Halloween

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—Mel, te ha llegado una carta —me dijo Irina ese sábado, después que regresara de la biblioteca.

Dejé los libros que había sacado para el ensayo y cogí el sobre.

—Me viene perfecta justo ahora —comenté mientras rasgaba el sello y ponía los ojos en blanco por la manía de mi madre de ponerle una estampita aunque mi padre la mandara mediante la magia—. Llevo pensando en mi madre todo el día por el bendito ensayo de Stegall.

—Por qué Igereteh debería tener una escuela primaria y prescindir de los instructores particulares y los colegios humanos en la educación de los menores —Irina imitó muy bien el tono emocionado del profesor—. Lo apoyo, mi tutor era insufrible. Aprendí a leer y escribir lo más rápido que pude sólo para librarme de él.

—No estoy segura. A mí me educó mi madre, pero hubo un año en que quisieron enviarme al colegio. Fue una pesadilla. Juntar tantos niños en un lugar nunca puede resultar en nada bueno. Imagínate con niños que aún no tengan la capacidad de controlar su magia.

Nina se encogió de hombros y volvió a su libro. Yo me di cuenta que, o mi madre había superado su propio récord en longitud de cartas o me habían enviado otra cosa.

—Huele a dinero —dijo Nina antes de que pudiera continuar. Tenía razón: un fajo de billetes descansaba junto al papel blanco.

Querida Em:

¡Saludos! Ya sé que te he dicho como veinte veces que me encantó mi regalo de cumpleaños, pero te lo repito. Si vieras la de cosas que me ha solucionado, ahora sólo tengo que ir con cuidado de que me roben el bolso, que se llevan con él todo mi armario (mal chiste, lo sé). Aquí, de nuevo, las cosas van igual. Tu padre ya casi termina con ese caso en Dinamarca sobre el mago negro. Resulta que no fueron asesinatos, sino que los mordió un hombre lobo que colaboraba con él y ahora la hermandad Lupus se hará cargo (felizmente, porque apenas ha dormido en toda la semana).

Tus tías te mandan saludos y te desean lo mejor. Edith y Mercedes han ganado un concurso de natación y mis hermanas ya creen que pronto las verán en los Juegos Olímpicos. Dime Em, ¿hay algún hechizo para curar la demencia? Sólo esperemos que no sea hereditaria.

Como ya te habrás dado cuenta, Halloween está a la vuelta del calendario. Tu padre y yo te enviamos el dinero para que te compres un bonito vestido para la fiesta. Ya me contarás. El año pasado, tu descripción fue tan aburrida que casi diría que viste todo sentada en una esquina.

Te quiere,

Mamá.

Pd. Le he leído la carta a tu padre y dice que le has puesto un hechizo antirrobo al bolso (él te felicita y yo te vuelvo a agradecer con más ganas mi regalo). Cada día descubro cosas sobre él que no hubiera imaginado. Una nunca se aburre con ustedes los hechiceros.

—Vaya. Había olvidado completamente Halloween.

Irina no se inmutó. Evidentemente, su memoria era la agenda perfecta.

Volví a leer por partes la carta de mamá.

El año pasado, tu descripción fue tan aburrida que casi diría que viste todo sentada en una esquina.

En realidad lo pasé mirando desde la ventana.

Aclaremos eso.

Como todos los años, Diringher celebraba un baile en Halloween. Desde cuarto (el año que Nina y yo nos hicimos amigas), ni siquiera consideré asistir.

Sin embargo, no era así para el resto de la población diringheriana. Las chicas empezaban a cotillear con más intensidad (como si fuera posible) y los chicos tenían una mirada llena de dudas o analizaban a sus posibles conquistas.

La marca del lobo (Igereth #1)Where stories live. Discover now