El rastro iluminado

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—¿Estás seguro de esto?

—Completamente. Se fue por aquí.

—Él tiene razón —dijo la voz de Kyle a la altura de mi rodilla—. Mira esta huella.

Me incliné con cuidado y comprobé la huella que dejaban mis tacos sobre la tierra. Era una copia casi exacta, solo que dos veces más profunda, tal vez por la fuerza con la que había posado su pie.

—Pero la siguiente huella debe estar muy lejos —dije recordando la velocidad de Nina al correr.

Kyle me dio una sonrisa ladeada.

—¿Qué?

Me estaba poniendo nerviosa. Sus ojos verdes brillaron mientras colocaba una mano sobre la huella y empezaba a recitar un hechizo largo.

La huella se encendió y, al mismo tiempo, un resplandor a unos cinco metros delante llamó mi atención. Kyle lo siguió hasta otra huella dejada por Irina y señaló en una dirección. Varios destellos se colaban entre los árboles.

—Un rastro —dijo James, evidentemente impresionado—. ¿Cómo lo has hecho?

—Curación avanzada —explicó mientras la huella se apagaba. Se apresuró hacia la siguiente—. Nos lo enseñan para poder seguir a algún animal herido pero supongo que así también vale. Será mejor que nos apuremos porque desaparece con rapidez.

Lo seguimos por varios minutos, con una preocupación creciente. Necesitaba saber que estaba bien. Al tener un espíritu tan indomable como el suyo y ser un vampiro, Irina era lo más cercano a mi idea de fortaleza. A veces, cuando ella insistía en que sólo era una chica, me resultaba difícil asociar los dos conceptos. Era como ser la mejor amiga de tu superhéroe. No podía haberle pasado nada malo. Aunque si era ella quien había corrido en esa dirección, significaba que fue a encontrar los problemas por sí misma.

El camino dejó de ser plano para estar lleno de baches y piedras traicioneras. Los zapatos empezaban a acabar con mis pies y traté de no cojear. ¿Es que no existían hechizos para estas cosas?

El camino de luz empezaba a ser cada vez más difícil de seguir, conforme los árboles se juntaban y las sombras proyectadas por la luna nos hacían confundirlas con objetos sólidos.

Pasamos por áreas del bosque que en clase de Zonas nos parecían perfectamente inofensivas y fáciles de cruzar pero que aquella noche de Halloween, con el mortecino brillo de las huellas y vestidos de gala, sólo conseguían un cuadro atemorizante.

Súbitamente, el camino se detuvo.

—¿Qué pasó? —dijo James volviéndose hacia Kyle—. Hazlo de nuevo.

Él negó con la cabeza.

—Es imposible —dijo—, aquí terminaba. Irina debe estar por aquí.

James se giró hacia todos lados y eligió una abertura bastante llamativa entre los arbustos. Definitivamente Nina había tomado esa dirección.

¿Qué la habría impulsado a irse hacia el bosque? ¿Nos estaría esperando? A estas alturas sus perfectos sentidos ya nos habrían detectado. ¿O los temores de James eran reales y estaba atrapada por algo que no alcanzaba a imaginar? Quise pegarme un golpe en la cabeza por no haber llegado con más sigilo pero ya era demasiado tarde.

—¿Irina? —la voz de James hizo que lo siguiéramos—. ¿Qué haces aquí?

Irina estaba en el claro, de pie, con la vista fija en el bosque que la rodeaba, como si no pudiera despegarla de allí. Se veía extraña, vestida elegantemente y rodeada de insectos chirriantes. James se había detenido a pocos pasos de ella, con cautela.

—No debieron seguirme —dijo calmadamente— pero supongo que es en vano esperar eso, ¿cierto?

—Irina, en serio, ¿qué pasa? ¿por qué saliste corriendo?

Irina finalmente despegó la vista pero, en lugar de mirar a James, me miró a mí.

Reconocí la expresión al instante y me volví hacia todos lados para encontrar al hombre lobo.

La marca del lobo (Igereth #1)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ