17. El invierno de Thomas

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Adelaide

Iba a besarme.
Tal vez los ecos de mi mente gritaban que no lo hiciera, pero mi alma ordenaba que mi cuerpo se quedara ahí esperando el contacto único de sus labios.

Tragué saliva al sentir el tacto de su mano al deslizarse desde mi mejilla hasta la clavícula, resbalaba su mano como si mi piel fuese una cascada y él con su frío contacto lo convertía todo en hielo.

Me congelaría y sería frágil, podría quebrarme en cualquier momento, con cualquier beso.

No cerraba los ojos, tenía la mirada perdida en mis labios como si tratara de descifrar la contraseña que los estimulase a realizar su función.

Se acercó cada vez más, me miró a los ojos para después....

La marcha imperial de su celular sonó.

Cerré los ojos y fruncí los labios como apenada por lo sucedido, él hizo lo mismo frunciendo el ceño, se separó de mí y sacó el teléfono de su bolsillo para contestar.

Miré el suelo esperando que este se abriera y me tragara.
Aquello me hizo sentir como si Darth Vader me hubiera ahorcado con la fuerza del lado oscuro.
Ahora me río pero en ese momento no tenía idea de que decirle o de que hacer.

Thomas

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Thomas

¡Maldita sea!. ¡No puede ser!. ¿Quién era el estúpido que interrumpía?.

—Hola—contesté la llamada sin mirar antes el contacto.

—¡Vaya pero si hasta contestas!—era Dylan—. ¿Tienes idea de cuanta hambre teníamos Chuck y yo?—hizo una pausa de un segundo para según dejarme contestar pero de inmediato él continuó con el regaño—. ¡No!. ¡No, claro que no la tienes!, ¿y sabes porqué?. ¡Porque de seguro ahorita ya estas emborrachándote con alguna de tus amiguitas, ¿verdad?!.

Con los dedos me hacia masaje entre las sienes para que no me diera dolor de cabeza.

—Cálmate güey suenas como si fueras mi esposa!. ¡Reclamándome por la alimentación tuya y de Chuck!.

En ese momento me imaginé a Dylan con un mandil morado en forma de corazón y a Chuck chillando como si fuese un bebé.

—¡Ah ahora yo soy el que parece esposa!, ¡cuando tú fuiste el que se largó como marido que se va con la amante y deja sin comer a sus crías y a su pobre esposa!—gritó Dylan por la bocina, casi dejándome sordo—. ¡Lo bueno fue que Aris tenía dinero y que nos invitó a comer!. ¡Por que si no, no se lo que habría tenido que hacer!.

Me imaginé a Dylan y Chuck poniendo una bocina en medio de la playa y empezando a bailar con sus faldas hawaianas al ritmo de "Hips Don't Lie" de Shakira para pedir dinero.

💕𝑬𝒔𝒑𝒊𝒂𝒏𝒅𝒐 𝑨𝒍 𝑨𝒎𝒐𝒓 ✰︎ೃ °➫ 𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂 Where stories live. Discover now