Capítulo 8

16K 1.4K 680
                                    

Estaba caminando tranquilo, con destino a la casa de Nick; hacía unos minutos había dicho que realmente tenía ganas de verme, por lo que me sentía muy emocionado. Además, hacía una semana que no nos veíamos debido a todos los exámenes que se nos presentaron. No pensaba repetir el curso ya que era mi último año, mientras que Nick ya se encontraba cursando el tercer año en la universidad.

Al llegar a casa de Nick, toqué la puerta tres veces como siempre hacía para hacerle saber que se trataba de mí. Enseguida la puerta se abrió y Nick me abrazó fuertemente, escondiendo su rostro en mi cuello.

—Realmente me has extrañado, ¿verdad? —pregunté sonriente, acariciando su cabello mientras sentía su hermoso perfume. Nick asintió y se separó de mí, haciendo un puchero como si de un niño se tratase.

Entré a su casa y fui directo al sofá, sentándome y suspirando al instante. Realmente estaba agotado después de rendir tantos exámenes, pero de todas formas quería ver a Nick; necesitaba verlo.

Nick se sentó junto a mí y me observó con una sonrisa en su rostro, casi como si estuviera presenciando una hermosa obra de arte.

—¿Qué tanto me miras? —pregunté algo avergonzado, ocultando mi rostro. Nick rió y retiró mis manos de mi rostro.

—Es que eres hermoso, no puedo evitarlo —dijo totalmente desvergonzado. Mis mejillas se tiñeron de un rojo vivo y me levanté rápidamente, queriendo desaparecer de allí.

Nick me tomó de la cintura y me sentó en sus piernas, abrazándome fuertemente.

—No te vayas, realmente te extrañaba —dijo con voz infantil, apoyando su frente sobre mi espalda.

Realmente me sentía un inútil en estos momentos. Tenía la fuerza suficiente para soltarme de sus brazos, pero realmente no quería hacerlo. Quería que siempre me abrazara de esta forma, aunque me costaba muchísimo admitirlo.

—Ya, ya —dije tranquilo, relajando mi cuerpo. Podía sentir su respiración en mi nuca, la cual me causaba escalofríos.

Me bajé de sus piernas y me recosté a su lado, dándole la espalda. Él imitó mi misma acción, sólo que sin darme la espalda y rodeándome con sus brazos.

Podía sentir cómo mis latidos se habían acelerado con tan sólo aquella acción. Sonreí para mí mismo y me di vuelta, mirándolo a los ojos. En ese instante, Nick se acercó y me besó. Me quedé atónito y lo separé de un empujón, tocando mis labios y sintiendo cómo mi rostro ardía. No es como si no me hubiese gustado o algo por el estilo, pero simplemente no me lo esperaba.

La sonrisa de Nick desapareció, dejando en su rostro decepción. Lo había herido y lo sabía. Ni siquiera entendía por qué yo había reaccionado así; tan brusco y tan distante con alguien que quería tanto.

—Vete, Derek —dijo sin mirarme a los ojos, levantándose del sofá y caminando con dirección a su habitación. Intenté seguirlo, pero al tomar su brazo me apartó bruscamente y me miró realmente dolido—. ¡Vete!

No quería irme, ni mucho menos quería dejarlo así. Traté de acercarme nuevamente, abrazándolo. Apoyó su rostro en mi hombro y, tras unos segundos en silencio, habló nuevamente.

—Sabes lo que siento por tí —dijo muy dolido, sonriendo tristemente—. Sabes que te quiero para mí.

¿Por qué no podía decirle que sentía lo mismo por él? Que me encantaría pasar el resto de mis días junto a él, riendo y besándonos. El miedo me paralizaba de una manera horrenda, llenándome de pensamientos indeseados y dificultando mi felicidad constantemente.

—¿Sabes todo lo que nos dirán? No puedo Nick... —dije tristemente. Su rostro volvió a mostrar decepción.

—Es mejor que te vayas —dijo claramente, dándose la vuelta y alejándose.

—¿Al menos podemos seguir siendo amigos? —pregunté inocentemente. Lo único que tenía claro es que no quería alejarme de Nick.

—Dame un tiempo —suspiró, evitando mirarme.

Lo mejor que se me ocurrió en ese momento fue respetar su decisión, aunque me sentía realmente mal al irme sin arreglar las cosas del todo. Aún así, no quería seguir hiriendo a Nick por nada del mundo.

Abrí la puerta y me fui, sintiéndome como una verdadera basura. Estaba enojado conmigo mismo por tener miedo al qué dirán, en vez de intentar ser feliz con la persona que amo y me ama. ¿Por qué no podía simplemente arriesgarme? Quería que las cosas se dieran con normalidad entre dos chicos enamorados, pero aún así eso no quitaba el miedo que sentía.

Llegué a casa y mi hermana me miró, preguntándome si estaba bien. Y en ese momento, volví a cagarla.

—¿Qué te importa? No es asunto tuyo —escupí con odio.

Los ojos de Samanta se llenaron de lágrimas, logrando que sintiera una gran molestia en mi pecho. En vez de discutir conmigo, ella tomó sus cosas tranquilamente y se fue, dejándome solo con todo el odio que sentía.

Entré en mi habitación y comencé a gritar, pues estaba solo en casa y nadie podría oírme. Las lágrimas salían de mis ojos como si fuese una cascada. Apreté mis puños y comencé a golpear la pared, creyendo que el dolor físico aliviaría el dolor que estaba sintiendo mi corazón en ese momento.

Finalmente, deslicé mi espalda por la pared hasta quedar sentado en el piso, viendo la sangre caer de mis nudillos rotos. Mi corazón dolía tanto que sentía que iba a explotar. ¿Por qué tenía que ser tan cobarde? Sabía que lo que sentía por Nick no era simplemente lo que uno sentiría hacia un amigo.

Me eché en mi cama e intenté dormir, aunque fue totalmente en vano. La sonrisa de Nick se reflejaba en mis pensamientos hasta que, al desaparecer esa imagen, aparecía la decepción marcada en su rostro. Estaba seguro de que a él le había tomado mucho tiempo prepararse para decirme aquellas palabras, quedando totalmente decepcionado por lo idiota que soy.

Mi celular comenzó a sonar. Observé la pantalla y era un mensaje de Elliot, quien quería saber qué haría mañana. Lo ignoré por completo e intenté dormir para escapar de todo lo que estaba sintiendo.

En algún momento caí dormido, pero no me salvé de mis pesadillas.

Polos opuestosWhere stories live. Discover now