Thomas Sanderson: uno de los mejores agentes secretos se verá envuelto en la aventura de su vida, al aceptar una misión que le dará la oportunidad de obtener el cargo que tanto desea; pero no será fácil. Todo cambiará cuando se enamore de la chica q...
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Era Sábado por la mañana cuando los Neeson y ️Dylan tuvieron la gran idea de ir a jugar Golf. No era un experto pero sabia jugar. Tomamos un carrito y partimos, nuestro día estaba planeado perfectamente, Dylan le enseñaría a jugar a Chuck y yo me pasaría el día espiando a los Neeson.
Cual caballeros triunfadores de guerra, subieron la verde colina, platicaban como una inocente y linda familia. Daniel, George, Fred y Henry caminaban al lado de su padre. Colocaron los diferentes tipos de palos que llevaban en la parte detrás de su carrito de golf, y sentada en el asiento del conductor se encontraba Adelaide y en el asiento de al lado su mamá.
El carrito avanzó, en instinto salí corriendo rumbo a ese carro, me detuve a unos cuantos metros delante, cual suicida me abalancé sin importarme las consecuencias. Por fortuna el carro se detuvo al instante de que un demente se le cruzara en el camino.
—¡¿Qué te sucede?!—me reclamó Adelaide sin verme aun el rostro—. ¿Thomas?—dijo cuando salió del carro y me vio a los ojos.
—¡Señorita atropella-chicos!—la saludé a mi nuevo acostumbrado estilo—. Veo que se empeña en querer atropellarme—dije fingiendo indignación.
Adelaide sonrío y se dirigió hacia mi. Claramente pude ver los labios de Daniel pronunciando alguna maldición imperdonable.
—¿No será que eres tú el que quiere morir atropellado?—me preguntó risueñamente.
—Hoy no pequeña—le guiñé el ojo y sus mejillas se tornaron rojas.
—¡Thomas!—exclamó su mamá—. Qué alegría verlos de nuevo y una vez más perdón por lo del spaghetti de la otra vez. De verdad estamos apenados.
La escritora Catherine era una dama digna de llamar reina, tenia muy claro lo que eran los valores y la importancia de estos, así como los modales y la educación, aun no comprendo como es que de tan bella progenitora salieron una camada de lobos sanguinarios como lo eran los hermanos Neeson la única excepción era su linda hija. Probablemente los adoptó de algún libro de Animales fantásticos y dónde encontrarlos.
—Oh no. No se preocupe—contesté amablemente—. Estoy completamente seguro de que fue una accidente—miré al clan de hermanos sentados en la parte detrás del carro, habían captado la indirecta.
—Déjanos recompensar nuestro error—habló el señor Neeson—. ¿Sabes jugar?—preguntó alzando la pelota de golf que traía en su mano derecha.
—¡Si claro!—se apresuró a contestar Dylan por mí, mientras bajaba la pequeña colina detrás de mí para llegar hasta nosotros.
—Excelente, ustedes tres contra mis muchachos y yo, ¿que dicen?—nos retó el doctor Neeson.
En automático del pronunciar la palabra "muchachos", los cinco hermanos se enderezaron de los asientos alzando la cabeza con una sonrisa satisfecha, incluso Adelaide se paró derechamente y adoptó la misma orgullosa pose.
