Capitulo 59: "Que Así Sea"

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—No quiero que vuelvas a ver a ese hombre—grito el Señor Sinclair mientras Rachel abrazaba a su madre llorando—. No quiero que vuelva a poner un pie en mi casa.

—Pero yo lo amo—dijo Rachel entre sollozos—. Y él me ama a mi papá.

—El amor es un sentimiento que no va a darte la clase de vida a la que estas acostumbrada—dijo él golpeando el bastón con terminaciones de oro sobre el piso de madera—. Antes muerto que permitir que mi única hija se case con un veterinario de pueblo muerto de hambre.

—El dinero no importa—el dolor que acompañaba sus palabras era grande mientras veía a su padre tan dominante prohibirle el amor—. El dinero no importa cuando existe amor verdadero. Pierre me ama, padre.

—No—la voz fue definitivamente mientras se levantaba de la silla que estaba al centro de un costoso escritorio de caoba donde él llevaba sus negocios—. Ningún muerto de hambre va a quedarse con mis negocios casándose contigo. Te desheredo antes de permitir que te cases con un simple pueblerino.

—Entonces desherédame—dijo Rachel fríamente—. No quiero tu dinero ni nada que venga de ti si no quieres apoyarme en la decisión que he tomado con el hombre que amo.

—¡Rachel!—habló su madre finalmente reprendiéndola pero Rachel no la escuchó.

—Entonces largo de mi casa—dijo Joel Sinclair—. Te vas con lo que tienes puesto esperando que ese bueno para nada pueda mantenerte.

—¡Joel!—gritó la madre de Rachel viendo a su esposo y luego a su hija sintiéndose dividida entre los dos—. Esa no es la solución.

—Si ella no quiere obedecerme y visitar a los Roden para conocer a su hijo mayor entonces no tiene nada que hacer en mi casa, déjala que se vaya Meredith.

—Pensé que te importaba mi felicidad—dijo Rachel con dolor—. Pensé que lo único que querías era verme feliz, él me hace feliz padre.

—Entonces quiero que te vayas con él—dijo Joel fuertemente—. Pero si sales por la puerta de mi casa jamás vas a volver a entrar hasta que yo esté muerto. Dejaras de ser mi hija.

—Entonces que así sea—dijo Rachel suavemente girándose y empezando a caminar hacia la puerta principal mientras su madre la seguía gritando histéricamente.

Joel Sinclair se quedó parado viendo a su única hija caminar por el largo pasillo de su mansión. La hija que adoraba, la luz de sus ojos. Desvió la mirada viendo su vestido de fiesta, color azul, como sus ojos perderse y cerró los ojos. Y esa fue la última vez que vio a su hija.

"Amanecer en Vancouver" escrito por Camila Cabello

 4/6 DEL MARATÓN

DOS DÍAS DESPUÉS

MIAMI, FLORIDA.

Ryan vio el reloj que estaba a su lado y se dio cuenta que eran las ocho de la mañana. En dos días no había podido dormir más de dos horas seguidas y la razón era lógica, Lauren no estaba a su lado. Escuchó a su madre en la cocina y puso un brazo sobre sus ojos sintiendo la soledad que lo invadía.

Muchas veces las personas ocupan la soledad y la oscuridad de la noche para dejar salir sus demonios. La tristeza, la vergüenza, el odio o el deseo. Cada persona tiene un demonio con el que luchar y el de Ryan Green era ese amor que lo único que provocaba era que su corazón fuera partiéndose cada vez más. Ryan sabía que sus padres estaban muy preocupados por él.

Amanecer en Vancouver (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora