Capítulo 30: Pequeños sacrificios

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  "Hay cosas que pasan desapercibidas ante los ojos de todos"

Era de tarde y el miedo se sintió en toda la mansión. Los empleados iban y venían con armas por todo su cuerpo. Fue como si se hubiese impuesto un toque de queda a todos, menos a los capos que corrían a donde las personas de Varia y los de CEDEF les decían. Los guardianes se reunieron en la biblioteca. Gokudera maldecía una y otra vez diciendo cosas como "yo se supone que soy su mano derecha" o "debería confiar un poco más en mis habilidades" y muchas cosas más.

-Ya, ya –Yamamoto caminaba tras él para intentar tranquilizarlo –Tsuna ha enfrentado esta situación por varias veces según parece – su semblante era el de alguien sumamente enojado, su mirada había cambiado como cuando Reborn dijo que él podía ser un asesino profesional si la necesidad se presentaba.

-Tsuna actuó al extremo –dijo bajo Ryohei, cosa rara en él, sosteniendo a su hermana entre sus brazos consolándola y diciéndole que todo iba a estar bien –en el fondo, sus ojos revelaban el dolor y la impotencia al ver esa carnicería.

Ya no servía de nada hablar con tapujos, ahora solo sentían la necesidad de ayudar, pero si lo hacían corrían el riesgo de estorbar a su cielo.

-Boss- susurró Chrome sentada agarrando si tridente de forma posesiva –él... él está empeorando.

Los hombres la regresaron a ver en el pequeño sillón en el que estaba sentada leyendo un libro junto a Hibari y Mukuro. Si esa situación continuaba podrían confirmar que todo el mundo cambiaría. Todos estaban actuando de manera sumamente diferente.

-¿A qué te refieres, mi pequeña Nagi?- preguntó el de ojos monocromáticos.

-Él... en el desayuno no comió nada y su rostro- miró directamente al libro que habían comenzado a leer –su rostro estaba más pálido que ayer.

-Pero el resto se veía mejor –habló Hana, que intentaba que no le afectara tanto lo de horas antes –Kozato, el sen....Dino-san y el otro raro que da miedo andaban sin problemas.

-Ahora que lo mencionas – Haru levantó su mirada de entre sus piernas. Ella estaba abrazando sus piernas para calmarse e intentar olvidar lo que nunca quiso ver –Haru-san notó que Enma-kun ya no caminó hoy con el bastón que llevó al colegio.

Los chicos lo pensaron, si se ponían a comparar, Tsuna tenía la capacidad actual de mentir de una manera extraordinaria. No era que dudaran de él ni nada por el estilo, pero...

-Él está estresado- la voz del hombre sorprendió a todos, él no solía hablar con ellos y aún peor, no trataba a nadie si no era de la manera comparativa con carnívoros o herbívoros –Tuvimos un atentado en Japón, nos envenenaron y de alguna manera nos salvamos del veneno por la rápida acción que hubo aquí en Italia por su parte. Los anteriores omnívoros fueron los que en peores condiciones quedaron- relató como si fuese algo común para él hablar con ellos –todo eso hasta hoy en la mañana.

-Y que nos presentó a su amiga –concluyó Gokudera acercándose a la mesa de ellos.

-¿De qué conversaron tú y él cuando nos adelantamos al comedor, Ave-kun?- preguntó curioso Mukuro.

El peli negro los miró y sonrió con prepotencia, como solo él podía hacerlo.

-Cosas- atinó a decirles dejándoles con la duda.

Las reuniones habían terminado. Tsuna, después de salir a la sala miró que no quedara nadie en los pasillos, pudo confirmar que todos se habían ido de ahí y que su orden fue acatada al pie de la letra. Él tenía que llegar a su habitación lo más rápido posible, arrugando un papel en su mano con extremada ira.

No todo es lo que pareceWhere stories live. Discover now