, estas dispuesta a la operación para recuperar tus órganos y dejar de depender de las ilusiones de Mukuro?

Su relación entre la chica del parche con él se había fortalecido gracias a los varios exámenes médicos que el capo le había ordenado realizarse en el hospital de la ciudad junto con su compañía, tal como le había dicho en Japón. La chica miraba el contrato y veía a Mukuro esperando ver alguna reacción que le indicara por donde comenzar a tomar su decisión durante algunas palabrotas que se escuchaban por los susurros de quien veía.

No todo es lo que pareceWhere stories live. Discover now