32. Enredos y una boda

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Adelaide

Comenzó a caminar hacia mi, apenado, como si no supiera si era correcto decirlo o solo pensarlo.

—Podría decirte lo mucho que significas para mí pero no serviría de nada si no te lo demuestro, tal vez eso es lo único dentro de mi gran secreto que te pueda demostrar—sus dedos se apoderaron de mis manos, levantándolas a la altura de mi nariz—, porque puedo convencerte de que entre él y yo, soy yo el vencedor, pero no es así, por más que te intente componer canciones y regalar mil flores, jamás lograré ser aquello que él es, jamás te llamaré princesa o amor, pues son solo palabras y actos que yo no necesito para demostrarte mi verdadero amor.

Éramos dos almas en medio de la vieja construcción, con su voz rompiendo el silencio y el intento de salir de mis lágrimas queriendo acabar con el correr del tiempo. Palabras, que llegaron a mi con la fuerza de una flecha que se estrellaba como una daga envenenada en mi pecho, palabras que recordaban y esperanzaban.

En el desierto de sus ojos comenzó a nacer un oasis de lo que pintaba ser creado por el llanto, estaba segura que mis ojos jugaban el mismo juego que los suyos. Me sonrío tímidamente, mordiéndose el labio inferior y yo solté el aire para lograr respirar más tranquilamente para no ceder ante el llanto. Ambos soltamos una risita nerviosa.

—Thomas...—sonreí y una lágrima resbaló por mi mejilla—. Ya habías ensayado esto, ¿cierto?.

Thomas rió y bajó ligeramente la mirada para después regresarla a mis ojos.

—No te puedo engañar, ¿verdad?.

Negué con la cabeza y vi cómo rodó una lágrima por su rostro.

—Tal vez no lo inventé ahora mismo pero si es sincero, y eso es algo que no puedo inventar.

Estaba ahí, de frente a mi

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Estaba ahí, de frente a mi.
El hombre cuya sonrisa detenía mi vida.
Cuyos ojos deseaba ser lo último que viera al dormir y lo primero que viera al despertar. El chico de la voz con acento que pronunciaba mi nombre como si lo hubiese inventado. Cuya risa me impulsaba a decir o hacer cualquier tontería con tal de escucharla. El muchacho cuyo tacto frío resultaba más que solo una caricia sobre mi piel. Él, el chico del cual me enamoré.

 Él, el chico del cual me enamoré

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💕𝑬𝒔𝒑𝒊𝒂𝒏𝒅𝒐 𝑨𝒍 𝑨𝒎𝒐𝒓 ✰︎ೃ °➫ 𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora