A tres metros sobre el suelo

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James seguía presionándome para volver al bosque así que dos semanas después, un viernes, nos escapamos. Fue muy fácil. Diringher era una Academia muy exigente y con normas estrictas, pero también sabían que sus alumnos estaban allí para aprender a luchar contra el peligro y si alguno decidía conseguir algo por su cuenta… bueno, se encogían de hombros y decían que no era culpa suya que sus estudiantes tuvieran ataques de rebeldía.

A veces tenía la impresión de que alguno de los numerosos hechizos sobre la Academia le permitía al señor Rushton saber quién entraba y salía, pero si era así, él parecía nunca darse por enterado.

Encontrar el área 20 fue bastante fácil, al igual que lo fue para James recuperar su colgante, medio enterrado al pie de un árbol.

—Debe haberse caído cuando me lanzó contra el árbol —especuló—. Bueno, ya podemos regresar.

Eso hacíamos hasta que, después de avanzar durante un minuto en silencio, cuando James estaba a punto de volver a convocar su esfera de luz porque los árboles se cerraban sobre nosotros, oímos un ruido.

Con todo lo que nos había pasado en ese lugar hace unos días, nos pusimos en alerta al instante. Avanzamos tan lentamente que no podía oír mis propios pasos. Además, el bosque no era precisamente silencioso. El chirriar de los grillos, el chillido ocasional de algún pájaro, animales que pasaban corriendo cerca…

El resplandor venía del claro que acabábamos de dejar y pudimos ver qué era lo que desprendía aquel resplandor sin tener que salir del resguardo protector de los árboles.

A James se le escapó un jadeo.

Había un pentagrama dibujado en el suelo del bosque que emitía la luz que tanto nos llamó la atención. En lo alto estaba Irina Britt, levitando, oculta a las miradas por las ramas de los árboles que rodeaban el claro. Su cabello rubio flotaba a su alrededor como si le hubieran puesto un ventilador muy potente delante.

Parecía totalmente ajena al mundo, con los ojos cerrados y aquel aire místico. Estaba aterrorizado, no lo niego. Aquella imagen era lo más cercano que había visto en la vida real a lo que se suponía, era un ritual de magia oscura. Pentagramas, levitación, lugar que aún contenía restos de energía demoniaca…¿no era eso lo que nos habían enseñado siempre?

Sin embargo, James dio un paso hacia ella. No parecía tener ni pizca de miedo.

Irina, en lo alto, empezaba a acumular energía. Dentro de su magnetismo, las cosas a nuestro alrededor estaban vibrando, mi reloj empezó a jalar a mi muñeca hacia ella, como si se acabara de transformar en un imán. Irina en lo alto, tenía decenas de pequeños objetos girando. Lo único distinguible era un colgante que tiraba de su cuello con fuerza, como si quisiera unirse al torbellino. ¿Por qué todo el día de hoy era acerca de colgantes?

James, a mi lado, parecía estar teniendo un ataque.

Lo tomé del brazo y lo jalé de vuelta, sacudiendo enérgicamente la cabeza. Creo que lo entendió porque no tuve que esforzarme mucho para que volviéramos. Logramos salir de allí lo más rápido que pudimos y sólo hablamos cuando la puerta de nuestra habitación se cerró tras nosotros.

—Por todos los cielos, ¿qué ha sido eso?

Lo único que podía hacer era reproducir la imagen de Irina, flotando como una aparición y el dibujo del pentagrama con aquel brillo sobrenatural. Parecía una verdadera bruja, una muy poderosa. Era un hecho aceptado que Irina era la mejor de la clase, incluso antes de ser convertida, pero la imagen realmente me hizo darme cuenta de todo lo que esa frase implicaba. Yo no conseguía levitar más que a cinco centímetros del suelo durante un par de minutos y eso consumía todas las fuerzas que tenía. Retar leyes tan básicas como la gravedad mataba energías a lo loco.

¿Qué habría estado haciendo allí? ¿Sería algo relacionado con su reticencia a decir algo sobre el extraño hombre lobo? ¿Tendría que ver con todo lo extraño que había en ese incidente: desde la energía demoniaca hasta la actitud misma de la bestia?

Pronto se hizo evidente que las reflexiones de James no eran parecidas a las mías ni de cerca y mi conclusión fue que el amor te vuelve más idiota de lo que ya eres.

—¿No crees que parecía un ángel lista para descender del cielo? —murmuró antes de que las luces se apagaran.

La marca del lobo (Igereth #1)Where stories live. Discover now