Capítulo 30

6.6K 720 217
                                    

Después de ver a Nick en tales condiciones, pedí que me lleven nuevamente a mi habitación. Simplemente no podía volver a verlo rodeado de máquinas y con cables por doquier; sólo quería volver a ver al chico sonriente de siempre.

El doctor Kushieda me ayudó a acostarme nuevamente en mi cama, guardando nuevamente la silla de ruedas en su lugar. En vez de irse, se sentó en la silla junto a mí y dió un leve suspiro, mirándome nuevamente a los ojos.

-Derek, necesito aclararte algunas cosas -dijo seriamente, expectante a mi reacción.

-Sí, está bien... -susurré, tratando de sostener su mirada.

El doctor Kushieda tomó su celular y me mostró una foto, dejándome totalmente impactado: la foto mostraba el rostro todo golpeado de una chica a quien no logré reconocer. Entonces, una idea llegó repentinamente a mi cabeza.

Miré horrorizado al doctor y él guardó su celular, volviendo a verme seriamente a los ojos.

-Esa es Sabrina -dijo seriamente-, y quien la golpeó hasta quedar así fuiste tú -prosiguió.

Mi corazón comenzó a palpitar fuertemente y el sudor frío recorría mi cuerpo; por alguna razón, no recordaba nada de lo que había pasado.

-Derek, los testigos de la escena me dijeron que susurraste "morirás" antes de lanzarte contra esta chica y golpearla -me miró fijamente-. Edward, el primo de Nick, intentó detenerte y tú lo golpeaste -mi corazón parecía acelerarse cada vez más conforme más sabía.

-¿Qué me está pasando? -comencé a llorar, sintiéndome un monstruo fuera de control.

Mis emociones parecían a punto de desbordarse, pero el doctor Kushieda permanecía calmado a mi lado, dándome tiempo para procesar la situación.

-Derek, tú has sufrido un brote psicótico, tal vez a causa del estrés que has pasado -confesó, dejándome boquiabierto-. ¿Sabes por qué no escuchaste nada del juicio? Es porque has sufrido una despersonalización, ¿comprendes? -la información parecía entrar en mi cabeza como balas.

En el colegio tuvimos una asignatura llamada psicología, donde nos habían enseñado lo básico sobre psicoanálisis y diagnóstico. Recordaba haber estudiado un montón sobre la estructura psicótica, por lo que entendía perfectamente lo que se me estaba explicando.

-Tú no eres ningún psicótico, Derek -dijo el doctor Kushieda-. Sólo necesitas ayuda, ¿sí? -sus palabras irradiaban tanta amabilidad que lograban calmar los latidos de mi corazón.

El doctor Kushieda me explicó que comenzaría a tomar una medicación antipsicótica y un ansiolítico, todo bajo la receta de un psiquiatra. Además, estaría un tiempo más en el hospital para ver cómo reaccionaba a la dosis de medicación y que podría irme cuando se estabilizara.

Antes de despedirse, me dijo que mi familia y amigos vendrían a visitarme enseguida. Sonreí ante la amabilidad con la que el hombre frente a mí me trataba y me despedí agitando la mano; él me dirigió una última sonrisa y salió de la habitación.

Pocos minutos pasaron antes de que mis padres y Samanta entraran por la puerta, corriendo hacia mí y rodeándome.

-Hijo, lamento todo lo que te está pasando -dijo mi padre, quien tomaba mi mano afectivamente.

-No te preocupes papá, me pondré bien -sonreí, logrando que todos a mi alrededor se relajaran.

Estuve un rato hablando con mi familia, quienes me estaban demostrando todo su apoyo como podían.

-Iremos a traerte tu ropa y tu computadora portátil, ¿sí? Volveremos en un rato -dijo mi madre, despidiéndose de mí con un gran beso en mi mejilla.

Polos opuestosWhere stories live. Discover now