Salvo a los chicos (y de paso a Irina)

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Sabía que no estaba furiosa, aunque sí ligeramente fastidiada, lo cual tratándose de Irina era muy peligroso.

James estaba sacudiendo su cabeza de forma idiota, pero seguía viéndose genial.

Kyle, en cambio, lucía como si alguien acabara de firmar su sentencia de muerte. Mi mente se movió rápido y capté su mirada. Intenté indicarle que se largara y, por su bien, más valía que fuera rápido. Tomó a James del brazo y cerró la puerta. Me volví hacia Irina, tratando de hacerla regresar a la historia de la mujer poseída por el elemental de agua y la tormenta que desató.

—¿Entonces la Cofradía decidió regalarle paraguas a todo el pueblo?

La pequeña sonrisa de Irina retornó. Esperaba que volviera a sumergirse en el relato y olvidara los ruidos que hacían los dos chicos fuera de la habitación.

—No, la Cofradía vino al pueblo. Enviaron tres miembros para ver si era obra de algún demonio. Y la descubrieron, claro. Aunque ella aún tenía la suficiente magia para hacerles creer que no había pasado nada y que la tormenta sólo era producto de algo que había hecho el mago negro, cuyo cadáver les dejó. Sin embargo, la noche antes de irse, uno de los miembros…

Se detuvo. Acababa de oírse más claramente un forcejeo. Irina se movió con una rapidez sobrehumana y abrió la puerta. Sentí que la sangre huía de mi cara.

—Soy Irina Britt —la oí decir. Su voz sonaba neutra, por lo que esperaba que no matara a nadie. No sería justo que Rushton le pusiera un castigo apenas empezado el año. Estaba reclinada en el marco de la puerta, en una posición desinteresada.

—Ah, ya decía yo que no podrías resistirte —James le dio el tipo de sonrisa que habría derretido a cualquiera menos a Irina—. Soy…

—James Sandler —cortó ella sin inmutarse—. El nuevo estudiante.

James volvió a sonreír. ¿Es que Kyle no se lo había dicho aún? Creo que Irina pensaba lo mismo porque dijo:

—Kyle Anderson. Te tenía por un chico prudente.

—Lo…lo siento mucho —dijo él. Vaya que sonaba espantado. Intentó sacar a James de allí—. Ya nos íbamos.

—¿Cómo que irnos? Y dejar a esta señorita desairada. Ni pensarlo.

Definitivamente no sabía nada. O era un suicida muy original.

Irina retrocedió dos pasos y usó la magia para cerrar la puerta de un portazo. Podía oír la voz de Kyle a través de la puerta cuando Irina volvió a la cama un segundo después.

—El miembro de la cofradía, se despertó en mitad de la noche y…

Esta vez sí apretó los labios. Parpadeé y había vuelto a abrir la puerta.

—Tengo hechizos por toda mi habitación para casos como este, pero resulta que ustedes sobrepasan el límite de lo que yo califico de ruidoso.

—Pero….

Mi amiga alzó la mano y me desesperé. Iba a atacarlos.

—Irina —dije con toda la calma de la que fui capaz—, será mejor que cierres la puerta y pongas otro hechizo más potente. Quiero oír el final de esa historia.

Irina se dio la vuelta, y la cerró. Sus dedos se movieron sobre ella con otro hechizo de silenciamiento.

—El miembro restante la vio usando los poderes del demonio para eliminar la lluvia y dejar de despertar sospechas —su voz ahora era rápida, como si quisiera acabar la historia lo antes posible—. Irónicamente eso la delató. La mataron. Fin. Ahora debes dormir.

James había dejado de agradarme en muchos sentidos. Había arruinado su día.

La marca del lobo (Igereth #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora