C U A R E N T A

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La tierra tembló notablemente fuerte cuando ellos quisieron avanzar para dar su primer ataque, ocasionando que la mayoría de los hombres que estuvieron en movimiento cayeran de bruces al suelo, tal vez no dañándose, pero sí logrando que no pudieran levantarse fácilmente. La tierra dejó de temblar donde nuestro ejército estaba, pudiendo avanzar un poco mientras ellos seguían tumbados en el suelo.

Todo se detuvo y mis hombres no perdieron el tiempo para correr y abalanzarse encima de todos los caídos. Los asesinaron a sangre fría.

Logré normalizar mi vista con algo de esfuerzo. Cuando mi cuerpo se enfrió y el aire se sintió caliente, mis piernas temblaron, trastabillé y caí por el desequilibrio y la debilidad. No era fácil, como dije, alterar la naturaleza no nos perjudicaba solamente a nosotros, sino al planeta en sí. Porque estaba jugando con la vida de todos, y eso costaba muchísimo más que mi vida.

Me desplomé en el suelo al no poder pararme, mis piernas temblaban de cansancio y mi visión vacilaba a mi alrededor, pero no me detuve y saqué el arco con una de las flechas, la coloqué en él, y apuntando minuciosamente al aire, con más esfuerzo, logré lanzar la flecha, con el elemento que un don lograba controlar, esta se prendió fuego. Si la flecha fue apuntaba adonde yo quería que fuera, entonces debió caer en la colisión de ambos ejércitos. Inclinada mayormente a nuestro lado, sin lugar a error.

Oí los gritos desgarradores a lo lejos segundos antes de sentir como me tomaban por debajo de los brazos y me levantaban hasta dejarme parada.

—¿¡Se puede saber que has hecho!? —Las manos de Mark presionaron mis mejillas fuertemente en un intento de captar mi mirada perdida en las llamas que lograba ver a varios metros de nosotros.

Fruncí mi ceño con confusión.

—¿Hacer? Acabo de disparar una flecha...

—¡A nosotros!

Mordí mi labio y bajé mis cejas.

Bingo.

—Lo siento, estoy mareada. Necesito que me lleves al Este. ¿Han traído el podio? Súbeme ahí para que pueda disparar mejor.

Olvidó su enojo y me cargó y me llevó rápidamente a uno de los podios, las cuales eran altos para ver a lo lejos y disparar las flechas con más facilidad.

Comencé a notar la muchedumbre que quería meterse entre las tropas por la zona Este, mientras que había pocos, casi nadie, luchando en el centro y en el Oeste. Lo mismo sucedió cuando yo estaba en el centro, entonces pude entender que querían llegar hasta mí.

Los que lograban ingresar entre mis tropas por los canales que dividían las tres diferentes formaciones debido a sus dones eran cruelmente asesinados antes de atacarme, por otro lado, aquellos que usaban sus dones para defenderse, avanzaban mucho más que los otros, dependiendo particularmente de la experiencia de los vampiros con el control de sí mismos.

—¡Jinny, cuidado!

Y milésimas después me tumbaron del podio e inmovilizaron en el suelo. Un vampiro totalmente rabioso empuñó sus garras y las alzó con la clara intención de sacar mi corazón, pero antes de que eso sucediera (y mucho antes de que alguien se dignara a salvarme) canalicé el poder dentro de mí y lo dirigí hacia el vampiro. Él salió volando y cayó inerte mucho más lejos de mí, su cuerpo se desintegró y hecho polvo voló al cielo.

—¿Estás bien? Casi no huelo tu aroma, Jinny. Se está desvaneciendo.
Félix me levantó y sentó en el borde del podio.

Uniendo el rompecabezas dentro de mi cabeza llegué a la conclusión de que mientras más usaba mis dones, menos aroma iba a tener, al igual que menos energía y estabilidad. Quizá, el que mi aroma desapareciera significaba también el fin de mi existencia.

Jason ©Where stories live. Discover now