Interrupción

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Estaba repasando la lección de lenguaje arcano cuando Irina regresó de rastreo. Llevaba la camisa llena de tierra fresca pero seguía luciendo perfecta. Escarbó unos segundos en su armario y se metió al baño con su toalla y un poco de “ropa cómoda”.

Poco después oí el sonido de la ducha y seguí traduciendo el libro mentalmente. Estaba segura que cuando fuera a la clase avanzada el viernes, me tomaría al menos media hora traducir cada párrafo de las lecturas del señor Stegall.

Irina salió con el cabello envuelto en la toalla y, sin decir una palabra se tendió en su cama mientras chasqueaba los dedos para que el libro que había dejado junto a la ventana volara hacia ella.

Estuvimos en silencio hasta la hora de la cena. Irina y yo teníamos nuestra propia mesa, lo cual es un privilegio genial en Diringher. Era una mesa pequeña, sólo para tres personas pero nadie se hubiera atrevido a pedir el asiento restante. Comimos, nuevamente en silencio. O, para ser exactos, yo comí mientras Irina seguía leyendo. Tenía un plato de panqueques frente a ella pero se limitaba a mordisquearlos distraídamente. Puede que suene extraño para ser mejores amigas, pero yo no hablo mucho e Irina lo hace raras veces. Funciona para nosotras, aunque poco a poco mejorábamos en el asunto del mutismo.

Sólo cuando volvimos a nuestra habitación, y estuvimos metidas en nuestras pijamas, Irina se dirigió a mí.

—¿Tienes tiempo, Mel?

Sonaba calmada, incluso feliz. Había  tenido un buen día.

—Por supuesto.

Era muy extraña la ocasión en que Irina hiciera esa pregunta sin que me aguardara algo francamente divertido.

—¿Te gustaría oír algunas historias?

Asentí, emocionada. Irina a veces se sentaba a contarme las historias que leía en sus libros, o hechos históricos que le llamaban la atención. Por eso ambas llevábamos Casos criminales y teníamos excelentes notas en Historia. Aunque Irina tenía buenas notas en todo. Si no me equivoco, su promedio nunca bajaba de 97. Era la mejor del año, sin discusión posible.

Le sonreí animadamente y acomodé las almohadas, preparándome para oírla.

—Érase una vez… —empecé.

Ella sonrió y dio un gran salto hacia mi cama. Aterrizó con suavidad y se sentó con las piernas cruzadas.

—Es la historia de un joven mago negro en un pueblo al sur de Igereth —su voz profunda y seca, su mirada perdida en las paredes la hacían parecer mayor de lo que era—. Siguió los pasos, por supuesto. Estudió el lado oscuro, se lanzó en la búsqueda de la entrada al infierno y convocó demonios para intentar esclavizarlos a su poder. Todo viento en popa.

—Y la Cofradía se interpuso en su camino —murmuré yo.

—No —sonrió ante mi sorpresa—. Bueno, lo hizo, pero de a pocos. Mandaron a alguien a comprobarlo. Una mujer muy hermosa. ¿Y a que no adivinas?

—¿Resultó que era su madre y lo castigó por andar haciendo cosas indebidas?

Sus dientes brillaron cuando su sonrisa se ensanchó.

—No, la mujer logró que el mago se enamorara de ella.

—¿Logró que se enamorara? —inquirí—. ¿O sea que ella no se enamoró de él?

—No —Nina siempre sabía encontrar la historia perfecta para que yo no acertara el final—. Lo engañó.

—Se debe haber sentido muy decepcionado cuando fue capturado en medio de su cena romántica.

Irina siguió negando con la cabeza.

—No, ella lo mató sin decirle nada a la Cofradía.

—¿Por qué hizo eso?

—Al parecer, cuando intentó convocar a sus jefes, una invocación a medio terminar que el mago había ocultado tomó el poder de su hechizo y el demonio se volvió contra ella.

—¿La mató?

—No, era un demonio de agua, sólo la poseyó. Pero creó una tormenta terrible durante todo un día en el pueblo.

—¿Y aun así la Cofradía no intervino?

—En realidad…

Pero Irina se detuvo de repente y cerró los ojos. Su sonrisa había desaparecido.

—Ajá —oí que decía alguien—. No han podido esconderse por mucho tiempo, ¿eh, chicas? Pensaba que…

La puerta se abrió y James Sandler estaba allí, todavía con una sonrisa en el rostro. Retrocedió al vernos y divisé a Kyle detrás. Parecía aterrorizado y, al ver a Irina volver a abrir los ojos y girarse hacia ellos, supe que debía hacer algo.

La marca del lobo (Igereth #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora