Capítulo 33

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Narrador: Nick

Mis ojos se sentían tan pesados que intentar abrirlos parecía en vano. Podía adivinar que ya era de mañana por los cálidos rayos de sol que entraban por mi ventana y calentaban levemente mi rostro, además de escuchar el hermoso canto de los pájaros que tenían su pequeño nido en el árbol junto a mi ventana.

El cuerpo más pequeño del chico que dormía abrazado a mí me transportaba a otro mundo, en el cual sólo existíamos él y yo. Con mucho esfuerzo, abrí lentamente mis ojos y dejé que los primeros rayos de sol me cegaran momentáneamente; al contemplar la imagen de mi novio dormido, no pude evitar abrazarlo muy fuerte y llenar su rostro de besos, logrando finalmente que él se despertara.

—¿Tan cariñoso en la mañana, rubio idiota? —se quejó, escondiendo su rostro en mi torso desnudo.

Por alguna extraña razón, el hecho de que me llamase así se había vuelto muy especial para mí; cuando recién nos conocimos sólo se dirigía a mí de esa manera cuando estaba enojado, pero ahora lo hacía regularmente.

Las largas pestañas de Derek y su nariz respingada me volvían realmente loco; su rostro era tan hermoso que quisiera contemplarlo de esta manera por siempre.

—No seas perezoso, vamos a darnos una ducha —sonreí, tomando su adormilado rostro entre mis manos y llenándolo de besos por doquier.

Las mejillas de Derek se encendieron rápidamente y me dió un suave golpe en el pecho, separándose de mí y levantándose rápidamente de la cama. Sus piernas flaquearon por un momento y me levanté rápidamente para que se sostenga de mí, comenzando a reír a carcajadas apenas vi la sorpresa en su rostro.

—Tal vez me haya pasado un poco anoche, ¿no? —sonreí ampliamente, observando cómo fruncía levemente el ceño y volvía a golpearme en el pecho.

—Realmente tienes una doble personalidad, rubio idiota —se quejó, abriendo la puerta de la habitación y caminando a través del pasillo gracias a mi ayuda.

Al llegar al baño, cerré la puerta tras nosotros y abrí el grifo del agua, buscando una temperatura apropiada para este cálido día. Tras calentarse el agua, me quité mi ropa interior y entré rápidamente a la ducha, sintiendo cómo el agua recorría mi cuerpo. Derek aún seguía siendo bastante vergonzoso a la hora de bañarse conmigo, pero cada vez se desnudaba y entraba más rápido.

—Déjame lavar tu cuerpo —dije sonriente, observando cómo el chico frente a mí se negaba casi al instante.

—Si te dejo hacerlo te pondrás pervertido luego —se quejó, logrando que yo estallase de risa.

La verdad es que era muy probable que eso pase, pero no perdía nada intentándolo. Aún así, Derek me tendió el jabón y me permitió lavar su cuerpo, amenazándome con que si hacía algo raro abriría el agua caliente al máximo.

~★~

Tras una inocente ducha, Derek y yo nos cambiamos y nos dirigimos a la cocina, donde Edward nos esperaba con dos tazas de café y un budín de limón casero. Debía admitir que tenía al mejor compañero de casa, pues no todos se aguantarían todo lo que mi primo soportaba.

—Saben que los adoro muchísimo a ambos —comenzó a decir Edward, cruzándose de brazos y frunciendo levemente el ceño—, pero podrían ser más considerados a la hora de hacer ruidos extraños a mis oídos —se quejó, aunque al final tuvo que rendirse a estar serio y comenzó a reírse sin poder seguir con la queja.

—¡Tu primo es un pervertido! No es mi culpa —se defendió enseguida Derek, quien intentaba ocultar sus mejillas sonrojadas y fruncía levemente el ceño.

Polos opuestosWhere stories live. Discover now