20. ¿Qué? ¿Quién cumple años?

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-Ya basta -gruñí.

Sentí que algo me hacía cosquillas en la nariz y lo aparté de un manotazo, pero luego comenzó a rascar mi oreja izquierda. Me giré sobre esta, enfrentándome a la pared aún con los ojos cerrados. Pensaba en seguir durmiendo hasta el mediodía. Era lunes, yo me había acostado súper tarde la noche anterior y la primera clase que tendríamos sería Historia de la Magia. Pensaba y planeaba faltar.

Pero, seguía sintiendo esa presencia molesta detrás mío... la que jaló de uno de los mechones de mi nuca.

-¡No pienso levantarme, Scorpius! -chille tomando la sábana para poder taparme hasta la punta de la cabeza sin voltearme hacia él y sin abrir los ojos-. Pedazo de hurón albino deforme -murmuré por lo bajo.

En menos de un segundo, sentí un tirón del edredón y, luego, todo mi torso desnudo al aire.

Estaba tan dormido que ni siquiera recordé que la forma más rápida de Scorpius para levantarme era tirarme un Aguamenti, nunca había intentado despertarme tan sutilmente... directamente me gritaba o hechizaba y aún no había hablado en los minutos que llevaba intentándolo.

Di media vuelta sobre mí mismo, enterrando la cara en la almohada y rodeándome con ella para que la luz no me diera a través de los párpados.

Dos dedos finos y delicados de largas uñas se apoyaron en mi cuello y casi suelto una risa burlona: yo no tenía cosquillas, eso no le serviría de nada... pero, entonces me alteré: ¿Quién se había infiltrado a mi cuarto? Porque estaba de seguro de que ninguno de mis compañeros tenía manos de mujer.

-No es justo que aquí duermas de pantaloncillos y en tu casa tan sólo con unos calzoncillos.

Mis hombros tensados se relajaron al escuchar la voz de Paris y como el colchón se hundía a la altura de mi cintura. Por un momento pensé que Samantha Goyle había irrumpido en mi habitación, Merlín, eso sí que sería escalofriante.

Pero, aún así, mi piel se congeló y mis vellos se colocaron en punta cuando los dedos de Paris bajaron hacia abajo, con un toque leve, apenas rozando mi columna vertebral. Pasearon por debajo del mis omóplatos e hicieron dibujos en mis hombros desnudos. Los escalofríos y el calor se habían apoderado de mi cuerpo bipolar. Me mantuve en silencio, fingiendo que nada pasaba aunque todos mis músculos se habían tensado.

Cuando sus dedos desaparecieron de mi piel ardiente, me relaje, creyendo que la tortura había terminado... entonces los suaves y humedos labios de Paris se apoyaron en medio de mis omóplatos, haciendo que reaccionara y que de un impulso me alzara sobre mi torso, sintiéndome completamente despierto.

-Era la única forma en la que ibas a obedecerme -indicó Paris, encogiéndose de hombros.

Mis ojos estaban abiertos de par en par y sentía el calor palpitando en mis mejillas. Paris mantenía su fingida cara de inocencia, que rápidamente fue reemplazada por una enorme sonrisa en cuanto se abalanzó sobre mí y me estrechó en sus brazos fuertemente, como si quisiera estrujarme.

-¡Feliz cumpleaños, Sevy!

Me sentí asfixiado pero aún así le devolví el abrazo con los ojos cerrados. Paris se emocionaba más que yo para mis cumpleaños y seguramente tenía planeado desde hace una semana todo esto, incluido el hecho de echar a mis compañeros de habitación.

-Gracias, gracias, gracias por ser mi amigo. Te quiero mucho, mucho, mucho. Espero que estemos juntos siempre, siempre, siempre.

Y por cada palabra que repetía, me daba una sacudida violenta hacia lo costados sin querer soltarme. Pero, entonces, escuché un gorjeo a mi derecha y de un sólo movimiento, Paris dio media vuelta para que yo quedara mirando hacia la pared que estaba pegada a mi cama, justo a espaldas desde donde había provenido el sonido. Abrí los ojos y quise zafame, pero Paris no me soltó.

Albus Potter y la maldición de los Potter || #PNovelWhere stories live. Discover now