Preparativos

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—No. No. No.

Irina rechazaba vestidos con tanta rapidez y decisión que esperaba que la dependienta se ofendiera de un segundo a otro. Por el contrario, la mujer parecía tomar como un reto personal hacer de ella un cliente satisfecho.

—Este azul podría…

—No.

—¿No tengo derecho a una opinión?

—No.

Me moví junto a ella, esquivando por poco las prendas desechadas.

Era la tienda número veinticinco de esa mañana. Por supuesto, las capacidades vampíricas y el carácter decidido de Nina convertían cada visita en una secuencia de cinco minutos de “no” casi ininterrumpidos.

Esta era la primera dependienta empeñada en complacernos que encontrábamos y tal vez por eso Nina se estaba tomando más tiempo en considerar las opciones. Un vestido celeste claro bailaba entre sus manos mientras le daba vueltas en todas las direcciones.

—Es bonito —ofrecí.

—No tanto —dijo ella echándoselo sobre el hombro, sin terminar de descartarlo.

—Ahora entiendo por qué nunca hemos ido de compras.

Irina esbozó una sonrisa y siguió moviéndose.

—Tal vez por aquí —le indicó la dependienta—. Es un estilo más clásico, si me pregunta. Un poco conservadores incluso, pero…

—Ajá —la interrumpió Nina.

La chica hizo un puchero y se apartó en dirección a la caja, finalmente exasperada. Yo alcé una ceja ante los modelos que tenía frente a mí. Eran tan… anticuados. Empezaba a pensar que no encontraríamos algo a tiempo para esa noche.

Justo cuando Nina dio un paso para empezar, una chica pasó riendo con sus amigas y movieron parte de las perchas. Inconscientemente, ella volteó en esa dirección y juro que sus pupilas se agrandaron.

—Lo tengo.

El vestido era corto para los estándares de la época en la que supuestamente estaba inspirado. Iba a la altura de las rodillas, tenía una falda con bastantes capas, y llevaba tela y gasa por todos lados. Tenía mangas de encaje y un cuello que parecía una gorguera.

—¿No es un poco……aburrido?

Nina observó el vestido con una mirada crítica. Cuando sonrió, sus colmillos brillaron.

—Sí, esto es anticuado —dijo mientras sus dedos volaban sobre el encaje de las mangas que recubrían la parte alta y bordeaban el cuello—. De-ma-sia-do an-ti-cua-do.

Con cada sílaba, arrancaba pedazos del encaje, liberando los tirantes y dejando la posibilidad de mostrar más piel.

—¡Señorita! —dijo una voz escandalizada detrás de nosotras.

La dependienta contemplaba con horror los pedazos de encaje en el suelo y a Nina sosteniendo el vestido con una expresión que decía a todas luces que no veía nada malo allí.

—Creo que ya lo tenemos —murmuró poniéndomelo en las manos y empujándome discretamente hacia los vestidores.

La vendedora cerró los ojos en rendijas e Irina se encogió de hombros.

—Lo voy a pagar —dijo—. No tiene que preocuparse por eso.

Ella extendió la mano de forma impaciente, sin preocuparse por seguir siendo amable. Nina rebuscó entre su cazadora y sacó una de las dos cadenas que siempre llevaba colgando del cuello.

La marca del lobo (Igereth #1)Where stories live. Discover now