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A la noche Niko los reunió a todos en la habitación. El médico en un inicio se rehusó, pero ante su insistencia, lo permitió, aunque no quería que se sobresaltara demasiado.

—Familia, qué bonito estar todos reunidos de nuevo, ¿no? Aunque no fuera en las mejores circunstancias —dijo sonriendo—. Hacía mucho que no estábamos así—. Adler y Frieda bajaron la vista en simultáneo sintiéndose culpables por ello—. No, chicos, no es culpa de ustedes... es culpa nuestra, de los adultos, que no supimos separar las cosas —afirmó.

—Tío... lo siento mucho, de verdad... asumo lo que me corresponde de culpa y créeme que si pudiera, volvería el tiempo para evitar que las cosas terminasen así —dijo Frieda con mucha tristeza en la voz, realmente se sentía culpable.

—No te preocupes, Frieda; Adler y tú son jóvenes y como tal tienen todo el derecho a equivocarse, no es culpa de ustedes que los adultos no supiéramos manejar el pequeño lío en el que nos metieron —rio con amargura.

—Niko, perdóname... tienes razón, hemos sido muy torpes y hemos perdido tanto tiempo —susurró Carolina con tristeza y un dolor que le apretujaba el pecho.

—Bueno, no los llamé aquí para que nos echemos culpas y lloremos —volvió a sonreír—, los llamé para que disfrutemos de la vida, de la familia, del amor, de nosotros. Quiero darles gracias por ser parte de mi vida, por hacerla mejor. ¿Saben? La vida es nada más que esto, los momentos, las personas, las alegrías, el amor, los buenos recuerdos; con el tiempo he aprendido que todo es pasajero, y por tanto no tenemos que quedarnos en lo malo, en el dolor, en los errores, en las tristezas... eso solo debe servirnos para aprender, y una vez que lo hacemos, hay que soltarlo, dejarlo ir. Los sentimientos negativos solo entorpecen nuestro crecimiento. Y hoy no quiero pensar en lo que dejamos pasar o en el tiempo que hace que no estamos juntos, ni en las culpas, ni los errores, quiero pensar en todo lo bello que vivimos y en esta amistad que no solo nos ha salvado a los dos, Caro, sino que se ha mantenido en el tiempo y entre nuestras familias, porque bien sabes que a pesar de estos últimos años, el cariño ha estado siempre intacto —dijo mirando a la mujer.

»Te lo he dicho muchas veces pero no puedo irme sin volvértelo a decir, me has salvado, amiga, hermana, y gracias a ti he vuelto a vivir, he vuelto a soñar, he vuelto a reír. Estoy feliz de haberte salvado también y de haber sido testigo de cómo renacías, de cómo soltabas todo lo malo y te convertías en la mujer que eres, estoy feliz de que tu amor con Rafael haya triunfado y que nos demostraran a todos que el amor y el perdón son capaces de cambiar nuestros destinos. No tengo mucho más que decirles, con mi hijo y mi mujer ya he hablado, solo quería verlos, estar juntos, sentir que mi vida ha valido la pena. Y a los jóvenes de esta familia, solo me queda desearles lo mejor, vivan, no tengan miedo a sufrir, a equivocarse, no tengan miedo a fallar, disfruten de cada etapa y de cada momento que tienen por delante, pero nunca se dejen vencer, nunca se rindan... Sé que suena trillado, pero cuando uno se dejó caer, cuando uno se dejó vencer pensando que el futuro no tenía mañana y un día la vida le dio la oportunidad de descubrir que había un hermoso amanecer por venir, se arrepiente de todo ese tiempo que perdió rindiéndose. Tú has sido mi amanecer, Adler, y quiero que sepas que te amo y que estoy orgulloso de ti. Y tú, mi Berta, mi amor... tú eres mi casa y yo te esperaré donde sea que vaya ahora, nuestro amor es y será eterno, como siempre lo dijimos.

Ni príncipe ni princesa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora