Capítulo 34: El verdadero dolor

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"Siempre tan hermosa, siempre tan resplandeciente como solo tú puedes serlo. Vienes a mí en el momento más inesperado ¡Espera! Solo me visto de gala para salir juntos al viaje del que no existe pasaje de regreso, amada señora mía"

Sus cuerpos estaban allí, unos peleando y otros sintiendo la vida como el agua que corre libre por las manos de todos. En el ambiente se sentía el amargo sabor de un último bocado del bocadillo más dulce, bajo la luz de la luna y las estrellas que parecían llorar. Esa noche, los búhos se ocultaron, las ranas y luciérnagas callaron sus movimientos y el viento parecía ser el único que acompañaba esa triste melodía de los cuatro cuerpos en medio de escombros de una mansión cuyas las luces estaban apagadas. Nada, absolutamente nada podía simplemente ignorar lo que pasaba, como las notas que sonaban de un último réquiem.

Dos cuerpos se movían con una sincronización única, pero sin fuerza. Tsuna se mantenía peleando con Ángelo, sentía como la fuerza de los dos se iba con cada golpe y con cada contraataque. Movió su mano a la izquierda evitando que el puño del bufón le diera en todo su rostro, contraatacó alzando su rodilla para dar una patada al vientre de su adversario y este se alejó en un acto de reflejo. Llevó su mano a su pierna, no podía evitar tocar su bolsillo una y otra vez para verificar que no se rompiera ese pequeño frasco. Un golpe en su tórax lo sacó de su propio subconsciente y le dejó sin aire tumbado en el suelo, luego, una patada lo llevó lejos hasta chocar con una viga partida. Sintió como cada parte de su cuerpo dolía más y más por cada nuevo hueso roto, miró el destrozado reloj de su mano derecha, desde la explosión habían pasado 30 minutos, los necesarios para que surtiera el efecto del veneno.

-Gracias Shammal- se comenzó a levantar alzando su parte superior con el apoyo de sus brazos temblorosos -Sin tus mosquitos no sería factible -comenzó a toser fuertemente y se tapaba la boca para así mantener su resistencia.

-Jajaja ¡Veneno, eso es!- comenzó a reír Ángelo caminando, balanceándose de un lado al otro en busca del equilibrio que estaba perdiendo - ¿Con qué veneno?- se paró cuando estuvo frente a él viéndole desde arriba - ¿Ricina, Ántrax o Sarín, con el que logré matar a tus queridos guardianes-abuelos? -Apuntó con su pistola a su frente riéndose de una forma extraña -dispersaste a la fuerza a cientos de pedazos de vidrios con veneno ¿Pero cuál?

Tsuna levantó su mirada, la pistola de Ángelo seguía apuntando a su cabeza.

-Baja esa pistola, desgraciado- le sonrió -no lo vas a hacer, no después de tantas oportunidades que has tenido para hacerlo y la remota oportunidad de hoy que tienes de tenerme tan cerca- sostuvo esa pistola entre sus manos levantándose y notó como estas temblaban, a parecer las del rubio también - solo que en esta vez te tocó la mala suerte de Caín y a mí, a mí me cayó tu maldición- se acercó más a él hasta que sus frentes chocaron y sus ojos quedaron a muy cortos centímetros -al contrario que en esos textos del Dios hebreo que tanto nombraste en cada jodido momento, "Quien mate a Caín será siete veces castigado" Yo ya que yo he sido castigado el quíntuple de veces que esa miserable cifra y todo desde el maldito momento que apareciste en mi vida.

La tensión entre la sonrisa del rubio y la seriedad del castaño podía quemar, sus miradas no se fijaban en nada más que en la del contrario. Un dolor bien conocido por ambos fue lo que provocó que sus gestos cambiaran por segundos. Ángelo sonrió y Tsuna frunció el ceño. Sintieron como un líquido carmesí que debía correr por sus venas se resbalaba lentamente sobre su cuerpo; de este modo morirían antes por un desangrado que por el veneno dentro de su cuerpo que ya afectaba a sus funciones, pero el cielo se conocía la anatomía humana de memoria y no asestó en cualquier parte del abdomen del contrario su pequeña daga dorada.

-¿Caín o Ángelo?- le preguntó al rubio moviendo despacio en sentido de las manecillas del reloj su daga, clavando aún más profundo -¿El maldito o el protector?- notó los gestos que Ángelo intentaba ocultar su dolor -¿Cuál de todos será tu verdadero destino?

No todo es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora