16. Cuernos (1/3).

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-Tengo una novia -fueron las primeras palabras que salieron de mis labios en cuanto pude salir del shock.

Luego, no había dejado de repetirlo en mi cabeza una y otra vez. Sentía que debía verme sucio... pero no. Me sentía culpable por no sentir culpa, ¿Era eso lógico?

No sabía que hacer. No sabía si contarle a Alice o no, ella me había hecho exactamente lo mismo hacía años y yo no tenía idea de si mi novia me lo hubiera contado o no si yo no los hubiera visto.

¿Qué debía decirle? ¿Qué la había engañado al besar a mi mejor amiga? A quien, por cierto, no había visto desde que salió corriendo en busca de James y Amelie. Había pasado toda la noche en insomnio pensando que decirle: si debíamos hablar acerca del tema, si se volvería incómodo o si simplemente debíamos fingir que no había pasado.

Dentro de todo, tenia una única respuesta: nada volvería a ser lo mismo. Por más que lo intentara, nuestra amistad ya no podía seguir funcionando: todo había cambiado demasiado rápido... y ya no era la misma desde nuestro primer beso.

¿A quién engañaba? Yo lo había sentido. Aquella primera vez que la besé me había dado cuenta que no era lo mismo que besar a cualquiera, no sé si porque es mi mejor amiga o... porque Paris era simplemente diferente y única.

Me había gustado besarla y, de alguna forma u otra, sabía que a ella también, sino... ¿Por qué me había correspondido?

Aún así, lo peor de todo es que sentía que si el momento se presentara nuevamente... volvería a hacerlo todas las veces que pudiera.

Estás jodido.

En silencio, como si caminara hacia mi propia muerte, bajé las escaleras. No quería que nadie me escuchara porque eso significaría cruzarme con Paris, Amelie o James y aún no estaba preparado. ¡Ni siquiera sabía si le contaría de lo sucedido a Scorpius y Rose!

Sin embargo, mi plan de no hacer ni un mínimo ruido no tuvo sentido alguno. En la cocina, desayunando, se encontraban mamá, papá, James y Paris. Esta última bajó rápidamente la mirada hacia la taza entre sus manos y yo temí que ese fuera a ser uno de los primeros indicios de la ruptura de nuestra amistad.

Mis papás no parecieron notar la tensión que volaba en el ambiente. Papá leía el nuevo artículo que mamá había escrito para el periódico, mientras ella se levantó apresuradamente de su silla en busca de mi té.

No había señales ni de Lily ni de Amelie, seguramente porque ambas habían optado por unas horitas más de sueño, teniendo en cuenta que mi cuñada parecía mucho más agotada de lo que una persona común debería estar y de que mi hermana siempre había sido una amante a la almohada.

Aún así, lamentablemente, no me podía sentar en el lugar de ninguna de ellas. Si lo hacia, mis papás comenzarían a sospechar que algo había pasado entre Paris y yo y, obviamente, no quería dar explicaciones. Por esta razón, me senté en mi lugar de siempre: junto a Paris. A mi otro lado (en la punta de la mesa) se encontraba papá, pero lo que realmente me incomodaba era James, frente a mí, con una sonrisa azuzadora más malévola que lo común.

No sabía que me incomodaba más: el que mi hermano me mirara tanto o el que Paris ni siquiera lo hiciera.

Gracias a Merlín, mamá volvió a la cocina con una taza para mí.

Aproveché el momento para tratar de disipar la tensión e ignorar el hecho de que Paris llevaba el vestido que yo había declarado y alabado como mi favorito dentro de todo su ropero.

-Mamá, tenemos que llegar antes a la estación cuando volvamos, así que James nos llevará. No te molesta, ¿verdad?

-Podré vivir con ello -musitó ella, inspeccionando la mesa para tratar de adivinar que faltaba-. ¿Pero por qué deben ir antes?

Albus Potter y la maldición de los Potter || #PNovelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora