O N C E

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¿Seguía viva? Ya no sabía distinguir entre vida o muerte, todo parecía lo mismo. La muerte, incluso, se saboreaba más.

Me sentía exhausta, realmente mi cuerpo estaba como nuevo, sin marcas de dientes ni golpes ni magulladuras, pero dentro mío sentía un torbellino de emociones negativas que me iban carcomiendo lentamente, hasta dejarme sin nada. Así me sentía, porque sabía que ellos no me dejarían dañarme físicamente, pero mentalmente ya estaba muerta, destruida. No encontré esperanzas de tener una vida normal, porque eso en mi vocabulario ya no existía.

Me encontraba recostada sobre el sofá ya conocido del garaje de la casa de Los Siete. Dentro de esa habitación todo era silencioso, me aturdía, escuchaba pitidos fuertes en todos lados, me estaba volviendo loca. Pero fuera de ese lugar, proveniente de la puerta que llevaba hacia el comedor, venían ruidos; conversaciones, sonidos de vasos, risas, un ambiente cálido más que seguro. Se la estaban pasando bien aun conmigo encerrada en ese lugar oscuro y frío, con sólo una polera (que era diferente a la que antes llevaba puesta), y mi cuerpo se encontraba extrañamente limpio. Esa era la representación entre la vida cálida que estaban viviendo ellos y el frío seco que estaba sufriendo yo. Y que estaba acabando conmigo lentamente.

—¿Por qué crees que Félix la conoce? —escuché susurros provenir detrás de la puerta, creí que podría tratarse de la voz de Dann.

—No lo sé, luego veremos —suspiró Jason—. Demetrio arruinó nuestros planes. Estoy seguro que el diario está ahí. Tú has sentido su corazón, no era normal —sonó seguro y decidido. Estaba claro que ya no podía mentir más respecto a eso.

—Entiendo que eso te preocupe, Jason, pero también recuerda lo que dijo Demetrio: Dijo que Jinny no morirá aunque le sacasen toda la sangre de su cuerpo, ¿qué quiso decir con eso?

Jason soltó una corta y seca risa.

—No debería importarte eso, preocúpate por mantener a Jinny con vida. Cuando el diario esté en nuestras manos... mátala si quieres.

» Ahora, ve a ver que todo esté bien con ella y luego ven con nosotros, estaremos hablando con Félix.

—Jason, pero ¿no crees que ella puede estar relacionada con...?

—Ni siquiera lo pienses —lo interrumpió de forma tosca—, es sólo una humana más, es todo.

Sus pasos golpearon el suelo de madera cada vez más lejos, hasta que se esfumó por completo. A su vez, la puerta fue abierta luego de haberse incrustado una llave. Dann caminó hacia el sofá y se acuclilló frente a mí. Su mano apretó mi mentón con fuerza y giró mi cabeza de un lado a otro, examinándome sin darle importancia a mis, seguramente, ojos cansados. Él sonrió pícaramente, reparando en mis piernas descubiertas y en mi escote.

—¿Estarías contenta si te dijera que cuatro manos estuvieron bañando tu cuerpo? —susurró de forma seductora. Sentimientos de asco y repugnancia invadieron mi cuerpo. Dann chasqueó su lengua—. Fueron las sirvientas, no te ilusiones.

Un suspiro cansino se escapó de mis labios.

Dann repasó cada poro de mi piel inútilmente, con la excusa de una revisión rápida para verificar que no tuviera ningún daño perjudicial para mi vida. Eso era mentira, él sólo quería tocarme.

—Con que ella es Jinny.

Apoyado en el marco de la puerta con su ceño fruncido, estaba Félix, cruzado de brazos y pretendiendo no conocerme, mirándome con una curiosidad muy real y creíble. Dann se vio molesto por aquello.

—Vamos. No hay nada que hacer aquí.

—Sin embargo, yo quiero conocer a la famosa humana que buscaban por todos lados.

Jason ©Where stories live. Discover now