31. ¿Y Paris? (Parte 1)

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En multimedia, Miles Teller como Ethan Corner.

Capítulo dedicado a Rebel-38 que se lo merece desde hace mucho.

Muyyyy bien. Hoy es como un pequeño maratón de dos capítulos. Va a haber sorpresa, sorpresa, sorpresa y será súper importante así que espero que les guste.

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-Perdone, señor Potter. ¿Podría esperar unos segundos? Han surgido unos problemas a último momento que tengo que atender inmediatamente.

Asentí con la cabeza algo aturdido y extrañado. La profesora McGonagall corrió la silla frente a su escritorio invitándone a que tomara asiento y con la misma rapidez se fue del despacho.

Me había citado en la hora de Herbología y me había pedido que por favor, en cuanto concluyera la clase, fuera a esperarla a dirección. Aquí estaba ahora, y por lo visto debería esperarla un poco más.

Observé las cosas que tenía sobre el escritorio, aburrido. Había un par de hojas en blanco, una colección de plumas, un pequeño velador y una pequeña cajita con caramelos de limón. Tomé uno e hice una mueca de los ácidos y feos que eran.

-¿Viste? A nadie le gustan tus caramelos -escuché la voz quejumbrosa de Severus Snape desde su retrato.

Su nariz ganchuda apuntaba hacia Albus Dumbledore, risueño, con los lentes de medialuna pendiendo de la punta de su nariz.

-¡Y por supuesto que no! ¡Tienen veintisiete años allí!

Sin poder evitarlo, la mueca de asco se acentuó en mi rostro y escupí el caramelo, justo por arriba de los libros esparcidos sobre el escritorio de la directora. Una extensa mancha de saliva amarilla se propagó sobre las viejas y polvorosas hojas mientras mi corazón latía rápidamente de la adrenalina.

Revisé la puerta por si volvía a entrar la profesora y descubría el desastre que había hecho sobre sus libros. Estaba tan preocupado que ni siquiera recordaba el hechizo que mamá utilizaba para limpiar el polvo y líquidos de la casa. Debía hacer algo rápido y los nurmullos acusadores entre los retratos no ayudaban demasiado.

-Tergeo, Albus -me recordó Snape, tras un suspiro profundo, como rendido.

Susurré un "gracias" casi sin separar los labios y realicé de forma no-verbal el hechizo, dejando a los libros en su estado anterior. El retrato de Severus Snape y yo teníamos una relación algo extraña: yo lo idolatraba aunque nunca se lo hubiera dicho, pero él no parecía sacarse de la cabeza la idea de que era un Potrer. Después de todo, era increíblemente parecido a ni padre y, por lo tanto, a mi abuelo... ni me imagino como debió haberse comportado con James.

Aun así, sabía que me tenía compasión. Que de alguna forma u otra sabía que mi persona en sí le asombraba, principalmente porque llevaba su nombre, era Slytherin y rompía varias reglas de la Maldición.

Albus Potter y la maldición de los Potter || #PNovelWhere stories live. Discover now