D I E Z

7.3K 618 12
                                    

Estaba aterrada.

No supe como tomar el hecho de caer en cuenta que estaba rota, totalmente destrozada, no quise aceptar mi destino y no entendí lo que sucedía, hasta que quise ver mi futuro y sólo vi manchas negras y grises, ninguna blanca ni de colores, sólo negras y grises. Entonces comprendí que tal vez estaba en mis últimos días, nadie lo sabía, pero era predecible. Tempranamente acabarían conmigo y ya estaba anticipándolo, porque no tenía cómo luchar contra ellos; No tenía fuerza, ni rapidez, ni voluntad; tenía ataques impulsivos que hacía llamar "valentía", pero eso no era voluntad. Frente a mí se plantaba un ser con sonrisa burlona, dispuesto a recordarme todo lo que hice mal y diciéndome que todo fue mi culpa, que me lo merecía. Recapitulé todo lo que sucedió, desde el momento en que salí de casa para demostrarle a mi hermana que tenía un miedo irracional, hasta ese momento. Mi culpa, mi actitud impulsiva, mis actos. Yo.

«Eres, y siempre serás, una fuente de alimento para nosotros.»

¿Estaba destinada a ser eso? ¿Tenía la posibilidad de negarme a ser su mero objeto? No, no la tenía, nunca tuve la oportunidad de decidir, ellos me la quitaron. Ellos eran superiores por lo que eran, personas como yo, normales y débiles, tenían que bajar la cabeza y obedecer. Esa no era yo.

Ellos me arrastraron dentro de un auto negro cuando Dann decidió que ya no quería atormentarme. Era de noche, las calles estaban oscuras y con unos pocos vampiros caminando por ellas, en busca de una víctima ilusa. Jason manejaba sin rumbo fijo, noté que surcábamos todas las calles, sin detenernos en un lugar en específico, pasando dos veces por las mismas zonas. Estaban frustrados, todos, y concentrados, mirando hacia todos lados y mirándome a mí. No podía verlos, pues mis ojos estaban mirando a través del cristal polarizado, admirando un paisaje triste y repetitivo, como ellos me habían ordenado que lo hiciera. Me había resignado, ya no quería sufrir por algo que igualmente me obligarían a hacer.

«Sólo eres nuestro tonto mapa del tesoro. Eres alimento barato, como todos, maldita humana.»

Yo creía que... Era estúpido, muy estúpido, me daba vergüenza saber que pensé en algo así. Yo creía que, por una vez, podía ser alguien y saber algo importante, que podía marcar un antes y un después en la historia, me sentía, de cierta forma, importante, porque sabía que me necesitaban para obtener lo que querían. ¿Cómo, siquiera, pude pensar algo así? Ellos solamente me veían como un mapa, un tonto mapa que creyó ser alguien, pero sólo era algo, un objeto ridículo que tirarían cuando ya no les sirviera. Eso era yo, pero la diferencia era que no iba a darme a revelar, ellos nunca iban a sacar lo que querían de mí, el secreto se iba a ir a la tumba, entonces me convertiría en alguien, en alguien que recordarían con odio y rencor, pero alguien, al fin y al cabo.

Las calles que comenzamos a recorrer se hicieron extrañamente conocidas. Tenía un vago recuerdo de las casas y estado de las calles, pero no supe de qué trataba hasta que vi el parque alzarse frente a nosotros. Mi corazón se aceleró y sus miradas se conectaron como imanes, entonces empecé a armar el rompecabezas en mi mente. Claro que sabían que yo no les diría dónde se encontraba el diario, no eran tontos, entonces decidieron utilizar mi inútil humanidad en mi contra. Yo misma me delataría, así funcionaba el juego. Y en un chasquido yo caí a sus pies, como siempre.

«Eres nuestro tonto mapa del tesoro.»

¿Mapa cerrado bajo llave? Eso pensé. La cerradura se abría con cualquier llave, era accesible, tonta. ¿Por qué tenía que sucederme eso? Cuando creía estar un paso por delante, ellos daban una zancada. Su inteligencia no era superior, pero ellos tenían experiencia, no podía hacer nada sin dudar de mis acciones, sin pensar que tal vez ellos ya sabrían lo que haría.

Jason ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora