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Tras aquella escena Adler quedó inmóvil y algo anonadado. Eran demasiadas cosas para un solo día. Empezaba a sentir que no conocía en realidad a Frieda. Se suponía que ella no salía mucho, que no tenía demasiados amigos y mucho menos un novio... Sin embargo allí estaba, en una fiesta de universidad, besándose con el chico más popular y de quien decían no tomaba en serio a nadie y solo usaba a las chicas. ¿Qué hacía Mauricio con Frieda?

—Bueno... ya nos vamos —dijo Marcia que al ver a Frieda besando a un desconocido se dio cuenta que las cosas estaban pasándose de la raya.

—Vamos —dijo Frieda volviendo en sí.

Entonces salieron de allí ante la atenta mirada de Alan, Mauri y Adler, quien trataba de aparentar para que Renée no se diera cuenta cuánto le afectaba esa chica.

Cuando llegaron a casa de Marcia, las chicas se sentaron en la cama.

—No sé qué demonios te sucede —dijo Marcia aún bastante borracha—, pero hoy te ves linda —añadió—. Además... me he divertido —agregó y Frieda sonrió.

—Mejor te vas a dar un baño y te cambias. Apestas a cerveza y dices incoherencias —alegó.

—Lo haré, y luego dormiré porque no entiendo nada... pero mañana me vas a explicar qué es lo que te está pasando... prométeme —pidió señalándola con un dedo.

—Si te acuerdas de esto te lo explico —sonrió Frieda.

El domingo las chicas despertaron cerca del mediodía. En la casa no había nadie, los padres de Marcia y su hermano habían salido y les habían dejado una nota en la que les decían que había comida en el refrigerador y que iban a un festejo de la escuela del pequeño. Marcia agradeció el silencio y la paz que ayudaba a que su cabeza doliera menos. Frieda se dio un baño, se cambió con ropa que había llevado y se sentaron a comer.

—Ahora me vas a decir qué demonios sucede. Estaba borracha, pero no tanto como para no ver que te comiste al tal Mauricio. ¿Qué pasa, Frieda? ¿A qué estás jugando? —inquirió confundida.

—Es que no lo sé... no sé qué sucede... solo vi a Adler y... aghhh... odio verlo con esa tal Renée —exclamó viendo a los ojos a su amiga.

—¿Estás celosa, Frieda? ¿Te enamoraste del sapo? —preguntó Marcia y Frieda bajó la vista revolviendo los fideos en su plato.

—Enamorarse es una palabra demasiado grande, ¿no lo crees? —preguntó.

—¿Entonces? —inquirió la chica que ya de por sí estaba bastante divertida de ver a su amiga de aquella forma, tan incómoda y sin palabras.

—Supongo que... me gusta... físicamente —explicó.

—¡Oh! ¿Y a qué nivel? Digo... ¿qué es lo que quieres con él exactamente? —preguntó Marcia sin contener la risa.

Ni príncipe ni princesa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora