Temeraria

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Sabía que Irina me había repetido cien veces que tuviera cuidado. Sus palabras esa noche resonaban en mis oídos: “Mantente cerca de mí, no hagas nada tonto”.

Esperaba que mi intento de salvar a Kyle de morir destrozado por un hombre lobo usando el hechizo de congelamiento y quedándome con las energías justas para caminar no contara. Aunque no podría tener tanta suerte, la memoria de Irina era proverbial. Malditas súper capacidades vampíricas.

En aquel momento Irina había gritado algo que, mareada como estaba, no conseguí procesar. James adquirió una mirada de concentración y gritó algo más. Kyle, bueno, él estaba parado allí moviendo su cabeza de un lado a otro como si no entendiera nada. Me preguntaba si estaba en shock cuando James empezó a correr y, casi en una perfecta coreografía con Irina, esta se lanzó hacia atrás  y él ocupó su lugar lanzando fuego por las manos. Fue un bonito espectáculo hasta que el hombre lobo chilló, totalmente enloquecido

Irina empezó a rodearlo, intentando que ella y James atacaran por lugares lo suficientemente separados para que no chocaran entre sí. Se movían como si pudieran leer lo que hacía el otro y sólo entonces me di cuenta de lo realmente bueno que era James como luchador. Debí suponerlo, nadie que fuera trasladado llegaba de repente a una clase de ataque avanzado.

Sin embargo, Kyle seguía parado en medio del claro, observando todo como si no supiera dónde estaba. En cualquier momento alguien lanzaría un ataque que tiraría al lobo sobre él porque este se acercaba furiosamente, su sombra cubriendo la alta figura de James y las manos de este extendiéndose, listas para lanzar un hechizo.

—¡Kyle! —grité—. ¡Haz algo!

No fue la estrategia más inteligente. El lobo se volvió en dirección a mi voz, pero como Kyle resaltaba, parado varios metros por delante, se lanzó hacia él.

Ay, mierda.

James e Irina empezaron a correr tras él. Ella atacó una de sus patas nuevamente pero el lobo la catapultó hacia el bosque El ruido que hizo Nina al caer me puso los pelos de punta. Probablemente había partido un árbol, pero volvió al campo en menos de dos segundos en los que James arrancó varias ramas y las usó como lanzas. La criatura las esquivó sin problema, acercándose más a Kyle que se veía como si acabara de recibir un hechizo congelante.

Nina se lanzó nuevamente a su lomo, destrozando todo lo que pudo mientras James sacaba un cuchillo y se escabullía entre sus garras con una rapidez que merecía todo mi respeto. Ambos estaban luchando incansablemente y yo apenas tenía fuerzas. No era justo.

Pero la situación dio un giro escalofriante. En un momento, James paró para poder respirar. No notó que el lobo observaba todo con mínimo detalle y logró darle un cabezazo que lo volvió a estrellar contra los árboles. No sé si soltó algún grito porque los aullidos que hacía el lobo mientras intentaba atrapar a Irina, que era un borrón sobre él, me destrozaban los tímpanos.

Ya estoy un poco más descansada, pensé, podría ayudar.

Un grito me sacó de mis cavilaciones. Irina había caído frente al lobo y, ante mis ojos, este le destrozó el pecho de un zarpazo y la lanzó lejos, volviéndose hacia Kyle. No se movía tan rápido, porque Irina le había llenado la espalda de mordidas y tenía una pata destrozada, pero era lo suficiente para matarlo.

¿Qué iba mal con este chico? ¿Es que no veía que su interpretación de una estatua estaba complicando todo?

Aún tenía fuerzas, así que corrí hacia él al mismo tiempo que el lobo. Este avanzó, sosteniéndose sobre las patas traseras, con las delanteras en alto. El único pensamiento que tenía en aquel momento era: “Maldita sea Kyle, reacciona”, pero este se vio sustituido por la imagen de Kyle, con un zarpazo en el pecho, sufriendo lo mismo que acababa de pasar Nina. Sólo que Kyle no era un vampiro con grandes capacidades de regeneración.

Mi pie tropezó con algo en el suelo. La daga de James debía haberse caído cuando el lobo lo atacó. La tomé y corrí hacia él. Llegué exactamente tres segundos antes que el lobo. Le alcancé la daga a Kyle y sentí sus dedos crisparse sobre ella. Parecía que empezaba a reanimarse.

Piensa, me dije. Si tan solo se quedara quieto…

Preparé mis manos para decir el hechizo. Alguna parte de mi adolorido cuerpo se rebeló pero la silencié, igual que la voz de Irina diciendo: “Por lo que más quieras, no intentes nada muy temerario”.

Lo siento Nina, pensé mientras murmuraba: “Tempo rigentem” y sentía que las fuerzas me abandonaban. Pude ver a Kyle correr hacia la negra figura detenida y hundir el cuchillo entre su espeso pelaje. Rogué que hubiera funcionado antes de que mi cuerpo diera contra el piso.

La marca del lobo (Igereth #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora