Capítulo 28: Al final de un "tranquilidad"

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"Apura la espera y demora la prisa, espéralo todo y duda de nada, que la vida no sea una mentira ni la tan temida muerte sea una verdad"

La tarde se hizo enormemente larga, estaba arrimado en la pared esperando junto a una peli rosa después de que varios familiares entraran corriendo sin importarles nada. Cerró sus ojos con fuerza, la rabia volvía a subir por su cuerpo. Sintió impotencia, se giró y golpeó con toda su fuerza a un muro frente a él, debido a que recién estaba en recuperación el golpe fue débil y aun así logró realizar una fisura. Sintió la larga mano de la chica junto a él en su espalda.

-Se les ha administrado la cantidad correcta del medicamento- dijo Bianqui con un tono neutro –el veneno pudo ser fuerte, pero no lo suficiente para matarlos y...- fue interrumpida.

-Ellos no son jóvenes de quince años como para no preocuparse por el resto de heridas que tienen- dijo frunciendo su ceño.

Iba a dar otro golpe en la pared, sin embargo, el llamado de su mayordomo lo detuvo. Adamo se acercaba corriendo a él, parecía llevar un folio muy grande lleno de varias hojas. Tsuna lo miró y se puso firme.

-¿Conseguiste lo que te pedí?- preguntó mirando y chequeando varias veces el contenido de las hojas.

-Así fue amo, están todas las cosas que pidió- lo miró con orgullo de su propio trabajo –están los papeles, los certificados, las pruebas, los testigos, la vestimenta, los adornos y los...- fue detenido abruptamente por Tsuna.

-Está bien, entendí- dijo sin más –ahora quiero que te preocupes de atender a todos por igual, que todos se encuentren en condiciones óptimas para descansar – su mirada tenía una brillo extraño, entre ira y fulgor.

-Como usted ordene- y se retiró.

Bianqui intentaba ver los papeles, pero su vista se dificultaba por los rápidos movimientos con los que el castaño movía las hojas.

-Dame-Tsuna..- Bianqui quería hablar.

-Décimo- salió un doctor de la sala donde estaban los seis hombres mal heridos –ya puede pasar.

Tsuna asintió y comenzó a caminar con los papeles en su mano. Bianqui suspiró, quería ver esos papeles para poder molestar al castaño como siempre lo hacía. Ambos entraron a la habitación y pudo ver a las familias de cada uno de los que estaban allí. Los mayores estaban con tubos que ayudaban a su tratamiento y dormidos. Tsuna cerró con fuerza su mano libre.

-Ya expliqué a los familiares sobre la condición- dijo el doctor parándose a su lado para poder explicarle –el envenenamiento pudo ser tratado, esperamos que no hayan daños posteriores en sus cerebros ni en otras partes.

El castaño asintió mientras veía las escenas desgarradoras de algunos hijos y de las esposas de cada uno, era como si mirara la imagen que él pensaba llegar con su esposa, su corazón se rompió, no era bueno torturarse así.

-Está bien doctor, muchas gracias por su esfuerzo- estrecharon manos al muy estilo occidental- una pregunta ¿Qué pasa con las heridas recibidas y las balas?- susurró lo último.

-No se preocupe, sus condiciones son estables, sin embargo, eso sí puede que traiga algunos daños que tendremos que tratar después de que se recuperen totalmente- le puso su mano sobre su hombro y con un apretón le intentó dar fuerza –dejen que descansen, después podremos preocuparnos por lo que pase.

El castaño asintió y el doctor comenzó su marcha a las afueras de la habitación. Miró a las familias, algunas se limpiaban las lágrimas y le miraban de vez en vez. Aceptar que se sentía incómodo era poco. Pidió perdón por involucrarlos en tan fiera batalla con todo su pesar, lo hizo con una reverencia. Los familiares le vieron y fue la esposa de Coyote quien le dijo "era su deseo, no los obligaste a nada... solo, solo pedimos que esto acabe pronto antes de una nueva muerte se haga presente", fueron gracias a esas palabras que decidió no permitir que volvieran al campo de batalla.

No todo es lo que pareceWhere stories live. Discover now