D I E C I S I E T E

7.7K 578 38
                                    

Me recosté en la nieve sobre el pasto escarchado y congelado del pequeño jardín de la casa. El cielo estaba nublado, cubierto por nubarrones negros y grises, éstos indicaban una lluvia o tormenta de nieve inminente, torrencial y severa. Había salido por primera vez a ese jardín el día anterior, estaba completamente blanco, las ramas con hojas escasas de los árboles estaban forrados de una capa blanca, como su escudo contra el crudo invierno para que no perdiera totalmente su vida.

Horas después, me vi obligaba a entrar en la casa cuando la nieve comenzó a caer y los nubarrones ya estaban sobre mí. Así pasaba mis días, de esa forma los sobrellevaba (o, al menos, los soportaba). Quería proponer cosas nuevas, que me dejaran salir, o terminar mi último año en la secundaria, o simplemente que me compraran un celular o algo, cualquier cosa para entretenerme. Pero nunca había tiempo para eso. Nunca había tiempo para mí. Jason solamente atendía asuntos ultra secretos con su grupito y pretendía que me pasara los días como lo haría una ama de casa, que sea la esposa que esperaba a su esposo después del trabajo y lo satisficiera. No. Yo no iba a ser eso.

En la sala de estar no me importó en presencia de quién lo hice, simplemente me tiré sobre un sillón individual y me recosté. Sean y Jack estaban mirándome.

—Tú tranquila —bromeó Sean y me creó una sonrisa a medias.

Como secuela del plan que había creado y llevado a cabo días antes con éxito acerca del mito de cuarta sangre, decidí obtener más información por mi cuenta e iba a preguntarle a Thian para ello, él, a pesar de que era todo un seductor, era el más tonto y vulnerable de Los Siete, engañarlo no iba a costar trabajo. El único problema era que Thian aún no regresaba.

—Jinny.

Lo miré. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho y su mirada era igual de severa que siempre. Dann me escudriñó de arriba abajo con disgusto. Yo llevaba puesta una sudadera de color rosado pastel con capucha y un pantalón de buzo gris, mis pies estaban cubiertos por unas pantuflas de oso. Absolutamente, todo lo que tenía puesto en ese momento, lo había comprado Jason días antes. Yo no tenía ropa y la que me ponía le pertenecía a él, entonces decidió ir de compras y me trajo prendas muy poco casuales y que me hacían ver como una niña.

Dann bufó y me riñó.

—Ve a ponerte algo mejor, tendremos visitas.

Gruñó un ahora y se retiró de la sala de la misma forma en la que llegó hasta ahí; con una pose arrogante que destilaba liderazgo, a pesar de que era el segundo al mando.

Últimamente Dann estaba así, siempre. Creía tener todo el poder y mandaba sobre mí con voz firme y autoritaria, como si tuviera ese derecho. No era para nada el mismo chico que había conocido en la puerta de mi casa, cuando Jason se tiró sobre mí y probó mi sangre por primera vez. ¿Cuándo habían cambiado tanto los roles? Jason no era quien demostró ser la primera vez que lo vi y Dann exactamente lo mismo que Jason. Él ya no me inspiraba confianza, siempre buscaba hasta mi más mínimo error para reprocharme e intentar que Jason volviera al mismo trato que yo recibía antes de lo sucedido con Félix. Algo más estaba pasando ahí, algo había hecho cambiar a Dann y yo quería saber qué.

Cuando me terminé de cambiar en mi cuarto (sin bañarme, pues hacía mucho frío), volví a bajar y retomar mi lugar en el sillón de la sala de estar. Sean y Jack carcajearon cuando me vieron.

—Sabes que Dann se enojará, ¿verdad?

Repasé mi vestimenta. No había nada formal ni medianamente decente en mi armario para la ocasión, así que tuve que escoger cosas con colores neutros para no llamar tanto la atención. Se trataba de una sudadera negra con un panda blanco (no había nada en mi armario que no contuviera animales o palabras), jeans negros, zapatillas negras (con brillos) y un gorro gris.

Jason ©Where stories live. Discover now