Acceso

13.5K 1.4K 35
                                    

—¡Dijiste que lo traeríamos!

—Rushton tiene algo raro, no voy a verlo.

—Iré yo.

—No lo harás, ni siquiera te hará caso. Y si tengo razón, hay un mago negro dando vueltas allí fuera y podría ser él quien ha hecho que nuestros profesores cancelen clases durante todo un día en Diringher.

—Pero tal vez la Cofradía…

—Deja de pensar en eso, Mel. Y ahora guarda silencio, si alguien nos oye nos van a seguir.

Estábamos a punto de cruzar la barrera de Diringher, como tantas otras veces. Sólo que esta se sentía diferente. Más prohibido que de costumbre. Como si nos observara algún ojo poderoso. O tal vez había visto demasiadas películas de El señor de los Anillos.

En cuanto nos adentramos en el bosque, Nina empezó a caminar como si supiera a dónde se dirigía. A duras penas era capaz de seguirla.

—¿Nina? ¿A dónde vamos?

—No tengo idea.

—¿Qué? —dije parándome en seco.

—Suelo correr por el bosque hasta toparme con algo, pero contigo aquí…

—Existen los hechizos de velocidad, ¿sabías?

—¿Y si nos encontramos otro lobo? No debes desperdiciar energías.

—Las desperdiciaré si seguimos caminando en círculos como hasta ahora.

—No estamos caminando en círculos.

Agotada, me senté sobre el primer par de raíces que vi.

—¿Qué haces? —dijo Irina.

—Nina, se me acaba de ocurrir que es más fácil que corras por allí y cuando encuentres algo, vengas a buscarme y vamos juntas.

Ella se rió en silencio.

—Eres un genio, Mel.

Con ese desmesurado elogio, desapareció. Me quedé allí reflexionando sobre lo extraño que era todo. Cualquier otra persona estaría aterrada ante la posibilidad de quedarse sola en un bosque, a altas horas de la noche, rodeada del ruido de los insectos, con la posibilidad de horrendas criaturas rondando por los alrededores. Cada clase de Biología daba vueltas en mi cabeza pero había un tinte de confianza en mi actitud relajada mientras esperaba. Sabía cómo luchar, entrenaba cuatro días a la semana, era una de las mejores alumnas de Diringher e incluso papá quedaba sorprendido de mi nivel a veces.

Por eso fue que cuando escuché un ruido viniendo en mi dirección, no lo pensé dos veces e hice estallar fuego azul en mis manos, preparada.

—Mel, soy yo —podía oír la sonrisa en la voz de Irina.

No dejé caer el hechizo hasta que estuvo frente a mí.

—Lástima, he estado practicando.

—Bien —dijo ella—, eso será útil porque he encontrado algo interesante.

—¿Interesante como en "ajústense sus cinturones"?

Nina no me dejó preguntar nada más hasta que, después de veinte minutos, llegamos a un árbol que parecía llevar unos dos siglos allí.

—Wou, un árbol viejo. La aventura de mi vida —murmuré sin entender del todo su intención.

—Un portal creado en un árbol viejo. La aventura de nuestras vidas —me corrigió Nina.

En realidad cruzar el portal no fue nada emocionante, sólo una pequeña sacudida y aparecer en otro lugar del bosque. O tal vez otro bosque, no tenía idea. Sin embargo, en cuanto toqué tierra, me tambaleé y tuve que apoyarme en una rama. Me sobresalté cuando terminó rompiéndose.

—Vamos Emmeline —me apuró Irina—, esto se pone cada vez más extraño. No me gusta el aspecto de este lugar. Incluso considerando que no esperaba una acogedora bienvenida.

—Quien sabe, aún puede salir un conejo rosa para acompañarnos al país de las maravillas.

La marca del lobo (Igereth #1)Where stories live. Discover now