12. El Expreso de Hogwarts.

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-Oye, Albus...

Con el ceño fruncido, me voltee hacia Lorcan. Estaba solo, sin su hermano, sin Hugo ni ninguno de los mellizos Peyton. Pero, lo más extraño de todo es que no me había llamado "cuñado" y su rostro se encontraba impenetrablemente serio.

-¿Sí?

-¿Es cierto eso de que...? -suspiró y sacudió su cabello-. ¿Es cierto eso de que has besado a Psique Davis? ¿Ella te gusta?

Se mostraba temeroso y precavido, pensando bien sus palabras como nunca antes.

-No me gusta, Lorcan. Sabes que me gusta Alice, la bese sólo porque... sólo porque soy un idiota -admití, negando con la cabeza, decepcionado de mí mismo-. ¿Y por qué lo preguntas?

Lorcan apretó sus labios entre sí y revoloteó sus ojos azules hacia los lados, tal vez controlando que nadie pasara. Luego, sacudió su cabello rubio y lo desordenó de la forma exacta en que lo hacía mi hermano.

-Sólo quería advertirte... ella, Psique... es algo peligrosa, Albus. No te fíes de ella, te lo aconsejo, simplemente trata de ignorarla todo lo posible -suspiró y dio un último vistazo a los lados antes de señalarme con su dedo índice-. Ella nunca tiene planeado nada bueno.

Así sin más, volvió a sacudirse el cabello y se alejó, dejándome más confundido que de costumbre.

Retomé el camino hacia mi Sala Común sin dejar de pensar en lo extraño que había actuado Lorcan. ¿Cómo es que él conocía a Psique? Sabía que ellos iban a las mismas clases, ya que ambos eran Gryffindors de sexto año, pero eso tampoco significaba que fueran amigos.

Además... ¡No me había dicho "cuñado"!

Ya habías mencionado eso.

Lo sé, es que... woaw.

Oh, por Merlín. ¡Estaba contestando a mi James-conciencia! Y no, me negaba a admitir que lo extrañaba, dentro de un par de horas ya debería subirme al tren que me llevaría a casa... con James, porque el muy idiota seguía lesionado.

Además, no tendría que verlo por esas dos únicas semanas de vacaciones porque papá ya había entregado los permisos míos y de Paris para el casamiento de Dominique, ¡Y no termina ahí! Sino que McGonagall había cedido no sólo a dejarnos faltar todo aquel día entero, sino, también, a no ir los dos días siguientes y volver a Hogwarts el domingo por la noche para tener clases el lunes por la mañana.

Con dos semanas y media, más un casamiento, dos festividades y la vida misma, estaba de seguro que no volvería a semi-extrañar a James hasta las próximas vacaciones... ¡Alto!

Mientras revisaba bajo las literas si no olvidaba nada, me di cuenta de que este era mi último año en Hogwarts y que no volvería nunca más... y vería a James mensualmente, lo que de por sí ya es mucho.

Las ruedas de mi valija resonaron en el lúgubre pasillo desde las habitaciones hasta la Sala Común; cuando ya tuve que adecuar mis ojos a la luz verdosa, distinguí la silueta de Miranda Nott contra una columna, mirando hacia mí con una sonrisa. Tenía su cabello pelirrojo suelto, el flequillo algo largo como de costumbre y una vincha de los colores de Slytherin.

-Oye, Albus. ¿Vuelves a casa?

Miranda tenía la costumbre de arrugar su nariz levemente cada vez que preguntaba algo y de sacudir su cabeza disimuladamente cuando hablaba conmigo, ya que como yo era mucho más alto que ella, su flequillo, al llegar al borde de sus ojos, le dificultaba poder verme con facilidad.

-Claro que sí. ¿Tú?

-Obvio. Estaba pensando en que deberíamos juntarnos en las vacaciones.

Albus Potter y la maldición de los Potter || #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora