Después de ver a Nick en tales condiciones, pedí que me lleven nuevamente a mi habitación. Simplemente no podía volver a verlo rodeado de máquinas y con cables por doquier; sólo quería volver a ver al chico sonriente de siempre.
El doctor Kushieda me ayudó a acostarme nuevamente en mi cama, guardando nuevamente la silla de ruedas en su lugar. En vez de irse, se sentó en la silla junto a mí y dió un leve suspiro, mirándome nuevamente a los ojos.
-Derek, necesito aclararte algunas cosas -dijo seriamente, expectante a mi reacción.
-Sí, está bien... -susurré, tratando de sostener su mirada.
El doctor Kushieda tomó su celular y me mostró una foto, dejándome totalmente impactado: la foto mostraba el rostro todo golpeado de una chica a quien no logré reconocer. Entonces, una idea llegó repentinamente a mi cabeza.
Miré horrorizado al doctor y él guardó su celular, volviendo a verme seriamente a los ojos.
-Esa es Sabrina -dijo seriamente-, y quien la golpeó hasta quedar así fuiste tú -prosiguió.
Mi corazón comenzó a palpitar fuertemente y el sudor frío recorría mi cuerpo; por alguna razón, no recordaba nada de lo que había pasado.
-Derek, los testigos de la escena me dijeron que susurraste "morirás" antes de lanzarte contra esta chica y golpearla -me miró fijamente-. Edward, el primo de Nick, intentó detenerte y tú lo golpeaste -mi corazón parecía acelerarse cada vez más conforme más sabía.
-¿Qué me está pasando? -comencé a llorar, sintiéndome un monstruo fuera de control.
Mis emociones parecían a punto de desbordarse, pero el doctor Kushieda permanecía calmado a mi lado, dándome tiempo para procesar la situación.
-Derek, tú has sufrido un brote psicótico, tal vez a causa del estrés que has pasado -confesó, dejándome boquiabierto-. ¿Sabes por qué no escuchaste nada del juicio? Es porque has sufrido una despersonalización, ¿comprendes? -la información parecía entrar en mi cabeza como balas.
En el colegio tuvimos una asignatura llamada psicología, donde nos habían enseñado lo básico sobre psicoanálisis y diagnóstico. Recordaba haber estudiado un montón sobre la estructura psicótica, por lo que entendía perfectamente lo que se me estaba explicando.
-Tú no eres ningún psicótico, Derek -dijo el doctor Kushieda-. Sólo necesitas ayuda, ¿sí? -sus palabras irradiaban tanta amabilidad que lograban calmar los latidos de mi corazón.
El doctor Kushieda me explicó que comenzaría a tomar una medicación antipsicótica y un ansiolítico, todo bajo la receta de un psiquiatra. Además, estaría un tiempo más en el hospital para ver cómo reaccionaba a la dosis de medicación y que podría irme cuando se estabilizara.
Antes de despedirse, me dijo que mi familia y amigos vendrían a visitarme enseguida. Sonreí ante la amabilidad con la que el hombre frente a mí me trataba y me despedí agitando la mano; él me dirigió una última sonrisa y salió de la habitación.
Pocos minutos pasaron antes de que mis padres y Samanta entraran por la puerta, corriendo hacia mí y rodeándome.
-Hijo, lamento todo lo que te está pasando -dijo mi padre, quien tomaba mi mano afectivamente.
-No te preocupes papá, me pondré bien -sonreí, logrando que todos a mi alrededor se relajaran.
Estuve un rato hablando con mi familia, quienes me estaban demostrando todo su apoyo como podían.
-Iremos a traerte tu ropa y tu computadora portátil, ¿sí? Volveremos en un rato -dijo mi madre, despidiéndose de mí con un gran beso en mi mejilla.
YOU ARE READING
Polos opuestos
RomanceEl protagonista de esta historia, llamado Derek Torres, es un adolescente de 18 años con fuertes problemas en torno a su personalidad. Sin mantener una buena relación con su familia y teniendo sólo un amigo, Derek es un chico realmente solitario que...