V E I N T I O C H O

5.7K 418 4
                                    

Tal vez podía temerle a lo que «ser consciente» significaba, en todos sus aspectos; yo ya los había sufrido todos. Sí, le temía y siempre lo haría, pero esta vez sentí mucho alivio cuando supe la verdad, cuando tuve conciencia.

Seguía sin procesarlo. Podía aliviarme por saberlo, pero eso no quería decir que no me sintiera aterrada con la respuesta, que no sintiera terror e impotencia por no haber podido evitarlo.

No estaba preparada, me repetía. Probablemente, iba a ocurrir en algún momento, más adelante, cuando ya tuviera en claro lo que quería con mi vida. Pero no, nada podía ser como yo quería y cuando yo lo quería, después de todo era mi vida y debía poder hacer lo que quisiera con ella; yo quería vivir mi propia vida, no la que los demás tenían planeada para mí. Esa no me pertenecía. Claro, aún no me hacía la idea de que mi vida ya estaba planeada: estaba escrita, trazada meticulosamente con la punta de un pincel con trazos delgados, con una tinta permanente que nunca iba a salir de allí, una tinta que yo froté y arañé para que se corriera, para que tuviera el más mínimo error. Me fue imposible.

Adler (el fortachón musculoso que me mató) me dio alrededor de cinco copas más luego de la primera, esa que bebí con ganas. Después de eso me sentí completamente borracha; lamentablemente, seguía consciente. Lamentablemente, eso no era alcohol.

—Uh, dentro de unos minutos traerán el auto y podré llevarte a tu casa—me informó Adler cuando cruzó el umbral de la puerta—. ¿Estás preparada?

Junté mis labios en una fina línea. Sin mirarlo, meneé la cabeza.

—Es muy fuerte... todo esto.

Soltó un suspiro sonoro y cansino, sin embargo no refunfuñó ni se quejó.

—Ya verás que todo será normal. Créeme, ni lo notarás.

—¡Bebo sangre humana! Soy una maldita chupa sangres, ¿cómo eso no cambiará? Veo mejor, huelo mejor, puedo correr como un rayo, puedo... Tengo un don personal. ¿Quién sabe?, tal vez pueda leer mentes o controlar tu cuerpo como si fuera el mío. Además, ¿qué beneficios tengo siendo una quinta sangre? Quizás hasta pueda despedazarte con una sola mano mientras bebo jugo de naranja con la otra.

No me preocupaba por mí, nunca lo hice y no iba a hacerlo, pero sí me preocupaba por lo que pensaría Jason o los demás, que opinarían ellos sobre que yo fuera como ellos.

Yo no quería ser eso.

Adler me puso al día con algunas cosas, como, por ejemplo, la cantidad de días (5 días) que pasé inconsciente acostumbrándome a mi nuevo yo, y de esos días permanecí 3 horas muerta; mi conversión estuvo planeada (¡Que sorpresa!) desde antes de mi nacimiento, y me dio fecha más o menos cercana a la fecha de la guerra.

Adler no se molestaba en contestar mi divagues, y, si hubiera querido, no pudo, porque justo apareció un hombre con apariencia ruda y dominante, avisándonos que el auto ya estaba listo y que ya podía irme a casa. No había tenido el descaro ni la desfachatez suficiente para preguntarle qué iba a ocurrir con él, qué iba a ser de su vida después de haberme convertido, porque podía no conocerlo, pero iba a sentirme culpable si, por mi culpa, su vida se veía reducida a una cantidad miserable de años.

—¿Demetrio está metido en esto? —pregunté cuando Adler ya se metió dentro del coche y lo encendió.

Su rostro expresaba exasperación. Ring, el pequeño chico, me había comentado el mal humor del fortachón cuando tenía que hablar con extraños. Adler no era malo, pero no se podía conversar bien con él. Tampoco quería hacerlo, solamente quería las respuestas a todas mis preguntas.

Jason ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora