22. Cambios de la noche

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Thomas

—¡¿Qué diablos te sucede Thomas?!—gritaba Dylan tratándome de calmarme, mientras yo seguía camino a la habitación—. ¡Tranquilízate!.

La mano de Dylan me detuvo tomándome fuertemente del brazo.

—Suéltame Dylan—le ordené con ira.

—No. Debes de tranquilizarte.

—¿Y porqué debería de seguir tu estúpido consejo?—estaba fuera de mi, no sabía lo que estaba diciendo, ni podía controlar mis acciones.

—¿Y porqué debería de seguir tu estúpido consejo?—estaba fuera de mi, no sabía lo que estaba diciendo, ni podía controlar mis acciones

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—¡Porque puedes cometer un error!.

—¡¿Un error dices?!—me burlé—. ¿Cómo qué?.

—¡Como convertirte en un asesino!—gritó Dylan desesperado—. No puedes usar esas balas en ninguna de las opciones que estoy seguro que ahorita están por tu mente.

—¡¿Y cómo demonios lo sabes?!—le pregunté y sin darle importancia a su respuesta di la media vuelta y comencé a andar para alejarme de él.

—¡Porque yo cometí ese error!—gritó con desesperación y culpa, me detuve en el momento—. ¡Yo casi logré matarla!. Maté la parte de ella que jamás volveré a ver, creyendo que hacía lo mejor...., pero no, no lo hice..—sus palabras sonaban con una mezcla de ira y dolor.

Giré y me detuve mirándolo de frente, frunciendo el ceño, mientras él trataba de calmar los ánimos de querer llorar, tal vez aquel llanto sería de ira o tal vez de tristeza.

—No puedes matarlo Thomas—continuó Dylan tras una larga pausa de silencio—, yo sé que lo odias, pero si lo matas le causarás daño porque quieras o no él es mínimo su amigo, no puedes acabar con ella porque eso te orillaría a terminar contigo, y no puedes usar las balas en ti, porque si no, ella será la que se vea obligada a dejar este mundo, si es que siente lo mismo por ti, que vamos..., ¿a quién engañamos?—sonrío Dylan—, claro que te corresponde. Y ese es justo el motivo por el cual debes luchar por ella. No escojas el camino fácil Thomas.

Las palabras de Dylan me tranquilizaron al grado de poder reflexionarlas. Tenía razón. Aunque no sabía a quién se refería cuando confesó haber cometido su error, pero lograba entender la verdad de todo.

—Tienes razón Dylan—logré decir y por fin mis palabras dejaron de sonar sin ese acento de ira.

Dylan me sonrió y me señaló con el dedo.

—Te invito un trago. Lo necesitas.

 Lo necesitas

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💕𝑬𝒔𝒑𝒊𝒂𝒏𝒅𝒐 𝑨𝒍 𝑨𝒎𝒐𝒓 ✰︎ೃ °➫ 𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora