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Las clases iniciaron y con ella la rutina volvió, a pesar de que había cosas que no se habían dicho mutuamente, ninguno de los dos sentía que era el momento. Adler no estaba bien anímicamente y vivía bastante preocupado, cada vez que su celular sonaba con el timbre que había elegido para su familia, se alteraba y temía contestar. Frieda no consideró que fuera buena idea decirle sobre aquella fiesta en ese instante. Por otro lado, Adler la sentía tan cerca y tan comprensiva con todo lo que le estaba sucediendo, que sintió que ella era lo único que lo mantenía a flote y la única y verdadera razón que lo tenía viviendo allí, lejos de los suyos en un momento tan especial, por tanto, y aunque sabía que un día le debería contar lo que había sucedido, no quería hacerlo, sin duda se enojaría y todo ese apoyo se vería truncado; quedaría solo y aunque le parecía muy egoísta, él no quería sentirse más solo, no en ese momento en que tanto la necesitaba. Así que ambos callaron, y tampoco le dijeron de lo suyo a los padres de Frieda, porque temían que los comenzaran a vigilar o a imponer reglas que en ese momento no necesitaban.

Y así pasaron los días, convirtiéndose en semanas y en meses, hasta que de nuevo el semestre estaba a nada de terminar. Un mes antes de que terminen las clases, Nikolaus le avisó a Adler que todo marchaba en orden, los tratamientos habían surtido efecto y aparentemente todo estaba controlado. Aquello llenó de alegría el corazón del muchacho, que les prometió que volvería cuanto antes apenas terminaran las clases en la universidad, la verdad era que necesitaba verlos, festejar aquella noticia con sus padres y de esa manera desahogar un poco toda esa ansiedad que le había provocado la impotencia de estar lejos. Cuando se lo contó a Frieda, la muchacha se sintió realmente feliz, sabía lo mucho que le estaba costando a Adler seguir adelante mientras no tenía idea de qué estaba sucediendo con su padre a tantos kilómetros de distancia. Y a pesar de que todo eso ponía en constante incertidumbre la relación de ellos —ya que no sabían si Adler regresaría el siguiente semestre o si finalmente se quedaría en Alemania—, lo único que ella deseaba era que él se sintiera mejor.

Frieda por su parte, ya había terminado el colegio, solo quedaba la ceremonia de graduación y la fiesta, Marcia había salido por un par de meses con Alan pero luego decidió que deseaba estar sola, así que terminó la relación. Mauricio no buscó más a Frieda luego de aquella amenaza, además sabía que Adler había regresado pues lo veía a diario en la universidad, y como en cierta forma eran amigos, también sabía que estaban juntos. Sin embargo, se prometió a sí mismo esperar a que Adler regresara a Alemania para volver a inmiscuirse en la vida de Frieda, con él lejos sería mucho más sencillo.

Carolina y Rafael decidieron organizar una fiesta en la casa para celebrar la graduación de Frieda, la misma se llevaría a cabo dos días después que la fiesta oficial con todos sus compañeros. La verdad era que aunque a la chica no le agradaban mucho esas cosas, se sentía bien y feliz de haber culminado esa etapa de su vida, así que ninguna fiesta le parecía tan mala idea.

Ni príncipe ni princesa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora