Capítulo 10

16.6K 1.5K 435
                                    

Otro día más, igual al resto. Las mismas caras de siempre, en el mismo lugar de siempre. Lo único que hacía era ver el reloj y esperar a que terminara el día para volver a casa. ¿Todos hacemos eso? ¿Todos queremos volver a casa? En casa sólo causaba problemas a todos. Lo mejor sería aislarme para dejar de herir a las personas que me importan y se preocupan por mí.

—¿Derek? —escuché a lo lejos, reconociendo la voz de Elliot. La clase había terminado sin que me diese cuenta y ya era hora de volver a casa.

Guardé mis cosas en la mochila y la colgué sobre mi hombro, encaminándome hacia la salida. Elliot salió detrás mío, observándome sin decir ni una palabra. Él podía ser algo torpe y despistado, pero sabía en qué momentos había que hablar o callarse.

Al llegar a la salida, visualicé a lo lejos unos cabellos dorados que ya conocía muy bien, siendo opacados por el humo del cigarrillo. Nick parecía estar esperando a alguien, probablemente a Edward.

Seguí caminando sin mirarlo pero, al pasar a su lado, tomó suavemente mi brazo, sin importarle que Elliot siguiese a mi lado. Lo miré a los ojos y me devolvió la mirada, pero sin decir ni una palabra.

—Nos vemos luego —se despidió Elliot, mirando con mala cara a Nick y encaminándose hacia su casa.

Nick tiró el cigarrillo al piso y lo apagó con la suela de sus zapatos, metiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta. Comenzó a caminar y fui a su lado, pues no me hubiese detenido si no quisiera que fuese con él.

—¿Desde cuándo fumas? —pregunté, mirándolo de reojo. No me gustaba que dañara su salud por un vicio que no valía la pena. Se encogió de hombros sin decir nada—. No lo hagas —susurré, captando su atención.
Nick se detuvo, poniendo una mano sobre mi hombro para que también lo hiciese. Me volteé hacia él y vi una leve sonrisa aparecer en su rostro.

—¿Te preocupas por mí? —preguntó, intentando estar serio. Asentí con mi cabeza y bajé la mirada, sintiéndome avergonzado.

Nick decidió dejar el tema allí y seguimos caminando hasta que llegamos a su casa. Al entrar pude adivinar que, como de costumbre, su primo no se encontraba; debía ser muy solitario para Nick, pero probablemente él jamás lo dirá.

—¿Quieres algo? —preguntó Nick, dirigiéndose hacia la cocina. Negué con mi cabeza al mismo tiempo que decía "no, gracias" y se volteó hacia mí—. Estás muy flaco —sonrió tristemente. Se acercó hacia mí y rodeó mi muñeca con su mano, la cual lograba quedar completamente cubierta—. Te haré un té con pan tostado así que siéntate en el sofá.

Asentí con mi cabeza y cumplí su pedido, sentándome sobre el sofá. Me gustaba que se preocupara por mí, pero al mismo tiempo odiaba verlo preocupado; él es quien se sentía verdaderamente mal.

A los 10 minutos, Nick trajo una bandeja que contenía el té y el pan tostado; la dejó sobre la mesita frente al sofá y se sentó junto a mí, manteniendo la distancia. Sentía su mirada sobre mí, esperando a que yo haga o diga algo. Agarré la taza de té y comencé a beberlo, tratando de ignorar su mirada postrada sobre mí.

Nick entendió que me incomodaba su mirada y tomó su celular, revisando sus redes sociales; miré de reojo y vi cómo él daba "me gusta" a cada foto que encontraba en Instagram, sin siquiera prestarles atención. Desvié mi mirada hacia su buzón de mensajes y me sorprendí: tenía más de 20 mensajes sin contestar, pero parecía no interesarle en absoluto.

Era normal que muchas personas intenten contactar con él: era un chico muy hermoso, aunque algo frío y distante, excepto conmigo. Me ahogué con el té al pensar en eso. ¿Por qué era tan dulce y atento sólo conmigo? ¿Sería así con todas las personas en las que se interesaba?

—¿Estás bien? —tomó un pañuelo de tela que siempre llevaba en su bolsillo y limpió las gotas de té que se deslizaban alrededor de mi boca, lo que causó que me avergonzara.

Desvié mi mirada hacia abajo y él rió suavemente, haciéndome fruncir el ceño.

—¿Qué es lo gracioso? —manifesté, haciendo un puchero inconscientemente. Nick se limitó a sonreír, guardando su pañuelo nuevamente en su bolsillo.

Hubo un silencio de al menos 5 minutos, pero en ningún momento el ambiente fue tenso. Estaba por decir algo, cuando Nick se adelantó:

—¿Sabes? Es injusto que seas tan lindo —soltó de repente, mirándome directo a los ojos. Me sorprendí por su comentario y empecé a jugar con mis dedos, sin saber qué responderle—. Dame una oportunidad —susurró, tomando mi mano.

Enseguida mi corazón comenzó a latir rápidamente. ¿Darle una oportunidad? ¿En qué mundo un chico tan atractivo como él le estaría pidiendo eso a alguien tan simple como yo? El sólo pensar en eso me hacía sentir avergonzado.

—¿Por qué te gusto tanto? —pregunté, apretando suavemente su mano—. Con tu encanto y tu amabilidad seguro puedes estar con quien quieras y, sin embargo, me eliges a mí, es una locura —reí tristemente, sabiendo que jamás sería suficiente para él.

Nick estuvo en silencio por al menos 1 minuto mirándome fijamente, como si estuviese examinándome.

—¿Sabés? Te has equivocado en dos cosas —insinuó, apretando mi mano—. Primero, no puedo estar con quien yo quiera porque no puedo estar contigo —reclamó, haciendo un puchero—. Segundo, ¿por qué hablas de ti como si fueses una basura? Eres tan adorable que quisiera abrazarte hasta que explotes —se explicó, haciendo que me sonroje.

¿Realmente él pensaba así de mí, o sólo lo decía para hacerme sentir bien? Odiaba ser tan inseguro, pues pensaba que cuando alguien hablaba bien de mí sólo era para complacerme. Sin embargo, Nick se mostraba tan sincero como si dijera todas esas lindas palabras desde el fondo de su corazón.

Quería estar con él más que nada en el mundo, pero seguro se decepcionaría enseguida al ver que soy insuficiente para todos, incluso para mí mismo; no sé hacer nada bien, siempre termino molestando al resto y soy fácilmente irritable, entre muchas otras cosas.

—Oye —llamó mi atención—, no me interesa que creas que no eres nadie, pues para mí eres todo —confesó, sin siquiera avergonzarse de lo que estaba diciendo.

Nick posó una de sus manos en mi mejilla y se acercó a mi rostro, apoyando sus labios sobre los míos. Con ese dulce beso, él estaba transmitiendo todos sus sentimientos. Mis mejillas ardían y mi corazón había dejado de latir rápidamente, pues por primera vez desde que había llegado podía sentirme en paz.

Nick separó sus labios de los míos y me miró a los ojos, apoyando su frente sobre la mía.

—Entonces, ¿aceptas? —preguntó, esperando impacientemente mi respuesta.

—Sí —afirmé, escondiendo mi rostro en su pecho.

Pude escuchar cómo su corazón latía fuertemente al mismo tiempo que sus brazos me rodearon en un cálido abrazo.

Polos opuestosWhere stories live. Discover now