Capítulo 44: "Verdades" (P.1)

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PIERRE'S POV

"Nuestro amor era prohibido. Era un amor que ni la sociedad ni nuestras familias aprobarían. Era un amor que iba contra todo lo conocido y contra todas las normas sociales de nuestra época. Ella era una mujer con un futuro brillante y yo era un simple veterinario sin recursos y que trabajaba en su rancho, que era su empleado. No debíamos estar juntos, los dos lo sabíamos, pero nos habíamos enamorado.

Rachel corría hacia mi toda las mañanas y teníamos nuestros paseos diarios entre besos y caricias. Estaba perdidamente enamorado de ella, y Rachel también correspondía mis sentimientos. Éramos dos tontos enamorados escondiendo su amor entre esas enormes praderas del Rancho Sinclair. Era un amor secreto. Un amor profundo y apasionado. Ella era la mujer de mi vida. Era simplemente mi definición de AMOR.

Rachel era la mujer más hermosa del mundo. Su fácil sonrisa, su alegría ante la vida. Era una mujer que me hacía ser un mejor hombre y un mejor ser humano al estar a mi lado. La ternura con la que ayudaba a los que menos tenían. La suavidad al ver a un niño necesitado mientras los bañaba en el orfanato que visitaba todos los fines de semana. Mi admiración y amor crecía cada día más por ella. No me importaba el tiempo ni el destino. Aprovecharía lo que el destino me ofrecía estando en sus brazos. Viviría cada día como si fuera el ultimo, amándola con todo lo que albergaba mi cuerpo. La amaría de la manera más intensa que ambos hubiéramos conocido y cuando el momento de decir adiós llegara seria fuerte. Un veterinario y una princesa. Dos enamorados con un secreto. Y nuestro secreto era el amor"

"Amanecer en Vancouver" escrito por Camila Cabello

2/3 DEL MARATÓN DE FIN DE SEMANA

FLASHBACK

DIECISEIS AÑOS ATRÁS.

JASON'S POV

Mis manos temblaban en el momento en que abrí la puerta de mi casa. Sabía que mi madre no iba a estar y mi padre estaría borracho como siempre. ¿Me daría permiso de ir a jugar con Ryan y quedarme en su casa? La casa de Ryan no era tan bonita como la mía pero sus padres eran buenos con él y lo querían. No lo golpeaban, no como a mí. Ryan lo tenía todo y yo no tenía nada a pesar de que era pobre.

—Hasta que llegas escuincle bueno para nada—fue el saludo que recibí de mi padre al dejar mi mochila sobre el sofá del salón.

—Buenas tardes señor—dije parándome firmemente frente a él como le gustaba que lo hiciera. Él me vio desde el sofá donde estaba sentado con latas de cerveza a su alrededor. Supe que estaba completamente borracho. A pesar de tener solo diez años había aprendido a diferenciar el comportamiento de mi padre en muchos aspectos.

Cuando mi madre aún estaba con nosotros antes de que nos abandonara mi padre tomaba mucho cuando estaba de permiso. Ya que era militar y se dedicaba a insultarla y a golpearla. Y ahora que mi madre había abandonado nuestro hogar tomaba mucho más.

—Sabes que tienes el mismo rostro que la puta de tu madre—dijo mi padre con la voz atropellada y yo sentí un temblor por dentro mientras permanecía de pie frente a él. Eso no era un buen comienzo—. Esos ojos azules que ella tiene tan llenos de mentiras y de estupideces. Lo malo de darles confianza a las mujeres es que cuando menos te lo esperas te dan una puñalada por la espalda. Debes de tratarlas como la basura que son...unas putas todas ellas—dijo mi padre poniéndose de pie y tambaleándose mientras se acercaba a mí.

Mis ojos se abrieron de pánico al ver que se quitaba el cinturón de su pantalón y sentí como un sudor frio llenaba mi cuerpo. Iba a golpearme de nuevo. Sentí el primer golpe que cayó justo en mi brazo. El ardor fue terrible pero me mordí los labios para no gritar. Él decía que los gritos eran debilidad.

Amanecer en Vancouver (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora