Interrogatorios

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Estaba segura de que Kyle ya le había dicho a James que la dejara en paz. No había vuelto a molestarnos desde entonces, ni siquiera cuando los vimos en Ataque Avanzado. Pero las cosas estaban a punto de tomar un giro.

Todo empezó un martes.

—Entonces, ¿cuáles son las armas más efectivas en caso de encontrarte en un terreno desértico en una lucha con un hada? —preguntó la señorita Robson señalando a Olive Partsch.

—Tratar que no encuentre ninguna señal de vida como un cactus o algo —dijo ella con cara pensativa— . Tampoco debería empezar a volar, por lo que supongo que un hechizo de ataduras podría funcionar. Espere… ¿es un hada oscura?

La clase de Armas estaba bastante controlada. Las primeras semanas tuvimos un repaso básico del arsenal para asegurar que recordábamos la mayor cantidad de armas y aprendimos algunas nuevas, recientemente desarrolladas. Olive siguió divagando mientras un extraño sol se colaba por las ventanas e Irina se removía inquieta a mi lado. A pesar de la protección del hechizo, a veces sus pupilas sufrían bastante por el exceso de luz y debía usar más hechizos. Mientras ella pasaba sus dedos sobre sus párpados, ahora cerrados, volví mi atención a la señorita Robson que asentía ante algo que Olive había dicho y señalaba a Joshua Benwick.

—¿Usted qué opina, señor Benwick?

—¿Lanzarle tierra a los ojos? —sugirió él provocando las risas de la clase, e incluso de la señorita Robson. No muchos profesores se lo hubieran soportado, pero ella era una mujer joven y extremadamente divertida y le encantaba hacer alarde de eso.

—Bien, pasemos a los hombres lobo.

Se veía llena de energías. Llevaba una carpeta en la que iba escribiendo Dios-sabe-qué a medida que respondíamos. Se movió en dirección a nuestra mesa.

—Señorita Swift, tiene un mangual, hecho de bronce; un cuchillo que no es de plata; y una ballesta cuyas flechas tienen punta de plata pero están ubicadas a cien metros de usted. Un hombre lobo está a punto de atacarla, ¿qué hace?

“Vamos, Emmeline, piensa. Hay algún truco en todo eso. La respuesta no puede ser la ballesta”.

—El hombre lobo ha saltado y llegará a usted en tres, dos…

—Uso el mangual para alejarlo —dije en voz baja. La señorita Robson sonrió levemente y anotó en su libreta. Irina me dio un leve pisotón, indicándome que debía decir algo más—. Tomo la… el cuchillo —me corregí cuando Irina me volvió a dar otro empujón leve—, convoco un hechizo sobre la hoja y le corto la cabeza.

La señorita Robson volvió a anotar y vi que Irina se esforzaba por no sonreír.

—Señorita Britt —era admirable que no temblara al dirigirse a ella, lo que la incluía en el selecto grupo de los profesores que no le tenían miedo, justo después de:

1.     El profesor Marcus, que la obligó a meter a Kyle en nuestro grupo porque “necesitábamos alguien que le diera imparcialidad”.

2.     Warfield, que la hacía luchar en ataque avanzado como si realmente estuviera a punto de atravesarla con una estaca.

3.     Banzhaf, que no se amedrentó al pedirle dos veces que lo atacara como vampiro para demostrar una maniobra de defensa y siempre la felicitaba como si fueran viejos amigos.

—¿Qué usaría en contra de un hombre lobo un día de luna llena en medio de un claro?

Aunque no lo parecieran, las preguntas sin opciones eran las más difíciles. Irina no demoró ni dos segundos en responder.

—Mis colmillos —varios soltaron un jadeo audible, pero la señorita Robson sólo sonrió e hizo una anotación en su carpeta—, y tal vez un hechizo de congelamiento.

—¿Señorita Morton?

Pateé a Irina por debajo de la mesa mientras Leslie intentaba pensar en algo.

—No debiste haberlo hecho.

Irina dejó salir su sonrisa contenida y sus colmillos brillaron.

—Pero es la verdad —dijo volviendo a esconderlos—. No me sirve de mucho decirle que usaría algo que probablemente no lleve encima cuando…

—Señorita Britt —la voz de la profesora sonaba leventemente irritada. Su mirada era peligrosa cuando se inclinó sobre nosotras—. Ya veo que se encuentra especialmente habladora hoy. ¿Qué haría si no pudiera usar su magia y tuviera que atacar a un hechicero —Irina tomó aire pero la señorita Robson añadió— como vampiro?

Pude sentir las miradas de toda la clase sobre nosotros. Incluso los de la primera fila se volvieron, expectantes. Pero ella solo empezó a nombrar con voz aburrida las cosas de las que se protegería: fuego, objetos de hierro, estacas…

—Probablemente en un descuido, le partiría el cuello y lo drenaría.

Lo dijo sin un parpadeo y con tanta simplicidad, que si no supiera que Irina cazaba animales en lugar de abrir un portal, largarse a Londres y drenar a los turistas, hubiera tenido la misma expresión aterrorizada de la mayoría de estudiantes.

La señorita Robson volvió a anotar en su carpeta y siguió interrogando a Leslie. Pero hubo algo en su mirada que me dio un mal presentimiento.

—¿Por qué crees que esté anotando? —pregunté en voz baja. Sólo Irina y su excelente oído podían descifrar lo que acababa de decir sin apenas separar los labios. Sin embargo, eso no implicaba que ella fuera omnisciente, por lo que se encogió de hombros y perdió el interés en la clase en pocos segundos.

La marca del lobo (Igereth #1)Where stories live. Discover now