Amuletos de plata

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—Imbécil —gritó Irina con todas sus fuerzas.

Nunca, en todos los años que la conocía, la había oído gritar con tanta fuerza ni con tanta rabia.

—Te ha salvado la vida por ahora —oí murmurar a Kyle.

Driggers había reído tanto con la sugerencia de James que accedió a llevarlo después de asegurarse que todas nuestras cadenas estaban perfectamente seguras. Irina había empezado a insultarlo.

—¡Eres un desgraciado! —siguió ella sin escucharlo.

Maldito, condenado, infeliz, idiota, todas ellas con cada variación y sinónimo posible. Incluso farfulló un poco en ruso, francés y alemán.

—¿Ya te has cansado? —dijo Kyle cuando ella se detuvo para tomar aire. Irina lo fulminó con la mirada pero Kyle ni siquiera tembló. O tal vez era que no podía moverse mucho.

—James acaba de dar su vida por ti. ¿Es que no estás un poquito agradecida?

—Es un idiota. Se va a hacer matar. Podría resistir más que él.

—Eso no lo sabes —sonaba molesto y cortante. Irina lucía tan sorprendida que se quedó sin una réplica—. James es muy fuerte.

—Gracias, Kyle.

Del susto, se me cortó la respiración. James apareció frente a mí para tirar mi incredulidad por los suelos. Ya no llevaba puesta la camiseta y traté con todas mis fuerzas de no quedarme mirándolo

—¿James? —dijimos Kyle y yo al mismo tiempo.

—¿Cómo diablos te has zafado? —agregó Irina.

James alzó el colgante de plata que llevaba consigo. Irina le gruñó.

—¿Ves que ser parte de la nobleza realmente da muchas ventajas? —dijo mientras se apresuraba a ayudarnos con las cadenas. Fue primero por Irina a pesar de que ella le atravesaba con la mirada—. A este cachorrito no le enseñaron que no debe jugar con su comida.

Parecía que Irina iba a golpearlo en cuanto se soltara, pero ella saltó para liberarme.

Si bien estando atado a ellas no había conseguido un miserable hechizo, James no encontró dificultades para deshacer también las cadenas de Kyle.

—Bloquean sólo la magia de los atrapados en ella —comentó.

—¿Dónde está Driggers? —preguntó él cayendo al suelo casi al mismo tiempo que yo.

—No lo sé. Recibió una llamada de fuego y desapareció. El lobo estaba débil por todos los hechizos que le lanzamos e intentó atacarme mientras su amo no estaba. Ya tenía la camisa hecha un asco y cuando tocó el colgante sólo…

—Deberíamos irnos —lo interrumpió Irina—. Luego nos cuentas, si Driggers vuelve…

—No podemos desaparecer aquí. Driggers tuvo que enviar un mensaje diciendo que estaba en la cabaña y que tendrían que esperar a que saliera.

Ella asintió y me tomó del brazo.

—Irina —la detuvo James—. Lo siento por ofrecerme voluntario, no podía permitir que te hicieran daño.

Por increíble que pareciera, Irina se quedó sin palabras nuevamente. Desvió la vista y me jaló.

—Vamos, Em, salgamos de aquí.

Sin embargo, se detuvo antes de que abriera la puerta.

—No me gusta dejar deudas sin pagar, Sandler, recuérdalo.

James sonrió.

La marca del lobo (Igereth #1)Where stories live. Discover now