V E I N T I S I E T E

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Su mirada se desvió hacia Jason segundos después.

—¿Se puede saber que te trae por aquí?

—¿Se puede saber que te trae a ti por aquí? —Jason le devolvió la pregunta de una forma retadora—. Que yo sepa, no eres muy seguidor de las leyes, ni de los reyes, es lo único a lo que podrías venir aquí.

Demetrio sonrió ampliamente, se podía ver molesto.

—Todos cambiamos, Jason —dijo entre dientes, sus manos se apretaron en puños a sus lados.

—No puedes cambiar en menos de un mes, la última vez que nos vimos no pensabas así.

Por poco no me carcajeé en su cara. Era gracioso saber que la última vez que vi a Demetrio, Jason era aún un arrogante y frío chico. Era muy estúpido que hablara así del otro cuando él mismo cambió en un simple mes. Jason me miró de reojo, casi sabiendo lo que pensaba.

—Hm... No lo creo —negó Demetrio, sus cejas se alzaron a la vez que meneó su cabeza—. Mírate a ti y luego a mí; éramos iguales, no nos importaba nada ni nadie, sin embargo, ahora tienes... algo, con esa humana.

La quijada de Jason se tensó notablemente. Frotó sus dientes entre sí, controlándose.

—Ella no es importante para mí —masculló en voz baja.

Tragué duro. Sentí mi corazón estrujarse a pesar de saber que lo que dijo no era verdad, sólo quería que Demetrio no me tomara como objeto de disputa entre ellos para que no fuera su blanco.

—¿Puedo quedármela, entonces? —La emoción en su voz era muy exagerada y sus ojos se agrandaron e iluminaron con un brillo falso, uno de maldad.

—Le pones un dedo encima y te rompo el cuello—gruñó Jason.

Suspiré.

Demetrio desfiguró su rostro en una expresión de disgusto, pero evidentemente intimidado cuando trastabilló unos pasos cortos hacia atrás. Rápidamente puso su espalda recta y firme, sus músculos se tensaron bajo una polera de tela muy fina que los marcaba.

—Puedo pelear por su sangre —dijo con obviedad.

—Ni siquiera lo intentes.

Se envolvieron en una pelea infantil, con muchos insultos que juraba que los había dicho yo en primaria, cuando quería aparentar ser mala y que todos me temieran. Era muy tonto, el motivo de su disputa terminé siendo yo, y lanzaban amenazas vacías y estúpidos comentarios arrogantes al aire.

No pasó mucho tiempo cuando su pelea se acabó para mí. Quería pensar que todo iba bien, que me divertía verlos y que no me importaba cuánto duraran siendo niños. Pero algo me sostuvo, hubo algo que me jaló desde atrás y me derrumbó en el piso. Unas manos debajo de mis hombros me arrastraron sobre el asfalto y rasparon toda mi espalda, me cubrieron la boca. Pataleé y chillé tanto como pude, quise morder, quise gritarle a Jason, quería que se diera vuelta y me ayudara, quería ser salvada, porque yo no podía hacer nada. Entré en pánico. Me empujaron dentro de un coche y cerraron la puerta delante de mí. El exterior se oscureció, el auto se cayó sobre mí, las paredes me asfixiaban, me ahogaban en un desespero que no podía sacar de mí. Quise levantarme, pero me cubrieron la boca con un pañuelo con un olor a químicos y alcohol que se infiltró en mi nariz de golpe y me mareó por unos segundos. Luché, luché contra eso tanto como pude, pero era inútil. Yo era inútil. Comencé a sentirme débil, todo perdió forma y color, mis ojos luchaban por quedarse abiertos, intenté ordenar a mis extremidades que se movieran, a mi instinto de supervivencia que se activara.

Jason ©Where stories live. Discover now