47. Rescatando a Thomas

289 26 7
                                    

Adelaide

Las luces eran brillantes y frías, con esa vista ámbar y blanca, golpeaba el lugar lentamente dándole un ambiente de alguna canción de blues.
Sin embargo el aura y el aire del lugar eran lo contrario a una melodía de amor.

No conocía aquel lugar, no distinguí nada que pudiera haber visto antes, ni siquiera en algún bazar de antigüedades, sin embargo la oficina estaba repleta de ellas. No pude comprender como aquella habitación la llamaban oficina, estaba segura que aquello tenía las medidas perfectas de un dormitorio de algún orfanato.

Elegante y exitoso, dos palabras de poder que describían perfectamente al lugar. Desde una alfombra persa en la entrada hasta un oso polar disecado en dos patas observándonos desde la esquina. El lugar parecía un museo de subastas.

Dylan, Chuck y yo caminamos alrededor del lugar. Dylan enfocó su atención al cristal roto del suelo en cuanto lo pisó por error con el peso de sus botas, provenía de un retrato cuya foto había quedado boca abajo, el voltear la fotografía era peligroso, ya que podría cortarlo con los pedazos del cristal si lo hacía de manera rápida, por lo que lentamente comenzó a quitar los cristales. Chuck pasó el dedo por el fino cristal de la mesa de centro, notando que estaba limpio y que incluso presentaba algunas moronas de galletas, indicando que habían estado en aquella extraña habitación no por menos de cuatro a seis horas. Yo moví los cuadros que colgaban de las grandes paredes, esperando encontrar alguna bóveda oculta o alguna pista que nos hiciera dar a parar con Thomas, pero en lugar de eso me topé con pinturas sin fondo, que expresaban éxito y dinero.

Dylan tomó el último pedazo de cristal que impedía levantar la fotografía. En cuanto la tomó se levantó del suelo mirando anonadado la fotografía sin poder quitar sus ojos de esta.

Chuck y yo volteamos a verlo. Parecía haber sido tocado por algún fantasma.

—Chicos... ya sé quién hizo esto—su voz era tranquila, como si no creyese lo que veía—. Fue...

En eso alguien nos tomó por la espalda a Chuck y a mi. De inmediato sentimos el cañón de las pistolas al lado de nuestros cráneos.

Dylan alzó la mirada y al ver que nos tenían sometidos soltó inmediatamente la foto con intenciones de tomar su arma, pero en el camino ella lo detuvo. Miré la foto caer al suelo, una fotografía de Bash y su padre, ambos tan felices e inocentes, dos ángeles que en esos momentos serían nuestros demonios.

—Ni se te ocurra Mills, o esparciré los sesos de la doctorcita por toda la maldita habitación—habló la voz de la chica que me amenazaba con el arma y me tomaba fuertemente de las manos.

Jamás había escuchado antes su voz y al girar la cabeza vi claramente que no la conocía, pero al juzgar por la mirada triste de Dylan se vio que la conocía y que incluso habían compartido momentos juntos.

Dylan la miraba como si sus quemadas ruinas de honestidad y libertad se hubiesen convertido en cenizas. La miraba con la palabra de traición escrita en la mirada.

—¡Hey Forman!. ¡No hace falta que nos pongamos rudos!—esta vez la voz que conocía perfectamente se hizo presente—Bash entró como todo un magnate hombre de negocios por la puerta principal—. No hace falta un baño de sesos aquí, suéltalos, son inteligentes, no harán nada porque saben que lo lamentarían.

La mirada atormentada y fría de Bash nos dedicó tiempo a cada uno de nosotros. Sus ojos azules se habían transformado por completo, no entendía el momento en el que aquel río de sus ojos se transformó en un huracán. Incluso su agradable sonrisa que varias veces me contagiaba la risa, ahora no hacia más que atemorizarme. Los días soleados del mundo de Bash se habían tornado en nublados. Las cartas de su juego que alguna vez jugaban apostatando a la suerte y estrategia ahora jugaban con trampa y malicia. Sus sueños se habían roto, pero sus pesadillas apenas se estaban formando. Debía de verlo con mis propios ojos. El hombre bueno convertido en bestia. El estudiante convertido en asesino.

💕𝑬𝒔𝒑𝒊𝒂𝒏𝒅𝒐 𝑨𝒍 𝑨𝒎𝒐𝒓 ✰︎ೃ °➫ 𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂 Where stories live. Discover now