Capítulo 7

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El tiempo pasaba y Nick seguía igual que siempre. No podía evitar sentirme culpable por eso, pues sabía que en el fondo seguía doliéndole.

Hace unos días, cuando fui a su casa, me había recibido con una apariencia horrible: su rostro se veía más pálido y ni siquiera se había afeitado, mientras que las grandes ojeras se hacían visibles debajo de sus ojos.

—Oye, Derek —dijo Nick medio dormido, llamando mi atención—. ¿En qué estás pensando tanto? —preguntó haciendo un puchero, logrando que yo riera.

Esas actitudes infantiles que siempre tenía me daban demasiada ternura, pues parecía un niño pequeño y no un chico de 21 años.

—Lo siento, lo siento —sonreí, desordenando su cabello cariñosamente.

Nick me miró pensativo y cerró sus ojos, durmiéndose nuevamente al instante. Se me había hecho costumbre el verlo dormir así, sobre mi regazo. Era una vista muy bonita a mi parecer.

—Te ves tan tierno e indefenso cuando duermes —susurré, acariciando una de sus mejillas.

Y entonces, sus mejillas tomaron un color rosado, haciéndome reír a carcajadas. Nick estaba rojo como un tomate, tapando su rostro con ambas manos; se levantó del sofá y corrió hacia la cocina, haciéndome reír cada vez más fuerte.

Me dirigí hacia la cocina y lo observé desde la puerta: Nick estaba sentado sobre la mesa, aún con rastros de sonrojo en su rostro.

—¿Por qué te avergüenza tanto? Idiota —sonreí, recostándome en el marco de la puerta.

Nick sonrió nervioso y empezó a rascar su nuca, acción que hacía cada vez que los nervios lo atacaban.

—Sólo... me hace feliz —susurró despacio, cerrando sus ojos.

Y entonces, mi corazón comenzó a latir rápidamente. Una sonrisa se había asomado en el rostro de Nick, el cual sólo dejaba ver lo feliz que se veía.

¿Cómo podía estar tan feliz por unas simples palabras como esas? No era la gran cosa... ¿O para él sí? Me di media vuelta para volver a la sala y, entonces, sentí el brazo de Nick rodear mi cintura mientras escondía su rostro en mi hombro. Miles de corrientes recorrían mi cuerpo en este momento, y sólo por sentir su cálido tacto en mi piel.

—Ya me voy, Nick —sonreí levemente, dándome la vuelta para mirarlo.

Observé cuidadosamente aquel pequeño rubor que asomaba a través de sus rubios cabellos. Nick levantó su mirada y me abrazó por la cintura, dejando un beso en mi mejilla.

—Yo te llevo —dijo rápidamente, caminando hacia afuera.

Lo miré atónito, tanto por la impresión como por la vergüenza. ¿Por qué siempre tenía que ponerse cariñoso y avergonzarme?

Golpeé suavemente mis mejillas y fui tras él, subiéndome en su auto. Nick arrancó el motor y comenzó a manejar lentamente, con la mirada perdida en el camino como si estuviera ausente.

—Oye... ¿Por qué siempre haces cosas tan vergonzosas? —pregunté sonriendo, conteniendo la risa. Nick me miró de reojo y volvió su vista hacia el camino.

—¿Te molesta? Si así es, dejaré de hacerlo —dijo seriamente, dejando escapar un largo suspiro.

Entonces, me pregunté a mí mismo si me molestaba que él se comportase de esa manera conmigo. Honestamente, no me molestaba en lo absoluto, sólo...

—Sólo me avergüenza —susurré, tapando mi rostro con una de mis manos.

No planeaba decir eso en voz alta, pero las cosas no siempre salen como las planeamos, ¿o no?

Nick no dijo ni una sola palabra y condujo todo el camino en silencio hasta que llegamos a mi casa. Entonces, Nick me miró asustado y tomó mi mano.

—¿Vendrás mañana a casa? —preguntó rápidamente, mirándome serio pero a la vez nervioso.

Sonreí ante su actitud infantil y besé su mejilla, asintiendo con mi cabeza. Nick me miró unos segundos para luego sonreír de forma vergonzosa, intentando ocultar su rostro. Entonces, bajé del auto y, antes de entrar a casa, miré hacia atrás y observé aquellos ojos que me miraban atentamente, iluminándose debido a la luz de la luna. Sonreí inconscientemente y me despedí con mi mano, a lo cual él respondió con una sonrisa. Entré en mi casa y subí directamente a mi habitación, cerrando la puerta tras entrar.

Nick se había convertido en una de las personas más importantes en mi vida, por no decir la primera. Al principio sólo era una molestia para mí, pero terminó convirtiéndose en alguien esencial en mi vida.

Una duda que se había presentado en mi mente hacía tiempo era el por qué Elliot, mi único amigo desde hace mucho tiempo, no me hacía sentir las mismas cosas que Nick. Era como si Nick fuese algo más que un amigo... Algo que no puedo explicar con palabras.

Mi celular vibró en mi bolsillo, sacándome de mis pensamientos. Observé la foto de Nick dándome un beso en la mejilla y sonreí, abriendo el mensaje.

"¿Algún día dejarás de ser tan jodidamente adorable?"

Sentí cómo mis mejillas se encendían y sonreí tímidamente, intentando ignorar aquellas sensaciones nuevas y extrañas que sentía en mi cuerpo.

"Idiota"

Respondí sonriente, dejando mi celular sobre la mesita de noche. Ya estaba deseando que llegue mañana para poder volver a ver a Nick. Ansiaba verlo dormir sobre mi regazo y acariciar su cabello, algo que se había vuelto habitual, pero que cada vez se sentía mejor.

Polos opuestosUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum