D I E C I S É I S

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Tenía un plan en mente: sencillo, tranquilo, y suicida. Era arriesgado, pero, ¿y qué? No iba a quedarme sentada esperando a que algo interesante pasara porque, 1_ Eso no iba a pasar y 2_ No iba a quedarme sentada porque no quería, era aburrido y ya estaba cansada de tanta monotonía y días grises. No había hecho más que mirar por la ventana, dormir y comer en una semana entera. Quería salir de ese lugar, pero no me dejaban, entonces creé un plan para encontrar información de cuarta sangre que iba a llevar acabo, sin importarme las consecuencias.

El gemelo y Jack habían vuelto hacía días atrás de su misión secreta y, el mismo día en que regresaron, el otro gemelo y Thian se fueron y hasta ahora no habían vuelto.

En la casa me sentí más acompañada, pues encontré que me llevaba bien con uno de los gemelos que regresó con Jack (que descubrí que era Sean) y con el mismo Jack. Eran buena compañía y grandes charlatanes que complementaban mi silencio, mi gran capacidad para escuchar y mis pocas palabras. Pero ellos también tenían trabajo que realizar, por lo tanto, no los veía muy seguido, al igual que a los demás. Todos tenían algo que hacer, excepto yo.

Por otra parte, los últimos días Jason estuvo mucho más cariñoso después de lo que sucedió en su cama. Era comprensivo... me escuchaba, sí, yo le hablaba y él me oía y pretendía que le importaba. Él me besaba en cualquier momento y lugar y no le importaba en presencia de quién lo hacía, me abrazaba y mimaba antes de irse a no sé dónde y, después de no verlo en todo el día, en la noche decía recompensarme con muchos besos. ¿Yo cómo podía acostumbrarme a eso? Nunca había tenido nada parecido con ningún chico, nunca me enamoré debidamente y nada, absolutamente nada; siempre había estado empeñada en descubrir cada uno de los secretos que rodeaban a los vampiros. Y yo no sabía si quería a Jason, nada de lo que él me había hecho se me olvidaba, todo estaba muy presente en mi cabeza, cada vez que lo veía, los recuerdos renacían. Pero sí estaba segura de que el odio iracundo que sentía por él se estaba disipando.

Estaba sentada en la orilla de la que era mi cama. Horas atrás había escuchado a Jack hablando con Alix y le estaba diciendo que debían salir y que sí o sí tenían que hacerlo todos juntos. Ahí era donde mi plan debía ponerse en práctica. Iba a poner patas arriba la habitación de Jason para conseguir toda la información que necesitaba. Pacientemente esperé a que se fueran, pero tardaban más de lo debido y eso rompía tanto mi paciencia que temía hacerle un hoyo a la cama de tanto que la golpeaba con mis pies.

Cuando escuché pasos acercarse por el pasillo, me eché sobre la cama y simulé estar recostada y a punto de dormirme. La puerta se abrió y Jason entró con una sonrisa pequeña, pude notar como disimuladamente olfateó el aire. Tragó saliva y tomó una gran bocanada de aire antes de acercarse a mí.

—Jinny, nosotros... saldremos por temas de trabajo. Si necesitas... —cerró sus ojos y suspiró—...si necesitas algo, Susan estará en el jardín, Anton en la cocina y las sirvientas por toda la casa. Yo... me voy.

Me dio un beso fugaz y salió casi corriendo de la habitación, segundos después oí la puerta de la casa ser azotada.

Sabía exactamente por qué estaba así. El día anterior me había indispuesto y él había tenido que ir corriendo a la tienda a comprar toallas higiénicas. Era sangre, era como carne fresca para los vampiros.

Cuando me aseguré que ya no había nadie en la casa y que no iban a volver, salí de la habitación. Intenté abrir la puerta de Jason después de verificar que no había nadie en el pasillo. La puerta estaba cerrada. Volví a controlar que nadie se acercara e intenté abrir la puerta con el alambre que tenía preparado por si eso ocurría. Conseguí destrabarla e ingresé rápidamente, antes de que alguien me viera.

Jason ©Where stories live. Discover now