Capítulo 27

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Después de que Elliot y Jean Lucas me salvaran, Sabrina no volvió a molestarme; de vez en cuando buscaba provocarme, pero realmente era en vano. Además, mis amigos siempre estaban atentos a sus movimientos, y ella pareció notarlo.

Nick siguió recibiendo mensajes pero ya no eran tan extraños, por lo que él y Edward volvieron a vivir a su casa.

Elliot, Kai y yo fuimos a ver a Jean Lucas a su concierto de piano; él realmente tenía mucho talento para eso, y me encargué de hacérselo saber.

Escuché la bocina del auto de Nick y me despedí de los chicos, subiendo rápidamente; Nick les dirigió una sonrisa y arrancó el auto, mirándome de reojo.

—¿Te divertiste? —me preguntó.

—Sí, Jean Lucas es realmente talentoso —dije sonriendo. Nick sonrió y siguió concentrado en el camino.

Llegamos a su casa y, después de cerrar la puerta, me eché en el sofá. Nick se sentó a mi lado e hizo un puchero infantil.

—¿Y mi beso? —preguntó, señalando sus labios.

Con sólo esa estúpida pregunta logró avergonzarme, sintiendo mi rostro arder levemente. Aún así, deseaba besarlo más que a nada.

Me senté en el sofá y tomé su rostro con mis manos, besándolo apasionadamente; Nick me correspondió el beso y posó sus manos sobre mi cintura, acercando mi cuerpo hacia el suyo.

—Esto es definitivamente lo que más amo en el mundo —dijo Nick sonriendo, rozando mi nariz con la suya.

El hecho de que nuestro mundo se alterara con la aparición de Sabrina nos había hecho darnos cuenta de lo preciados que son estos pequeños momentos.

—¿Sabes? El otro día recordé algo que me dijiste hace tiempo —sonreí, logrando captar la atención de Nick—. Te diste cuenta de que me sentía solo y dijiste que jamás dejarías que vuelva a sentirme así —lo abracé, sintiendo el aroma de su piel.

En aquél tiempo, aún no lograba saber qué era lo que yo sentía por él; lo único que sabía era que quería estar a su lado por siempre, y no imaginaba lo feliz que sería teniendo a esta persona como novio a mi lado.

—Antes era muy cursi, ¿no? Me has hecho poner nostálgico —fingió limpiarse una lágrima—. Incluso en aquellos tiempos solo eras un niño emo, y ahora te has vuelto todo un hombre —bromeó, logrando que golpeara su hombro.

Aún así, él tenía razón; había mejorado muchísimo para bien en estos últimos meses, y todo era gracias a él.

—Sabes... tengo algo que decirte —dije suavemente, tomando su mano.

Nick me mostró un rostro algo nervioso, pues parecía que esas palabras lo habían tomado por sopresa.

—No me digas que vas a dejarme, por favor —me miró desconfiado. Ante mi rotunda negación, Nick pareció relajar su expresión.

—Sabes, esa chica... Sabrina es mi compañera de clases —confesé, observando su grotesco cambio de expresión—. El otro día me siguió y, bueno, se podría decir que me amenazó... Pero no te preocupes, Elliot y Jean Lucas me salvaron —dije sonriendo, aunque Nick no parecía nada contento.

Soltó mis manos y se pasó ambas manos por el cabello, dando una vuelta por la sala de estar; parecía estar pensando en algo, aunque ese algo no era agradable.

—Esto ya no puede seguir así —lo oí susurrar para sí mismo—. Una cosa es que me moleste a mí, pero el hecho de que se meta contigo realmente me saca de mis casillas —masculló enojado, mordiéndose fuertemente el labio.

Polos opuestosWhere stories live. Discover now