Capítulo 27: Conociendo debilidades

1.4K 102 12
                                    

"Vida, susúrrame tus recuerdos y yo te diré mis pensamientos"

Estaba sentado en su escritorio con el sol brindando los primeros rayos dando comienzo al siguiente día. Sus pensamientos divagaban en lo que horas atrás había acontecido, en verdad esa atractiva mujer había aceptado y él seguía sin creer que pudiese ser posible que alguien traicionara así al amor de su vida; mejor dicho, que alguien pudiese estar con ese tipo de persona. Suspiró, las ventajas de estar solo durante unos pocos momentos era relajante. Dirigió su vista a las cenizas de la carta que había quemado para pactar el trato con la elegante mujer y recordó su contenido, no pudo evitar una sonrisa en su rostro.

Sintió como el sol comenzaba a calentar el día, todos los que se habían quedado en Japón tardarían en llegar algunas horas más y como había ordenado a todos encargarse de ciertos asuntos tendría tiempo para él solo.

Arrimado en su sillón, los recuerdos de todo lo que le tocó vivir comenzaron a rodar por su cabeza, la imagen de una pelirroja se detuvo evitando que la película de recuerdos siguiera su curso. No pudo evitar fruncir su ceño ya que la mirada de la muchacha era de negación.

-No puedo creer que vaya a hacer esto- dijo mientras se tapaba con su mano derecha su rostro.

-¿Hacer qué Tsuna-kun?- la voz provenía de enfrente suyo, pero no era necesidad de abrir sus ojos para reconocer al propietario.

-Varias cosas, Enma- dijo sin especificar nada.

-Me parece que lo de anoche te está afectando mucho- escuchó la vos de otra persona.

Tsuna asintió, y solo bajó su mano sin abrir los ojos.

-Me está comenzando a dar migraña de nuevo- hizo un puchero que causó la risa de sus "invitados".

Se escuchó como uno caminaba y abría un cajón, el sonido de vidrió le reveló que estaban sacando unos vasos, sonrió, no le caería mal unas cuantas copas con sus amigos para contarles sobre el verdadero plan.

-Esta vez quiero un Nero d'Avola, por favor.

-Es raro que quieras un vino tan temprano, hermanito- dijo burlón Dino mientras se acercaba a los dos capos.

-Vamos Dino, no hay que molestarlo mucho que si no te manda a matar –comenzó a molestarle también el pelirrojo.

Tsuna rió, sabía que ellos solo hacían para no terminar tristes ni preocupados. Abrió sus ojos y los vio más relucientes, más alegres, más saludables. No pudo evitar sonreír aliviado.

-Vamos, no jueguen con eso- dijo levantándose de su asiento para arrebatarles el primer vaso de vino que Dino servía.

Pasaron riendo durante unos minutos, esos eran sus momentos, había que disfrutarlos.

-¿Saben algo de Xanxus?- preguntó viendo su vaso el castaño.

-Sí, fue a dejar a la dulce dama a su habitación- dijo con una sonrisa divertida el rubio –es raro que sea tan caballeroso- se acercó a ellos y susurró -¿Será que le gusta?

Los menores se vieron entre ellos y comenzaron a reír a todo pulmón, tuvieron que dejar los vasos en el escritorio para poder golpear el trozo de madera por no poder aguantar la risa. Fue una escena tan típica, tan de ellos que parecía que no hubiese nada más. Tsuna les contó sobre las ordenes que había dado contando detalle por detalle sin omitir nada. Los otros líderes asentían y comprendían las decisiones de su amigo.

-¿Entonces esa mujer es esposa de Ángelo?- preguntó sorprendido Dino -¿quién creería que semejante belleza terminaría con un psicópata así?

No todo es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora