El ritual

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—Pero Nina…

—Por enésima vez, no lo haré.

—Puedo fingir que lo encontré en mi casa…

—Sería incluso más fácil que yo fingiera que estaba en la mía. Mi padre investiga cosas como esta todo el tiempo, pero no pienso pedirle ayuda.

—No puede ser tan malo.

—Lo es, sólo…

—¿Señorita Britt? ¿Señorita Swift? —el señor Schramm nos interrumpió con una mirada severa—. ¿Alguna de ustedes es consciente de la importancia de esta clase?

Las dos nos detuvimos con miradas culpables y asentimos en señal de arrepentimiento. Arriesgué una mirada al profesor para medir su grado de molestia y me sorprendí al encontrar que parecía tener un serio dolor de cabeza.

—¿Señor Schramm? —pregunté con cuidado.

Pero él se masajeó las sienes y se alejó en dirección a su escritorio. Se derrumbó sobre la silla con expresión ausente.

—Podrían solo… no sé, ¿callarse? Ahora saquen sus libros y lean el capítulo…

Todos cruzamos miradas. Schramm nunca decía cosas como esa, mucho menos nos mandaba solo a leer un capítulo que ya habíamos terminado. Él era el tipo de persona que prefería contarnos los detalles sobre una criatura con anécdotas de sus viajes por todo el mundo.

Sin embargo, el profesor no volvió a decir otra palabra en lo que quedaba de la clase. Cuando acabó, todos salieron en un inusual silencio. Irina me detuvo antes de salir y esperamos hasta que el último estudiante dejó el lugar.

—Señor Schramm —empezó Irina usando una voz extremadamente amable—. ¿Está todo bien?

Sin embargo, él no contestó. Tenía los ojos cerrados y se apoyaba en la silla como si estuviera a punto de caerse. A mi lado, Irina bufó y me tomó del brazo, llevándome en dirección a la puerta.

—No puedo creerlo —murmuró—, se ha quedado dormido.

Mi estupefacción duró el resto del día, mientras nos cancelaban clases como si estuviera cerca algún evento importante.

Los alumnos intercambiaban miradas extrañadas pero se conformaban con suponer que algo importante requería la presencia de los maestros en la Cofradía y lo aceptaron con gusto. Irina no.

Mientras yo me calmaba y avanzaba con mis deberes para Invocaciones y Biología, ella pasó la tarde fuera. Pensé que habría ido a cazar al bosque para alimentarse, incluso con el riesgo que suponían sus últimas visitas hasta que regresó alrededor de las nueve de la noche. Ingresó al cuarto a una velocidad alarmante y cerró de un portazo.

—Irina, ¿estás bien?

—¡Tenemos que ver esto de inmediato!

—¿Qué? Pero…

Nina no esperó a que yo dijera algo más, me arrastró hacia su escritorio y golpeó el primer cajón para quitar su hechizo protector. Sacó la esfera y a mi siguiente parpadeo, volvimos a su biblioteca.

—¿Qué va mal?

—Todo.

—¿Todo? ¿Cómo puede ir mal? Dijiste que ibas a preguntar…

—Lo hice. Ningún profesor nos va a responder esto.

—¿Por qué?

Irina empezó a sacar libros y a pasar las páginas desenfrenadamente, sin responder.

La marca del lobo (Igereth #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora